La lucha por la igualdad de género en el campo

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Mujer campesina.

Cada quince de octubre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Rural. En medio de tanta desigualdad en el campo, es necesario hacer visible sus reivindicaciones y luchas por una sociedad más justa.

Renata Cabrales
@RENATARELATA

La organización de las mujeres en las zonas rurales de diferentes países de Latinoamérica ha sido el elemento base para la gestación de una nueva ola de feminismo, que está tomando fuerza, esto es, el Feminismo Campesino. Si bien es cierto que no todas las organizaciones de mujeres rurales admiten militar en este movimiento, lo importante es que comparten, en gran medida, sus mismas luchas y objetivos, como es la defensa del medio ambiente, la seguridad alimentaria, la lucha por la tenencia de la tierra, etc. En pocas palabras, lo que las mujeres rurales y las militantes del feminismo campesino buscan es la abolición de las formas de explotación del modelo económico neoliberal en el marco del cruel sistema capitalista, además patriarcal, ya que la construcción de una nueva sociedad más igualitaria se debe dar más allá del capitalismo.

Poco a poco las mujeres rurales van tomando conciencia de clase y, de forma interseccional, examinan la realidad con enfoque de género. Han aprendido, a partir de diversas experiencias, que no solo el sistema capitalista con su modelo económico tan desafortunado las subordina, sino, además, el sistema patriarcal, que impone roles de género, mediante los cuales ellas quedan en condición de sumisión.

El conflicto armado,  la desigual división de la tierra, los cultivos de uso ilícito y estas dinámicas que se desarrollan en mayor medida en la zona rural (en Colombia) afectan en mayor medida a las mujeres que la habitan, quedando en una situación de vulnerabilidad, por tener que afrontar solas, entre otras cosas, las diferentes problemáticas, como es la falta de mano de obra masculina, bien sea porque los hombres ingresaron a grupos armados o fueron desplazados o asesinados y así las mujeres quedan solas a cargo de la producción de la tierra y el sustento de sus familiares.

Pero el gran problema radica en que, en la mayoría de los casos, ellas no suelen tener la titularidad de la tierra, ni recursos o capacitación para el uso de maquinarias, por lo cual no están muy preparadas para tomar algunas decisiones en cuanto a las prácticas agrarias.

“Para acceder a tierras es muy difícil. Cuando un habla con diferentes mujeres campesinas, para ellas es realmente un sueño pensar en tener un pedazo de tierra para vivir y producir, ya que la situación de las mujeres campesinas es muy compleja y sobre todo si son víctimas del conflicto armado”. Advierte Cecilia Lozano de Asomudem, Asociación de Mujeres Desplazadas del Meta.

 

Las estadísticas según el DANE

Según el Tercer Censo Nacional Agropecuario del DANE, así hombres y mujeres tengan niveles de analfabetismo similares (12 %), en el 60% de los casos, los hombres son los que toman las decisiones de producción sobre la tierra, de esta forma, sin son ellos quienes toman las decisiones, hay un 22 % de acceso a maquinaria, contrario a un 12 % cuando se trata de ellas. En el censo las mujeres responsables de su unidad productiva declararon que la tierra era propia en 73,7 % de los casos, en comparación con 75,1 % de los hombres.

En cuanto a la Reforma Rural Integral (RRI) uno de sus principales objetivos es el reconocimiento del rol de las mujeres, en tanto que, “reconoce el rol productivo y reproductivo de las mujeres y en esa medida su papel fundamental en el desarrollo y la economía rural y hará mayores esfuerzos para ellas y en la población más vulnerable para garantizarle condiciones de bienestar y buen vivir y para fortalecer sus formas de organización y producción”, asimismo platea que: “una verdadera transformación estructural del campo requiere adoptar medidas para promover el uso adecuado de la tierra de acuerdo con su vocación y estimular la formalización, restitución y distribución equitativa de la misma, garantizando el acceso progresivo a la propiedad rural de quienes habitan el campo y en particular a las mujeres rurales[1] y la población más vulnerable, regularizando y democratizando la propiedad y promoviendo la desconcentración de la tierra, en cumplimiento de su función social. (Acuerdo final de paz entre Gobierno nacional y FARC-EP, 2016). Sin embargo, es poca lo que se ha implementado de este punto del Acuerdo.

Los retos

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre) se busca llamar la atención sobre los retos y las oportunidades en el campo en cuanto a la búsqueda de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas rurales.

En Colombia viven más de cinco millones de mujeres rurales, según el Ministerio de Agricultura, la mitad de las cuales viven en condiciones de pobreza, teniendo en cuenta que con su trabajo diario son las que más aportan a la débil economía campesina.

Por estos motivos, hecho de eliminar las desigualdades en el campo es reconocer que las mujeres constituyen el pilar más importante para el buen desarrollo de este.

En el marco del Día Internacional de la Mujer Rural, mujeres de diversas organizaciones campesinas hablan de la soberanía alimentaria, cultivos ilícitos y la titularidad de la tierra, entre otros temas que hacen parte de sus reivindicaciones.

Nelly Luna, Asodemuc.

“Nosotras hemos pensado en cambiar lo cultivos de hoja de coca por otros cultivos alternativos, pero no contamos con el apoyo de los gobiernos en esa parte. Hay una cantidad de familias en este momento con miedo por la amenaza de la erradicación de los cultivos de hoja de coca, sin solucionar absolutamente nada a las mujeres que están en esa etapa de sustitución. Entonces, la preocupación que existe en nosotras es ¿qué vamos a hacer después de que erradiquen los cultivos sin solución alternativa? De igual manera la proyección de las mujeres es el campo”, Nelly Luna, Asodemuc, Asociación de Mujeres por la Paz y la Defensa de los Derechos de la Mujer Colombiana.

La Vía Campesina

La soberanía alimentaria es, según la Vía Campesina, el derecho de los pueblos, a definir su política agraria y alimentaria, sin que interfieran otros países e incluye la prioridad de la producción agrícola local para la alimentación de la población, el acceso de los y las campesinas y quienes no poseen tierra, a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito.

De ahí viene la necesidad de reformas agrarias, de la lucha contra los OGM (Organismos Genéticamente modificados), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de bien público y que se reparta de una forma sostenible. Asimismo, El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a decidir qué quieren consumir y de la misma forma, quién se lo produce.

“Comenzamos a trabajar una conferencia internacional que hubo en la FAO sobre seguridad alimentaria, donde se planteó la presencia de la Organización Mundial del Comercio, con relación a los alimentos, hicimos una asamblea paralela en la cual las mujeres de la Vía Campesina planteamos que los alimentos no pueden ser una mercancía, que no puede estar la agricultura en el espacio de la Organización Mundial del Comercio, porque la alimentación es un derecho y va más allá cuando hablamos de soberanía alimentaria…Planteamos primero, que esta es la autonomía que tienen los pueblos y cuando hablamos de los pueblos, hablamos del Estado como tal, de crear sus propias políticas públicas con relación al tema de la agricultura, donde se privilegien los mercados locales, donde estemos por el mercado justo y donde no se pierdan toneladas de alimentos que se pierden, porque la gente no tiene la posibilidad de acceso a ese alimento, dado que hasta ahora es una mercancía”.

Advierte, Nury Mártinez Silva, quien es miembro del Comité Ejecutivo y responsable, desde 2009 hasta 2015 de la Secretaría de la Mujer de Fensuagro, Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria y miembro, además, de La vía campesina, Movimiento Campesino Internacional, organización que nace a partir de la necesidad de reunir en América Latina a todas las organizaciones campesinas, comunidades negras e indígenas, y del cual ya hacen parte 182 organizaciones en 81 países. 

La paz, el derecho a la tierra y a los proyectos productivos

Oxfam Colombia (en inglés, Oxford Committee for Famine Relief) realizó en el año 2017, un estudio titulado “Radiografía de la desigualdad”, en el cual analiza los resultados del último censo agropecuario del DANE, y, específicamente, la distribución de la tierra en Latinoamérica. Se advierte en el informe que las mujeres colombianas de la zona rural son el grupo más afectado por la falta de acceso a tierras, esto es, «Solo el 26 % de las unidades productivas están a cargo de mujeres y sus explotaciones son más pequeñas, predominando las de menos de 5 hectáreas, con menor acceso a maquinaria, crédito y asistencia técnica».

Sin embargo, en el Acuerdo Final de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP, uno de los principios del primer punto, Reforma Rural Integral, RRI, es la Igualdad y enfoque de género, donde se plantea el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas autónomas, que, en condiciones de igualdad con respecto a los hombres, tienen acceso a la propiedad de la tierra, a proyectos productivos, formación, opciones de financiamiento, etc. Para lo cual debe tenerse en cuenta las necesidades específicas y condiciones diferenciales de las mujeres.

Del mismo modo se plantea el principio de la Integralidad, que, “asegura la productividad, mediante programas que acompañen el acceso efectivo a la tierra, con innovación, ciencia y tecnología, asistencia técnica, crédito, riego y comercialización y con otros medios de producción que permitan agregar valor. También asegura oportunidades de buen vivir que se derivan del acceso a bienes públicos como salud, vivienda, educación, infraestructura y conectividad y de medidas para garantizar una alimentación sana, adecuada y sostenible para toda la población” (Acuerdo final de paz entre Gobierno nacional y FARC-EP, 2016).

Sería la implementación del acuerdo con el enfoque de género el hecho principal que garantizaría superar las brechas de género que conllevan la desigualdad en las zonas rurales y en el campo colombiano y, del mismo modo, eliminar todo tipo de violencia y discriminación que históricamente las mujeres han padecido. Pero, infortunadamente, según el Primer informe sobre la implementación del enfoque de género – Secretaría Técnica Verificadores – CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular-Programa para la Paz) y CERAC (Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos), informe que aclara, se sostiene de los aportes de distintas organizaciones que hacen seguimiento a la perspectiva de Género en el Acuerdo Final; en los diferentes puntos del acuerdo hay algunos avances, pero faltan compromisos.

Testimonios

Cecilia lozano representante legal de Asociación de mujeres desplazadas del Meta, asociación que trabaja por los derechos de las mujeres campesinas, sobre todo, en el tema de tierras, narra que, “los esposos de la mayoría de estas mujeres tenían tierras, pero a todas nos tocó salir corriendo de Mapiripán. Hoy nos encontramos en las ciudades y pueblos, y es muy difícil la situación que vivimos las campesinas, ya que no es fácil cambiar de roles, y asumir la jefatura de hogar cuando quedamos viudas por el conflicto armado. Es difícil, pero nos hemos puesto a la tarea de conocer los derechos y exigirlos. Se ha hecho una orientación a las mujeres para hacer la reclamación de restitución de tierras. Muchas mujeres aprenden que, a pesar de creerse dueñas de sus tierras, no sabían si había títulos o con qué colindaba la tierra, si era baldía. Y como no vivían en esas tierras no sabían a qué tenían derechos…Pero, además, una regresa a la tierra y no hay cómo invertirle, hay desconocimiento de todo.”

Nury Martinez Silva, Fensuagro-Via Campesina.

Para Nury Mártinez de la Vía Campesina, “el Día internacional de la Mujer Campesina lo que se busca es visibilizar cómo infortunadamente hacemos parte de un modelo económico y un modelo de agricultura que es el agronegocio, pues nosotras estamos inmersas en eso y esto tiene que ver con todo el tema de acceso a la tierra.  Tiene que ver con el tema de cómo producir, con el de tema de que en casi todas partes la titulación de la tierra, quienes tienen tierra, son por lo general los hombres. Pero, sobre todo, visibilizar el papel de las mujeres en la construcción de la soberanía alimentaria y esta como un concepto y un principio políticos, no solo la alimentación, sino lo que tiene que ver con la producción, con el aporte económico que hacen las mujeres desde las huertas, de recoger los alimentos; el hecho mismo de prepararlos. Visibilizar que las mujeres en el sistema patriarcal somos más discriminadas, pero en el campo rural se nota mucho más y hay menos reconocimiento”.

Por su parte, Nelly Luna, miembro de Asodemuc y quien estuvo prisionera, injustamente por un año, por ser la mediadora entre los policías y aproximadamente 300 campesinos durante una manifestación, por la exigencia del punto cuatro del Acuerdo Final, en el municipio de la Montañita, Caquetá; advierte que, “la preocupación que existe en nosotras es qué vamos a hacer después de que erradiquen los cultivos sin solución alternativa…en estos momentos hay mujeres con visión de ganadería, pero necesitamos que se nos garanticen, al menos, unos créditos con bajos intereses o a plazos, para que las mujeres podamos sobrevivir. Igualmente, hay mujeres proyectadas en el cultivo del plátano, la yuca, la caña, pero nadie garantiza el comercio, y el Gobierno no responde. Además, existe la amenaza de arrancar los cultivos y también de extinción de dominio de las tierras. No hay garantías para la titulación de la tierra y detrás de eso lo que se viene es la captura a campesinos, hombres y mujeres, lo que ya se está dando en el municipio de la Montañita y en el departamento en general”.

Empoderamiento de las mujeres campesinas

Las mujeres en general, pero más aún las rurales y las campesinas que trabajan la tierra, padecen una doble dominación dentro de dos sistemas hostiles que van de la mano, el capitalista y el patriarcal, lo que las hace a su vez víctimas de la opresión de género y de clase. La toma de conciencia debido a la desigualdad social las impulsa a crear organizaciones y movimientos sociales que las empoderan en la lucha por sus derechos.

Estas luchas se reflejan en la búsqueda de un mundo más justo, donde las mujeres, principalmente las trabajadoras del campo, no tengan que padecer más la desigualdad en cuanto a la posesión de la tierra debido a la propiedad privada, ni enfrentar las aspersiones aéreas con glifosato sobre sus cultivos por la lucha contra el narcotráfico, que solo afecta a mujeres pobres que no tienen otra forma de sustento que el cultivo de la hoja de coca y tampoco enfrentar los megaproyectos que conducen a las comunidades a la pobreza y a padecer graves problemas de salud, y que conducen también, a inevitables sequías de los ríos y los páramos ( son muchas las organizaciones de mujeres que luchan por la defensa del agua y los páramos, en contra de los megaproyectos mineros).

“Nos parece preocupante el tema de las consultas populares y tenemos muchos ejemplos a nivel internacional de mujeres que han dado su vida por la defensa del territorio. En nuestro próximo Congreso en Cuba, en junio de 2019, el centro de las cuatro campañas será la Reforma Rural Integral y Popular y la vamos a poner en el centro del movimiento campesino. En ese sentido, como CLOC- Colombia estamos trabajando con el Colectivo Tierra Agua y Territorio, porque consideramos que estamos planteando todo lo que tiene que ver con los recursos naturales, que los megaproyectos y las trasnacionales nos quieren saquear”, Nury Mártinez, Vía Campesina.

Con el patriarcado y el capitalismo de la mano, los cuerpos de las mujeres no son más que mercancía, peor aún, durante el conflicto armado los cuerpos de las mujeres rurales se convirtieron en botín de guerra para los diferentes grupos armados que hicieron parte de este. Es por eso que en la CLOC, Vía Campesina, no solo ha sido importante el posicionamiento del tema de la Soberanía Alimentaria, sino que promueve la paridad de género, con un espacio de discusión y articulación a nivel continental, y el tema se ha propuesto después de mucho estudio y muchos debates sobre los diferentes tipos de feminismo, pero también sobre el aporte de la lucha y emancipación de las mujeres en América Latina.

Se quiso construir la propuesta del feminismo campesino, al considerar que en la lucha por un cambio social las mujeres y los hombres deben contar con los mismos derechos. Teniendo en cuenta, además, que para eliminar el patriarcado hay que eliminar primero el capitalismo y para lograrlo es necesario construir una sociedad nueva. Es por eso, la consigna en la IV Asamblea de la Articulación de Mujeres del Campo es la lucha por “Una región y un mundo libres de todas las formas de violencia, ya sea sexista, patriarcal y con una reforma agraria integral que garantice el acceso eficaz de las mujeres a la tierra, esto es, ¡Sin feminismo, no hay socialismo!”, CLOC-Vía Campesina.

[1] Se aclara en el Acuerdo Final de Paz, que: “Según lo establecido en la ley 731 de 2002, ‘Por la cual se dictan normas para favorecer a las mujeres rurales’, mujer rural es toda aquella que, sin distingo de ninguna naturaleza e independientemente del lugar donde viva, tiene una actividad productiva relacionada directamente con lo rural, incluso si dicha actividad no es reconocida por los sistemas de información y medición del Estado o no es remunerada. Esta definición incluye a las mujeres campesinas, indígenas y afro, sin tierras o con tierra insuficiente”.