El nuevo coordinador del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, CMPR, habla sobre los desafíos para la construcción de paz en la ciudad y la necesidad de la movilización ciudadana, con el fin de detener el asesinato de liderazgos que defienden los derechos humanos en el territorio
Redacción Bogotá
–¿Cómo encuentra el CMPR en esta nueva etapa? ¿Cuál es el balance de la pasada administración en políticas de memoria?
–Yo creo que en los últimos cuatro años hubo un equipo que siempre tuvo un vínculo de respeto y de compromiso real con este lugar, con el trabajo que aquí se hace. Fue un equipo que inevitablemente tuvo que trabajar con muchas limitaciones, sobre todo dadas por la pérdida en la capacidad de convocatoria, que tenía lugar con las organizaciones sociales y por una orientación de trabajar con un perfil bajo. Sin embargo, ese equipo de personas que estuvieron aquí de manera responsable y con compromiso, lograron mantener vivo el CMPR.
–¿Cuáles son los retos para esta nueva administración con el CMPR?
–Los nuevos retos se explican a partir de ese diagnóstico. El primer reto es recuperar la capacidad de convocatoria del lugar; el segundo es posicionar la comprensión de la memoria, la paz y la reconciliación como temas estratégicos de un gobierno democrático, no cuestiones adjuntas que hay que mantener con un bajo perfil; y lo tercero, es un proceso de actualización con el presente.
Cuando el Centro se construyó no existía el acuerdo de paz, el ambiente en el país era completamente distinto; ahora no solo tenemos el acuerdo existente, sino retos articulados a una generación emergente que se está planteando nuevos paradigmas desde la movilización social.
La idea desde el CMPR no es construir memoria para el pasado, sino memoria para la paz y la reconciliación desde el presente. En consecuencia, yo creo que estos son temas estratégicos para cualquier proceso que quiera construir democracia.
Reconocimiento de las organizaciones sociales
–En la institucionalidad, específicamente en el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, se posicionó una especie de negacionismo histórico alrededor del conflicto armado y sus víctimas ¿Cuál será la posición del CMPR con respecto a cómo tratar la memoria histórica en una etapa pos-acuerdo?
–A esta institución le corresponde trabajar en torno a la memoria, la paz y la reconciliación con base en los principios internacionales de derechos humanos y las razones teóricas que dieron origen a este sitio, las cuales responden a las organizaciones sociales y de víctimas que le han dado vida.
Al hacerlo, seguramente tendremos una política y unas manifestaciones que se distanciarán frente a las personas que tengan posiciones negacionistas sobre el conflicto, ya sea en el CNMH o en cualquier otro lugar. Por ende, el CMPR no es un instrumento para que nosotros hagamos lo que responde a nuestra voluntad o querer.
–¿Qué se ha pensado en torno a la articulación del CMPR con los barrios y las comunidades de Bogotá?
–El principio con el cual se actúa aquí, por obligación y no por voluntad, es partir del reconocimiento de las organizaciones sociales. Nosotros no vamos a llevar la memoria histórica a los barrios, lo que vamos a hacer es reconocer a quienes están trabajando en el tema desde las distintas localidades y territorios. Acompañarlos, fortalecerlos y apoyarlos para generar mayor visibilidad, pues son ejercicios desde la sociedad civil para la construcción de paz en la ciudad.
El CMPR no es un dispositivo que le dice a la sociedad cómo construir memoria. El movimiento vivo es la sociedad, son las organizaciones sociales y populares, los colectivos ciudadanos, la academia, etc.; instituciones como el CMPR están para potenciar esos movimientos, abriendo espacios de fortalecimiento en la construcción de paz.
Movilización social ante la violencia
–Es preocupante el tema del asesinato de liderazgos sociales, con una cifra alarmante de excombatientes ¿Qué debe hacer la sociedad para parar la violencia contra las comunidades? ¿Cuál debe ser el compromiso de la institucionalidad para la paz, donde se resalta el CMPR para afrontar esta realidad?
–Lo que tiene que ocurrir por parte de la sociedad para que no haya más asesinatos de lideresas y líderes sociales, es una movilización de acción y pensamiento con el fin de no repetir esto ni hoy ni nunca.
El papel de las instituciones, y en especial del distrito, es apoyar y garantizar la movilización en defensa de la vida. Desde la filosofía de la memoria, lo que se espera en una democracia es la movilización activa ante las violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Yo creo que la movilización social, frente al asesinato de líderes sociales, tiene que seguir un poco la filosofía de la desobediencia civil que no significa que sea pacifista por ser pacifista, sino que se pueda prescindir de la violencia en la medida que este no es un mecanismo funcional para defender la vida.

Avanzar sin prescindir de la memoria
–¿En qué puede aportar el trabajo del CMPR para la implementación del acuerdo de paz?
–En lo personal, considero que el contenido transformador del acuerdo de paz no es para las FARC y el Gobierno nacional, sino para una sociedad activa que está reclamando sus derechos. Ahora, como institución del Estado y por obligación constitucional, tenemos que cumplir de buena fe con el acuerdo.
Significa que hay que considerar las diferentes políticas para hacerlo, discutiendo con las organizaciones sociales, las instituciones, las partes involucradas, para ver qué clases de acciones e iniciativas se pueden trabajar desde el CMPR con el fin de fortalecer el apoyo social a la implementación, la mejor comprensión sobre el sentido del acuerdo de paz y su razón de ser.
–¿Cuál es el papel de la memoria histórica en el actual momento político que vive el país?
–La primera misión y desafío de este momento es que no se retroceda en posicionamientos que se han ganado en los últimos años y que han permitido que se fundamente el acuerdo de paz y la profundización democrática que éste supone. Esos fundamentos mínimos tienen que ver con comprender que la victimización no es un costo necesario de la lucha política en Colombia, sino que la victimización es una cosa repudiable en el país que justifica que exista el proceso de paz.
El CMPR no puede permitir que se retroceda. Tiene que hacerse visible la historia, el dolor y el sufrimiento de las víctimas, como tiene que extenderse esa comprensión para que se entienda que esto no solo les pasó a ellas, sino al conjunto de la sociedad.
La segunda misión es avanzar. La juventud y la sociedad activa que se moviliza están incorporando comprensiones que no están desprovistas de memoria. Una sociedad que reclama la necesidad de movilizarse por la defensa de los líderes, por la defensa de la naturaleza, en contra de regresivas medidas económicas, etc., es una sociedad que necesariamente debe tener memoria. Si no es así, es muy fácil que se pierda el fundamento, la razón de ser de esas luchas.