La mujer que se jugó la vida junto a Manuel Marulanda

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Sandra Ramírez: En la lucha guerrillera vio varias veces la muerte a su lado.

Ana Elsa Rojas Rey

Sandra Ramírez es una de las tantas guerrilleras que la tocó la infamia de la desigualdad, jamás aceptó la miseria, ni permitió que la agobiara. Ella es menuda, con la sonrisa a flor de piel, sus vivaces ojos destellan de alegría cuando habla de su lucha revolucionaria, acompaña  cada  historia de su vida con delicados movimientos de sus manos como si también quisieran hablar. Es oriunda de Santander, provincia de Vélez, ingresó a la guerrilla a los 17 años como una opción de vida, es madre y abuela, su madre la orientó a tomar caminos distintos a los que ella le había tocado vivir, pues, fue madre de 18 hijos. Los recuerdos la invaden de nostalgia, como si fuera ayer lo vivido.

–¿Cómo conoció la guerrilla?

–En medio de esa situación tan difícil donde mis proyectos se desvanecían como agua por entre los dedos, yo quería ser médica, pero mis padres no contaban con los recursos para esta carrera, medianamente alcancé a hacer parte de la secundaria y no más, entonces por esos días empezó a llegar la guerrilla por ahí, me daba cuenta que había una mujer que mandaba, y los muchachos le cumplían órdenes, la relación de ella con los muchachos era muy fraternal, me llamó mucho la atención, y empecé a investigar con ellos mismos, por qué una mujer mandaba, eso me motivó a pedir el ingreso a la guerrilla. Fue la oportunidad antes de irme a la ciudad, a seguir sufriendo las humillaciones de doméstica o pararme en una esquina a vender el cuerpo, porque ese es el camino que se le presenta a la mayoría de las muchachas del campo.

–¿Cómo llegó a ser Manuel su compañero?

–Pues ambos éramos campesinos, allí ya hay un punto de encuentro, pero mis méritos no me hacían diferente a él, mi propósito era no ser la mujer de un comandante para depender de él, por eso tomé un curso de enfermera, que era parte de mis metas en la formación, para poder cumplir las funciones que la vida civil me negó. Lo amé profundamente, al igual que él a mí; fue muy dura su partida, murió en mis brazos, (se le quiebra la voz).

–¿Cuál fue el cargo más alto que llegó a ocupar en la guerrilla?

–En el Catatumbo hice equipo con otros compañeros, allí me desempeñé como mando aunque no fue un periodo largo, pero fue una experiencia muy importante, durante este largo tiempo estuve de radio operadora, función de la cual dependía la vida del movimiento, es una de las responsabilidades de mayor importancia, pues recibir la información y manejarla es poder de mando.

–¿Cuál fue el combate que más la impresionó, donde vio la muerte cerca?

–Con el camarada Marulanda tuvimos varios encuentros con el ejército, no fueron fuertes pero eran combates. Uno que me impresionó y me marcó fue el bombardeo tan desmedido cuando asesinan al camarada Jorge Briceño (el Mono) yo estaba cerca, fueron dos horas de constantes bombardeos, en esas dos horas vi la muerte a mi lado, instantes interminables.

–¿Qué pensaba en esos momentos de angustia?

–No pensaba ni siquiera en mi vida, sino en la información que el enemigo iba a tener si cogían todos lo aparatos que estaban a mi cargo y dos heridos al lado mío sin poderlos sacar.

–¿Cómo logró salir de ese bombardeo?

–En los campamentos teníamos trincheras, y minutos que nos daban las bombas, minutos que los aprovechábamos para avanzar, en otra ocasión también tuvimos la muerte muy cerca, nos detecta el ejército y se viene ese avión, con una descarga de bombas, yo lo que hice fue tenderme no más, un compañero que estaba a dos metros de mi murió producto de una esquirla, esas son fotografías que están en mi memoria, cayó otra bomba al lado mío y no explotó, si hubiera explotado no estaría contándole la historia.

–¿Cómo la escogieron para ir a La Habana?

–Me designaron por mis méritos, por la labor que había cumplido y la responsabilidad tan importante al lado del camarada Marulanda y después con el camarada Mauricio, nuevamente con el equipo de comunicaciones, pero mi fidelidad, mi disciplina, me hicieron merecedora de esta responsabilidad, no menos importante que las otras.

–¿Qué sintió al ver cara a cara a quienes combatió por 35 años?

–Bueno ya íbamos preparados para eso, íbamos a buscarle la solución al conflicto, a despolarizarlo, no a echar tiros.

–Indudablemente ese era el propósito de la negociación, ¿cómo los veía en ese momento?

–Pues, uno no deja de verlos como lo que son y a quienes representan, pero la misión era negociar. Poco a poco se fueron construyendo las confianzas, porque de lo contrario, no hubiéramos podido llegar a la negociación que llegamos.

–¿Por qué después de dos años de instalada la negociación, la mesa da inicio a la Comisión de Género?

–Al principio no se hablaba de la mujer, esta es una guerrilla por supuesto machista, ¿cuál es nuestro origen? pues campesino, en el campo los hombres mandan y las mujeres obedecen. ¿Qué ocurrió allí, después de que se hacen públicos los diálogos? Tuvimos la presión de las feministas y de las organizaciones de mujeres, pero también nosotras empezamos a reunirnos para evaluar el trabajo que hacíamos durante todos estos años.

Antes no, porque estábamos en la guerra y solo había tiempo para eso, para la confrontación, ser conscientes del papel de las mujeres en la sociedad no nace en la mesa de La Habana, allí tuvimos la oportunidad de enriquecer un tema que teníamos aplazado, nosotras no éramos ajenas a que hay una cultura machista.

En ambiente de diálogo conversamos entre nosotras, lo primero que se propone es crear la página fariana, hubo preocupación al principio por parte de los camaradas, por el cúmulo de trabajo que teníamos, pero siempre lo habíamos tenido, entonces ya no había motivos para aplazar más el tema. Se llevó la propuesta al Secretariado, lo aprobaron y luego iniciamos el trabajo para que a su vez lo aprobara la subcomisión de género.

La presencia de las mujeres farianas era cada vez mayor, esto facilitó mucho las cosas y en cabeza de la camarada Victoria Sandino se crea la subcomisión de género, que efectivamente permitió la transversalización en los acuerdos, revisamos renglón por renglón para que todo el acuerdo quedara como quedó, tanto en su forma como en sus contenidos.

–¿Cómo recibió la guerrillerada ese nuevo ingrediente de la política en los diálogos?

–Al principio muy apáticos, pero cuando se planteó y se explicó, caló en la guerrilla fue un tema de sensibilización y en esta discusión estamos, para nuestro Congreso. Por las mujeres hemos construido elementos muy importantes, hay radio operadoras, fotógrafas, comunicadoras, enfermeras médicas, odontólogas, unas verdaderas tejedoras de ideas.

–¿Por qué plantean ustedes un feminismo insurgente? ¿Es por que surge de la guerrilla o porque este tiene desarrollos teóricos?

–Por ambas cosas, no es igual dar una discusión en la cuidad o en los partidos políticos, que en una guerrilla, donde el poder es vertical, y estas discusiones no se permiten en una guerra. Para que un ejército sea eficiente, son las órdenes las que se imponen, lo segundo es que hemos estudiado los desarrollos teóricos de los distintos feminismos, sobre todo el latinoamericano y desde luego el europeo que han contribuido al fortalecimiento de una teoría de clase, que no se contrapone con las distintas teorías feministas, por el contario los hermana.

–¿Cuál fue el objetivo de la reunión que tuvieron a comienzos de esta semana?

–Un encuentro histórico, es la primera vez que nos reunimos las mujeres a discutir nuestros asuntos, fueron tres días, donde tocamos varios temas, reencontrarnos, saludarnos, ver cuáles eran los problemas que se presentaban en las zonas de ubicación de la guerrilla. Además, estamos felices por haber tenido este espacio, es impresionante cómo las mujeres se han empoderado del tema y como se disponen a asumir el estudio de las tesis del feminismo insurgente,  en ocasión del Primer Congreso para convertirnos en partido político, y salir airosas, no solo a defender nuestros planteamientos sino a desarrollar los acuerdos que serán la columna vertebral de nuestro futuro y el sobre todo del pueblo colombiano, ese fue el sentido de estos 60 años de nuestra lucha.