El 11 de noviembre de 1988 el grupo paramilitar Muerte a Revolucionarios en el Nordeste Antioqueño, MRN, al mando de Fidel Castaño, invadieron la población minera de Segovia, Antioquia y cometieron una de las masacres más escalofriantes en la historia. El director de VOZ en aquel momento viajó al lugar de los hechos y escribió la siguiente crónica
Manuel Cepeda Vargas
El viernes 11 de noviembre, a las siete de la noche, hicieron irrupción en el centro de la población minera de Segovia, Antioquia, grupos de sicarios que procedieron a disparar sus armas indiscriminadamente contra la ciudadanía, sembrando el terror. En Segovia asesinaron a 37 personas e hirieron a más de 50 y en La Cruzada (Remedios) asesinaron a seis. Es decir, 43 muertos.
De las 7 a las 8 y media de la noche los escuadrones acribillaron el centro y recorrieron luego diversos sectores, penetrando en las casas y ultimando a ciudadanos en su propio hogar.
Toda esta operación criminal fue realizada en medio de la complicidad del Ejército y de la policía, quienes observaron pasivamente (y complacidamente) como avanzaba la matanza, sin disparar un solo tiro contra los agresores, permitiéndoles luego que abandonaran tranquilamente la ensangrentada población, tomando rumbo a Medellín.
Esa misma noche y el sábado por la mañana, el comandante de la policía, capitán Jorge Eliécer Chacón, anunció mentira y sonoramente por Caracol y RCN que era “un ataque de las guerrillas” y que “la policía a su mando estaba asediada y respondía al ataque que se le hacía con rockets”.
El fabulador jefe policial agregó que los servicios de Telecom habían sido “volados” y que por eso Segovia se hallaba incomunicada. Mentiras totales. El frontis del cuartel policial está intacto.
La ira de la ultraderecha
La matanza de Segovia el viernes 11 de noviembre muestra un nuevo nivel en la ofensiva del fascismo en Colombia.
Este se atreve a atacar ya no en una aldea perdida ni a altas horas de la noche. Lo hace en una ciudad de la importancia de Segovia, a las siete de la noche y cuando diversos signos anunciaban su ataque hitleriano.
Aunque parece totalmente irracional su bestial agresión, va dirigida conscientemente a sembrar el pánico en toda la población, como venganza al reciente paro del 27 de octubre, al triunfo de la Unión Patriótica en las elecciones para alcalde y por la caída de su jefe, el general Rafael Samudio Molina, cuyas orientaciones “y planes” (lo dice textualmente) anuncian seguir.
Maridaje monstruoso
Está demostrada la complicidad clamorosa de las Fuerzas Armadas con el sicariato. El Batallón Bomboná y la Policía de Segovia miraron pasivamente el genocidio. Ni un tiro dispararon contra los monstruos. Ni un rasguño sufrieron en defensa del pueblo.
El ministro César Gaviria, tres días después de la matanza, cuando hasta el diario del paramilitarismo, El Tiempo, “sospecha” que fueron las bandas de ultraderecha, continúa diciéndole al país que “no sabe”. Debe caer este individuo, a todas luces juguete en manos del militarismo.
Y deben caer, también, el coronel Alejandro Londoño, comandante de la Base Militar de Segovia y el capitán Jorge Eliécer Chacón, comandante de la Policía de esa población y quienes aparecen implicados en la tenebrosa jornada del 11 de noviembre, pues actuaron como cómplices de los asesinos.
¿De dónde vinieron los matarifes? De las escuelas de sicarios que reconoció el propio DAS existen en Puerto Boyacá. Su jefe, Luis Rubio Rojas, coautor de las matanzas de Urabá y Córdoba, es ahora inspirador de la matanza de Segovia.
Está creciendo el tumor del fascismo. De Puerto Boyacá irradia al Magdalena Medio. Ahora avanza hacía el nordeste antioqueño. Que todos los hombres y mujeres de la democracia, el progreso y la paz lo comprendan. El fascismo recorre ahora en nuestra patria un camino similar al que tomó en otros países. Y tras atacar a los comunistas pasa a atacar a la población toda.
La espiral fascista se desarrolla. Y mañana puede abarcar a todos si no nos autodefendemos y si no la derrotamos. Contra esa perspectiva es el paro de tres días decretado por el pueblo de Segovia y al cual debemos apoyar con todas nuestras fuerzas.
La delegación
Desde el viernes 11, apenas se supieron las tremendas noticias procedentes de Segovia, las direcciones de la Unión Patriótica y del Partido Comunista hicieron gestiones para viajar al lugar de los acontecimientos y estar presentes al lado del pueblo segoviano.
El domingo 13 una delegación integrada por Gustavo Osorio, senador y vicepresidente de la CUT, el representante a la Cámara Hernán Motta, Gilma Valencia, Jaime Chavarro y Manuel Cepeda, más dos compañeros escoltas, se trasladó a la ciudad minera.
El domingo a las diez de la mañana la delegación aterrizó en la pista de helicópteros de la Base Militar de Segovia y regresó a Bogotá ese mismo día a las seis de la tarde. En la Base Militar fuimos recibidos por el mayor Báez, comandante del Batallón Bomboná y por otros oficiales.
La Base está a cinco minutos del centro de la población (cronometrados durante el viaje que hicimos desde ella hasta el centro segoviano). Numerosos soldados vimos en este fortín. Y a lo largo de la carretera asistimos al nutrido desfile de uniformados, vestidos de camuflaje, que avanzaban hacia la ciudad minera. Un soldado cada diez metros.
¡Muchos soldados el domingo! ¡Y ninguno el viernes sangriento!
La conspiración
Allí estaba la delegación del PC y de la UP, acogida cálidamente por ese pueblo. Periodistas de El Tiempo, de El Mundo, de El Colombiano y de varias cadenas nos dijeron: –Son ustedes los únicos que han venido.
El venenoso gobernador de Antioquia, Antonio Roldán, soltó el consabido chorro de babas diciendo que eran “criminales guerrilleros de las FARC y el ELN” los autores del genocidio. Hasta el momento no ha rectificado. Estuvo totalmente ausente del ensangrentado teatro de los hechos. Como igualmente estuvo carente de presencia el ambiguo ministro Gaviria.
Presente Remedios
En Segovia nos hallamos con todas las figuras del movimiento popular. Y también con el alcalde de Remedios, Carlos Rojo, quién acudió no solo a solidarizarse sino a elevar su voz de protesta por la matanza de seis personas, realizada por ese mismo grupo paramilitar, en el corregimiento de La Cruzada, correspondiente a Remedios.
Caracol y RCN, que habían quemado luces de bengala anunciando la “toma guerrillera de Segovia”, guardaban total mutismo ahora. Se dedicaban, apenas, a recontar las incidencias del reinado de belleza de Cartagena.
Torneo de fantasía en Cartagena. ¡Y de desolación en Segovia!
