“Los ataques y amenazas que recibieron las sedes de varios partidos de izquierda en Bogotá, este jueves, son actos inaceptables que deben ser rechazados con vehemencia”. Lo dice el editorial de El Espectador del sábado 12 de octubre. La sede del comité central del Partido Comunista Colombiano, PCC y, asimismo, de la Unión Patriótica ha sido objeto de un ataque terrorista, con el claro propósito de incendiarla, por parte de la extrema derecha, que con su política anticomunista nos ha regresado a la época del terror de los años 90.
Lo expresado en el mensaje, “regresamos”, traduce la realidad del retorno uribista: rearme paramilitar con decreto ad hoc, alianzas con los bandidos autorizadas por el comandante del Ejército, para falsos positivos y acuerdos de la cancillería con paramilitares, para la agresión a Venezuela. El uribismo se ofrece electoralmente como la barrera contra el socialismo y busca sembrar terror al pueblo hacia una izquierda, que, supuestamente ha destruido al país, pero sin haber gobernado nunca.
El pretexto anticomunista vuelve al primer plano en la estrategia de persecución y represión política de la oligarquía gobernante contra el pueblo colombiano. El paramilitarismo, en todas sus formas y variantes, se “legitima” en una campaña electoral sangrienta como soporte de la reproducción del régimen. Su desmonte, sin más excusas, es condición de la implementación de la paz.
Durante los últimos 38 años el Partido Comunista ha batallado, incansablemente, por una solución política para la paz con justicia social. Suscrito el trascendental Acuerdo Final de Paz entre el gobierno de Santos y las FARC-EP, este partido respalda toda acción por la implementación, el cumplimiento pleno de los acuerdos, el respeto por la vida de los excombatientes, de los líderes y lideresas sociales y defensores(as) de derechos humanos.
Es en medio de esta confrontación social y política del postacuerdo, en la que el Partido Comunista ha presentado la denuncia del anticomunismo y del genocidio político continuado para impedir su existencia, mediante el exterminio de sus militantes, la destrucción de sus sedes, la estigmatización de su política y el uso del pretexto anticomunista para contener la inconformidad popular y dividir al pueblo.
El derecho a la verdad histórica y a la no repetición es pieza clave para la paz democrática con justicia social y se inscribe en el proceso hacia la democracia avanzada con perspectiva socialista, a la que no renunciamos.
El centro de la actual campaña electoral se enfoca en la necesaria lucha por la democracia en el país. Defendemos el derecho a la vida y a la libertad política para todos los ciudadanos, movimientos sociales y partidos políticos, sin ninguna excepción. El PCC se opone a la guerra que pretenden armar contra Venezuela y rechaza el desconocimiento soberano a la autodeterminación de su pueblo por parte de la injerencia yanqui y uribista.
Igualmente, apoya los acuerdos programáticos de la Colombia Humana – Unión Patriótica – Mais en el territorio nacional y en la ciudad de Bogotá, y la candidatura que los representa a la Alcaldía Mayor, la de Hollman Morris.
Respalda, además, a la joven candidata Heidy Sánchez, al Concejo de Bogotá, en la lista conjunta que materializa la convergencia. Heidy es producto de la Juventud Comunista, de la disputa por los derechos de los jóvenes y de la experiencia militante que vincula el estudio con la lucha y con la disposición de servir a las y los trabajadores y al pueblo en general. Los relevos generacionales han sido puestos en marcha en esta campaña, no hay paso atrás, el Partido Comunista se renueva, sí o sí.
La unidad del PCC, en algún momento, habrá de hacer parte de esa renovación en proyección estratégica. Y los esfuerzos unitarios con la Unión Patriótica van a seguir apuntando en dirección a la construcción del gran frente amplio para vencer.
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