Durante los días 19, 20 y 21 de agosto de 2017, aproximadamente dos mil jóvenes provenientes de distintas regiones del territorio nacional, incluyendo jóvenes excombatientes de las FARC-EP, delegados por sus Zonas Veredales Transitorias de Normalización, se dieron cita en Medellín, en el XI Festival Nacional de la Juventud. A la capital Iberoamericana de juventud llegaron las delegaciones con el ánimo de recomponer el tejido social, roto por la guerra extendida por más de medio siglo, y que hoy asoma a su fin, trayendo consigo un nuevo capítulo, para el pueblo colombiano, y de manera especial para los jóvenes.
En medio de las manifestaciones deportivas, artísticas y culturales, los asistentes abrieron espacio para la discusión, que se inició con el panel denominado “Jóvenes y construcción de paz”, presidido por Daniel Ramírez de la Alta Consejería para el Posconflicto, Dennys Guedez, delegado internacional y miembro de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela, Víctor Correa representante a la Cámara por el departamento de Antioquia, y Benkos Biohó, comandante de las FARC-EP, quienes abrieron la discusión en torno al rol de los jóvenes en la construcción de la paz para Colombia.
Así mismo, en el evento hicieron presencia, Roosevelt Yépez por la Procuraduría General de la Nación, Juan Carlos Reyes director de Colombia Joven, Jaime Caycedo, Secretario General del Partido Comunista Colombiano, Ligia Inés Alzate, Edwin Murillo de la Organización de Estados Iberoamericanos, quienes saludaron el Festival y participaron en las deliberaciones, que se estructuraron en tres grandes ejes, a saber: Políticas públicas y participación juvenil, Jóvenes y posacuerdo, y Derechos juveniles.
Un adiós definitivo a la guerra
La vida de miles de jóvenes ha sido arrebatada por la guerra, señalaron los jóvenes en las mesas de discusión. “Nos han vuelto víctimas de un conflicto que no pedimos y nos han convertido en las cifras del despojo, del desempleo, de la inequidad y la exclusión. La guerra se dedicó a cortar flores para llenar los cementerios, a cegar las utopías para evitar la democracia y a cercenar la esperanza para evitar que reclamáramos un derecho”, señala la relatoría.
Según lo discutido, la continuidad de la guerra no es más que el desarrollo mezquino de intereses individuales, que pretenden forzar a la población a continuar en conflictos bélicos, para promover economías y generar riquezas en desmedro de los más desposeídos, de aquellos olvidados en los rincones más inhóspitos del país, donde las oportunidades parecen ser productos de la ficción, y no una realidad para ellos.
Consideran los jóvenes, que el acuerdo de paz logrado entre el Estado Colombiano y la insurgencia de las FARC-EP, es un gran paso para avanzar hacia los cambios que traigan una nueva forma de vivir para la juventud. Por esa razón volver a la guerra sería condenar a las futuras generaciones a mantenerse en el oprobio de la exclusión y vivir en un mundo sin posibilidades de acceder a la educación, a un trabajo digno, a la cultura, la recreación y al deporte, elementos mínimos para una vida digna. Por eso los jóvenes asistentes al festival, hacen un llamado a exigir el cumplimiento de los acuerdos de paz entre las FARC y el ELN, así como al avance de las negociaciones con el ELN y el EPL.
La paz es derechos efectivos para los jóvenes
El Festival Nacional de la Juventud, señaló que el fin de la guerra, debe ir de la mano de una redistribución de los recursos económicos y políticos, que fortalezcan la inversión social y aceleren los esfuerzos para superar la desigualdad, en la que viven gran parte de los jóvenes. En virtud de ello, se propone como algo urgente garantizar para la juventud, los siguientes aspectos:
En primer lugar, el acceso a la educación real y efectivo para el conjunto de las y los jóvenes colombianos. Redirigir el presupuesto general de la nación para tener un sistema educativo de acceso universal y gratuito en todos sus niveles, que, de forma progresiva, gradual y continua, garantice a los jóvenes del campo y la ciudad, el acceso a la educación en todos sus niveles. En segunda medida, el trabajo en condiciones dignas para la juventud colombiana, fortaleciendo la economía del país y dar pasos definitivos en la erradicación del desempleo y la informalidad. Reconocer, las desiguales condiciones laborales concebidas para los jóvenes, y lo costoso que resulta, en esas condiciones, superar los niveles de pobreza. Y con lo anterior, mayor inversión para el desarrollo de la cultura, el arte, el deporte, la ciencia y la investigación como elementos necesarios para la formación integral de las y los colombianos.

De igual manera, la desmilitarización de la vida juvenil ha de ser una prenda de garantía para la no repetición de la vinculación de los jóvenes en la guerra. Eliminar la visión criminal de la juventud. Debe haber una elaboración normativa menos punitiva, en vez de estigmatizar, perseguir y sancionar las expresiones y las resistencias juveniles. De igual manera desmontar el Esmad, como instrumento represor de la protesta y la movilización social, privilegiando el diálogo como mecanismo idóneo para la resolución de los conflictos sociales.
En estos elementos convergen los distintos procesos juveniles del orden nacional y territorial, que asistieron al Festival, quienes además le apuestan a construir una nueva institucionalidad juvenil para la paz y la reconciliación.
Un llamado a la unidad y a la movilización de la juventud
En el Festival participaron organizaciones juveniles, del orden político, gremiales, ambientalistas, deportivas, culturales, religiosas, de mujeres jóvenes, Lgbti, así como plataformas municipales y departamentales de todo el país. Quienes a partir de sus reivindicaciones particulares y sus realidades concretas, ubicaron un aspecto en común, y es la necesidad de una apertura democrática, que permita una participación real de los jóvenes, en las definiciones políticas del país, y sobre todo cuando esas definiciones determinan la vida de los jóvenes. “…No aceptamos por ningún motivo, ser simples consultores, adornos de mesa para las políticas públicas, leyes, decretos juveniles y los planes de desarrollo. No compartimos el eufemismo de democracia que se nos da a partir del estatuto de ciudadanía juvenil. No queremos ser únicamente consultados, queremos ser determinadores de las políticas y los recursos que se destinan para nuestro porvenir…”, señala la declaración política del Festival.
En tal sentido, desde el Festival de la Juventud, se hace un llamado a la unidad y a la movilización de las más diversas expresiones organizativas de los jóvenes colombianos, con el fin de allanar los caminos que conduzcan a una nueva realidad para los jóvenes, independientemente de sus roles y estilos de vida.
Por lo anterior propone el Festival, la creación de la red nacional de plataformas juveniles, que trascienda más allá del institucionalismo, y recoja subjetividades juveniles distintas a las que hoy existen; la realización de la Primera escuela nacional de liderazgo juvenil; y la realización de la marcha nacional por los derechos juveniles.
Organizaciones juveniles latinoamericanas
El Festival de la Juventud, contó con la participación de organizaciones juveniles latinoamericanas, que lo convirtió también en un escenario para el intercambio de experiencias, y estrechar lazos de fraternidad entre los jóvenes de la región.
Eduardo Antonio Santos, miembro de la dirección nacional de la Juventud del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Jfmln) de El Salvador; Dennys Guedez, militante de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela y miembro de su dirección nacional (Jpsuv); y David Andrade, Secretario Nacional de la Juventud de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (Jurng), integraron la delegación internacional participante en el Festival.
Los delegados internacionales, manifestaron llegar al XI Festival Nacional de la Juventud, con mucha expectativa, por el momento que está atravesando Colombia, situación que sin duda, es determinante para Latinoamérica.

Eduardo A. Santos, señala que su organización (Jfmln) aceptó la invitación a participar en el festival de los jóvenes colombianos, toda vez que en su país, El Salvador, hace veinticinco años, se firmó la paz. Después de un proceso de negociación, consideraron importante compartir en el Festival, la experiencia salvadoreña en el tránsito de la guerra a la paz y el papel de los jóvenes, en ese propósito. “Aceptamos la invitación de los hermanos colombianos de participar en su Festival, porque queremos compartir el momento trascendental que atraviesa este país, cómo ha sido la experiencia de El Salvador después de la firma de la paz, que los colombianos, y sobre todo los jóvenes, comprendan el reto que tienen ante sí, en un momento en el que no pueden dejar escapar la paz, para poder generar las transformaciones sociales que requieren”, señaló Santos.
Por su parte, David Andrade, hizo un llamado a la unidad, a la organización y la lucha de los jóvenes colombianos, por las reivindicaciones sociales. “Nosotros tenemos mucho en común con el pueblo colombiano. En 1996 nosotros también firmamos la paz, y son muchas las experiencias que podemos compartir. Notamos en este festival que los jóvenes están haciendo un aporte trascendental para la paz y los cambios democráticos en Colombia, se la están jugando por la paz, y ese es un mensaje muy bonito para los jóvenes latinoamericanos, más aun cuando se percibe un ambiente hostil, generado por las pretensiones de Estados Unidos, en intervenir en los procesos autónomos de los países de Latinoamérica”. Fueron las palabras del Secretario Nacional de la Jurng.
Igualmente, Dennys Guedez mencionó que se llevan una grata impresión, por el papel demostrado por los jóvenes asistentes al Festival, en la tarea de la paz. “Yo pertenezco a la juventud de un partido que dirige una revolución en mi país, y que a su vez está comprometido con la paz de Colombia, la hermandad de nuestros pueblos y la construcción de la patria grande de Bolívar. Por eso nos llena de satisfacción, ver como el movimiento juvenil en Colombia, se está recomponiendo para luchar por sus derechos, ver como la juventud colombiana se mantiene pese a la persecución y la represión, ver que se organizan a luchar por una Colombia distinta. Y eso es un paso importante también, en la necesidad de defender la autodeterminación de los pueblos, sus derechos y su soberanía; defender la libertad y la dignidad de su pueblo, que es lo que estamos haciendo nosotros en nuestro país.
Al final el llamado de todos, fue la unidad del movimiento juvenil, por la conquista de sus derechos y la creación de lazos de fraternidad entre los pueblos latinoamericanos, en defensa de las agresiones provenientes de Estados Unidos.
A construir nuevos tejidos de reconciliación
Al final, la realización del XI Festival Nacional de la Juventud, le permitió a muchos jóvenes reencontrarse para sonreír, enamorarse, discutir y soñar con la posibilidad de volver a tejer los delicados hilos de la reconciliación, ayer cortados por la exclusión y el olvido. Jóvenes que llegaron de campos y ciudades, atravesando la geografía nacional, para encontrarse en la ciudad de la eterna primavera y tomar la firme decisión de nunca permitir que se desvanezca la mirada de futuro, y las ansias de transformar el país y hacerlo digno para cada uno de las y los colombianos. “Nuestro compromiso es comprender y corregir lo que dio origen y desencadenó el horror de la guerra para que nunca más las balas sieguen nuestro andar. Nuestra generación que está dispuesta a avanzar hacia la reconciliación con tal determinación, que nuestros esfuerzos podrán aportar decisivamente a la consecución de una paz estable, duradera y completa,” señala la declaración política.