“La paz no puede ser una utopía”

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Yéssica Hoyos Morales.

La segunda delegación de víctimas que visitó la mesa de conversaciones exigió a las partes un cese al fuego y no levantarse de la mesa hasta llegar a un acuerdo

Yéssica Hoyos Morales.
Yéssica Hoyos Morales.

Hernán Camacho

“Soy Yéssika Hoyos Morales, hija de Jorge Darío Hoyos Franco, quien fue un hombre alegre, soñador, comprometido con la búsqueda de un país más justo y en paz”. Así empezó la intervención de la defensora de derechos humanos e integrante de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, en La Habana, en el marco del segundo ciclo de audiencias que las víctimas tuvieron con las delegaciones de paz de las FARC y el gobierno nacional. VOZ habló con esta abogada, quien no ha descansado en su lucha por acabar con la impunidad que resguarda el asesinato de su padre; uno de los 3.058 casos de violaciones de derechos humanos a sindicalistas en Colombia.

–Yéssica, bienvenida a VOZ. Usted hizo parte de la segunda delegación de víctimas que viajan a Cuba. ¿Cuál es el grado de importancia de estas visitas y en particular estar en ese grupo?

–La experiencia es única e importante. Estar entre el grupo de 60 víctimas representando a seis millones es un grado de responsabilidad difícil de calificar. Y el estar allá cara a cara con las delegaciones es muy valioso por el hecho de poder escuchar a las víctimas, considero que un paso en la dirección correcta si se quiere alcanzar la paz del país. Pues así lo han manifestado: que las víctimas deben ser el centro del proceso. Y es importante también la voz de las víctimas de crímenes de Estado, pues por décadas hemos estado al margen, se nos ha intentado callar e invisibilizar.

Las víctimas visibles

–¿Se empezó a hacer visible ese tema?

–Hoy en Colombia aún se cree en la absurda tesis de algunas manzanas podridas al interior del Estado, cuando son evidentes los planes sistemáticos que perduran en el tiempo para asesinar, desaparecer y violentar los derechos por parte del Estado. Si tenemos voz podemos decir que estamos avanzando.

–La pregunta cambia entonces: ¿Que el Estado no haya reconocido por décadas las víctimas de sus crímenes hace pensar que el escenario de La Habana sea propicio para hacerlo?

–Yo creo que es el paso previo para que el Estado reconozca eso. Nos están escuchando pero aún no reconocen que existe una política que ha cometido crímenes desde el Estado. Hablar de casi tres mil sindicalistas asesinados no se puede decir que son hechos aislados. Pero hasta la fecha el Estado no ha aceptado su culpa. Pero, insisto, es un buen paso que las víctimas de crímenes de Estado estemos en La Habana.

–Se despertó una polémica en el país que llevó a que algunos sectores políticos calificaran a las víctimas como de primera o segunda. De hecho se dijo que no había razón para que las víctimas del Estado o el paramilitarismo reclamaran presencia en el proceso de paz. ¿En el viaje que acaba de hacer se mostró alguna división entre las víctimas de Estado y las de la insurgencia?

–Una de las mejores experiencias fue esa, la unidad entre las víctimas. Cada una de las víctimas iba con su dolor, cada una de las víctimas llegó con propuestas pero todas sobre la base de un respeto mutuo, un entendimiento, pues todos hemos sufrido un dolor muy fuerte que ha marcado nuestras vidas. Todos fuimos capaces de unirnos en torno a una premisa: exigirles a las partes no levantarse de la mesa hasta no llegar a un acuerdo final. Todas las víctimas entendemos que estos hechos no pueden volver a ocurrir, como lo dijimos en el comunicado; necesitamos la firma del fin del conflicto para empezar a construir la paz y un mejor país.

Cese al fuego bilateral

–En la rueda de prensa que ofrecieron en Cuba, ustedes manifestaron de manera reiterada la necesidad de un cese al fuego. ¿Qué podemos reflexionar sobre esa propuesta?

–Tengo que resaltar que cuando arrancamos las reuniones en La Habana, y propusimos que se iniciará un cese al fuego bilateral, el vocero de las FARC, Iván Márquez, señaló que ellos seguían estudiando la posibilidad de una fórmula para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, la delegación del gobierno guardó silencio. Al regresarnos a Colombia el presidente Juan Manuel Santos declaró que no tenía contemplada la posibilidad de un cese al fuego. Creo que es importante que las conversaciones se lleven en un ambiente menos hostil y sobre todo en un ambiente que no genere más víctimas. Por cada acto de guerra del conflicto se corre el riesgo de que se acabe la mesa de conversaciones y eso no puede pasar.

–¿Cómo sintieron el trato de la prensa internacional en La Habana? Se lo pregunto porque el cubrimiento de su visita fue mezquino en la gran prensa nacional.

–Yo creo que la comunidad internacional está muy a la expectativa, sobre todo porque este proceso es una experiencia casi única donde la voz de las víctimas está en él y eso, a mí juicio, es muy novedoso.

Sujetos políticos

–Después de estas visitas la sociedad colombiana debe entender que las víctimas son sujetos políticos y deben ser calificados así.

–No solo por las delegaciones que han visitado La Habana y por las que faltan por ir, sino por todo el trabajo que se ha hecho a lo largo del tiempo. La sociedad colombiana tiene que entender que las víctimas somos sujetos de derechos, activos y también políticos. Pero la sociedad entera también ha sido víctima.

Todos los hechos de la guerra han afectado a la sociedad, el hecho de que haya ocurrido el genocidio de la Unión Patriótica, que se haya asesinado a sindicalistas, que se estigmatice la oposición son síntomas de una ausencia de real democracia y eso afecta a todos. Yo lo que aspiro y espero es que la sociedad comprenda que la paz no puede ser una utopía, que somos todos los llamados a apostarle al proceso de paz, pues la solución política al conflicto no va ser el beneficio de unos pocos, sino de toda la sociedad.

Sigue el camino

–Las cinco visitas a la mesa de conversaciones no han sido el único escenario para las víctimas. ¿Cómo calificar los foros previos?

–A través de los foros de participación organizados por la ONU y la Universidad Nacional se pudieron construir muchas propuestas en torno a la paz y los derechos de las víctimas. Propuestas tan importantes que las partes sentadas en la mesa de conversaciones se comprometieron a estudiar y esperamos que no solo se estudien sino también las acojan. De allí salen las propuestas para resarcir los derechos que tenemos las víctimas y también las iniciativas para transformar la sociedad. La paz no llega solo con la firma de los acuerdos, la paz se construye y las víctimas son los cimientos de esa paz y de una construcción real de democracia.