La pluma de Quino, una reflexión gráfica

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Todos los dibujantes de mi generación aprendimos y nos inspiramos en los trazos de Quino. Tendría yo unos siete años cuando vi por primera vez un dibujo suyo, por supuesto quedé encantado

José Alberto Martínez – “Betto”
@bettoespectador

Cuando se empieza a tener pensamiento crítico a través de una tira cómica se arranca bien. Y para ello ayuda Mafalda quien es una mezcla bien batida de buen dibujo, sentido del humor y crítica social. Todo está dado para reflexionar sobre injusticias, consumismo, diferencias de clase y muchas otras cosas más que no han cambiado desde hace mucho tiempo.

Por si no lo sabían, a Mafalda no le gusta la sopa es porque sencillamente eso es la dictadura, era su recurso para referenciar el momento trágico de Suramérica en los años 70. Tenerse que tragar algo que no le gusta.

Para eso sirve el dibujo humorístico, para evidenciar al poderoso que por cierto no tiene sentido del humor, como diría Roberto Fontanarrosa, hacer dibujos en medio de un régimen militar era meter el gol, inventarse la manera de publicar un dibujo satírico sin que el establecimiento se diera cuenta.

Por eso, los estados opresores sí que le tienen miedo a la burla y al humor, eso no se lo soportan, saben que ese tipo de arma es más letal que el mismo plomo. Quedar en ridículo frente a la sociedad es terrible para ellos. Mafalda nunca señala, simplemente pregunta con ironía y sarcasmo, más que tira cómica, lo que elaboraba Quino es más bien una reflexión gráfica.

Quino, tímido, de pocas palabras, humanista y filósofo gráfico proyectó a través de una niña brillante todo su inconformismo, se nota su posición política. No se crea que Joaquín Salvador Lavado, Quino, era simplemente un dibujante simpático, era todo un pedagogo con sus dibujos; lograr que las nuevas generaciones de su época comprendieran lo mal que estaba todo en esos años, ya era un resultado magnífico.

Afortunadamente Quino no desapareció por cuenta del Establecimiento, tal como le sucedió a Héctor Germán Oesterheld guionista de El Eternauta, obra estupenda de cómic argentino que ilustró Francisco Solano López.

Así son las dictaduras, una sopa horrenda llena de ingredientes nefastos. ¡Y cuidado con quien no se la quiera tomar! Siempre es un castigo. Si no te tomas la sopa… utilizan todos los métodos posibles para embutir toda la porquería a quienes se quieran resistir.

El humor como arma política es lo único que queda, todo el mundo lo disfruta, lo comprende y por supuesto reflexiona, sirve para liberar tensiones en medio de situaciones difíciles.

Un maestro

Tengo 52 años y sin duda alguna todos los dibujantes de mi generación aprendimos y nos inspiramos en los trazos de Quino. Tendría yo unos siete años cuando vi por primera vez un dibujo suyo, por supuesto quedé encantado. En la Enciclopedia del humor, volumen uno, vi una viñeta que me dejó impactado y con el tiempo vine a saber que quien la había hecho era el autor de Mafalda. En resumen, conocí primero su trabajo de humor gráfico que a la niña entrañable que todos identificamos.

La “Citroneta” vehículo Citroën 2CV, fue el punto de partida para disfrutar más de esos dibujos, debido a que en Colombia no se veían esos carros. En Chile y Argentina ese modelo era como decir para nosotros el Simca de la época. En un viaje a Chile en 1974 con mi familia, conocí ese auto que el papá de Mafalda había comprado con mucho sacrificio y del cual Quino sacó una entretenida serie de tiras cómicas. Por ese detalle, sentía yo que estaba más cerca de ella, de alguna manera para ese entonces tendríamos más o menos la misma edad, aunque a mis compañeritos del salón ese coche no les decía nada.

No tengo fotografía, ni autógrafo o caricatura para presumir del maestro, así sea un poquito. No lo conocí, pero puedo dar certeza de que le conozco desde este hermoso oficio de la caricatura y el humor gráfico, varios de mis dibujos pueden dar fe de ello, como dice un amigo, “No soy Jehová, pero tengo testigos”

Así como le sucede a la mayoría de los músicos que inician su carrera imitando a su banda favorita, a los dibujantes, creo, nos pasa lo mismo. En esta indisciplina le robé a Quino las texturas de los trajes de sus personajes, también los hombres de gafas y desde luego la manera de hacer las manos.

Nunca acaricié la idea de poderlo entrevistar, pero sí de agradecerle por inspirarme.

Ya se fue, pero en mi estudio está. Hoy me encuentro en el club de los que no le conocimos, pero es el mismo grupo de los que hoy y siempre le seguiremos disfrutando.

Tengo una plumilla con encabador rojo, marca BIC referencia 1770 que un primo me trajo de París y que justamente es igual a la que aparece en la carátula del libro Esto no es todo, de ediciones La Flor, allí se ve a Quino volando hacia otra dimensión. Me alegra mucho tener ese fetiche, porque cuando se es dibujante uno cree que, teniendo la misma herramienta de los grandes, los dibujos saldrán de la misma manera. Maestro, buen viaje sobre esa pluma.

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