La pobreza y la desigualdad amenazan la democracia

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El atraso económico y social, debido a la exagerada concentración de la riqueza, genera pobreza en la población colombiana. Foto J.C.H.

Colombia está lejos de superar la triste realidad del atraso y la pobreza. La discriminación y la concentración de la riqueza son serios obstáculos

Unidad Investigativa VOZ

Departamento Adminis­trativo Nacional de Estadís­tica, DANE, acaba de revelar las cifras del comportamiento económico y social del país en 2016 en que reconoce la disminución de la riqueza, pero en medio de cifras contradictorias que chocan con las que presentan otras entidades del Estado colombiano y de organimos regionales e internacionales.

Sin embargo, para el Gobierno Nacional y para el DANE mismo las cifras dejan preocupaciones porque  “la pobreza hubiera podido ceder más”, pero la Casa de Nariño no ocultó el frenesí porque los programas oficiales, según sus inquilinos, le están torciendo el cuello a la miseria y al atraso.

Según el Dane, la pobreza multidimensional en 2016 fue de 17.8 por ciento, es decir, se redujo en 2.4 puntos con relación a 2015. Con estas cifras, celebran en las alturas gubernamentales, que la pobreza pasó de 5.609.000 personas en 2010 a 4.068.000 en 2016. Casi un millón y medio de menos pobres en cinco años en las alegres cifras oficiales.

De otra parte, la pobreza monetaria en 2016 fue de 28%, mientras que en 2015 fue de 27.8 por ciento. La pobreza extrema es de 8.5 por ciento. En las cabeceras municipales pasó de 7.9 por ciento en 2015 a 8.6%. Y en los centros poblados en 2016 fue de 18,1 % y en 2015 de 18 por ciento. El aumento, según dicen, fue debido a la inflación del año pasado.

Para efectos de una mayor comprensión citamos las definiciones del Observatorio de Desarrollo Económico de Bogotá de los conceptos de pobreza monetaria y pobreza multidimensional:

Pobreza monetaria: “El cálculo de la pobreza monetaria se realiza desde una perspectiva unidimensional, esta consiste en medir a los pobres desde la dimensión del ingreso como única aproximación al bienestar económico. En esta metodología se definen dos umbrales: la línea de pobreza y la línea de pobreza extrema (antes llamada de indigencia). Estas líneas definen el ingreso mínimo necesario para adquirir una canasta de bienes considerados indispensables para el hogar. Estos umbrales comparados con el ingreso del hogar definen a los pobres y no pobres, así como a los pobres extremos.

Pobreza multidimensional: “Esta medición surge como complemento de los indicadores de pobreza medidos por ingresos. Según el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, un índice de pobreza multidimensional identifica múltiples carencias a nivel de los hogares y las personas en los ámbitos de la salud, la educación y el nivel de vida. Para su cálculo, se utilizan los micro-datos de las encuestas de hogares, y en nuestro país, los resultados se derivan de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida- ENCV- que realiza anualmente el DANE, donde se miden cinco dimensiones y 15 indicadores”.

Cuentas alegres

En la encuesta última del DANE es en la pobreza monetaria donde no le va bien al Gobierno, porque disminuye el ingreso en forma leve, según dicen debido a la inflación, pero estudios estructurales revelan que al 61.7% de los colombianos el ingreso solo le alcanza para subsistir. La encuesta deja ver situaciones catastróficas como el caso del Chocó donde el 50 por ciento de la población es pobre. Así como en el campo la pobreza es del 40 por ciento.

Otros datos: El desempleo es del 10.5 por ciento; el Producto Interno Bruto es del 2.0%  (para el Banco de la República es del 1.59%) y el Índice de Precios al Consumidor fue de 1.01 en febrero de 2017.

La población colombiana es de 47.343.000 habitantes y la Población Económicamente Activa (PEA) es de 24.290.690. El 68% de la PEA es informal. No son trabajadores formales en el estricto sentido de la palabra. Tienen un empleo inestable y sin seguridad social en su mayoría.

El coeficiente Gini pasó de 0.522 en 2015 a 0.517 en 2016 en el total nacional. “El coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno)”.

En el caso de Colombia es evidente la desigualdad pues se acerca más a 1 y está lejos de 0. Se deriva del desempleo, de los bajos salarios, bajo nivel de escolaridad, de la corrupción y de la exclusión a sectores regionales y “minorías”.

De la PEA el 32.9 % tiene educación media; el 23.3% la primaria; el 6% la básica secundaria; el 10.9% la técnica profesional o tecnológica; el 7.7% universitaria; y el 3.3% postgrado.

La desigualdad

Colombia es uno de los países con mayor índice de desigualdad en el mundo. Así lo aseguran organismos internacionales y la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de las Naciones Unidas. Según esta, la concentración de la riqueza es superior a las cifras oficiales. El 1% de la población concentra el 40% de la riqueza y del ingreso. El 60% restante se distribuye entre el 99% de la población colombiana.

Para el DANE y por ende para el Gobierno Nacional una persona que tiene un ingreso de $211.807 supera la línea de pobreza, algo totalmente absurdo, pues esa suma ni siquiera llega a la mitad del valor de la canasta familiar,

Colombia tiene uno de los gastos sociales más bajos del planeta, afectado por la economía de guerra y el enorme gasto militar que no se reduce ni siquiera con los anuncios exitosos de los procesos de paz, tanto con las FARC-EP, ya firmados, como con el ELN en trance de lograrlos a través de los diálogos en Ecuador. Hay un esfuerzo muy limitado para combatir la pobreza. Los contrastes son alarmantes en ciudades como Cartagena de Indias en donde la ciudad histórica, abierta al turismo internacional, nada tiene que ver con los cinturones de pobreza cerca del centro de la capital de Bolívar y en la periferia.

La pobreza ¡ahí!

La pobreza extrema está ahí. No cede en las grandes ciudades y en el campo, una industria desmantelada y un campo precarizado y olvidado, alberga cuadros de atraso, desolación e indigencia. En Bogotá la represión contra la Calle del Cartucho o el Bronx no sacó de la circulación a los pobres que las habitan y menos aún a las mafias de delincuentes atrincheradas en estas “poblaciones”, las diseminaron por la ciudad y hoy existen pequeños cartuchos o Bronx que reflejan que la Bogotá del futuro está afectada por estos dramáticos fenómenos sociales.

Son factores sociales tratados a través de la represión y la discriminación, que afectan la democracia y la justicia social. Son realidades de la Colombia del siglo XXI que busca con afán la paz, pero que será difícil consolidarla si no está acompañada de democracia y mejores condiciones sociales.

Difícil lograr justicia social con la aplicación de la política neoliberal y de un capitalismo salvaje que arrasa con los derechos de los trabajadores y del pueblo en beneficio de los grupos económicos, del capital financiero, de las trasnacionales y del pequeño círculo oligárquico que domina el poder y está al servicio del imperialismo de Estados Unidos.