Gabriel Becerra Y.
@Gabocolombia76
Iván Cepeda ha hecho durante los últimos días algunos pronunciamientos importantes relacionados con la necesidad de avanzar en la concreción de una gran convergencia política para ser gobierno alternativo en el país.
El agravamiento de la situación nacional ha hecho que en todo el espectro político la pregunta por el cambio tome fuerza. Desde la izquierda y sectores progresistas en las primeras reuniones se comienza a hablar de una “hoja de ruta” que incluya la posibilidad de unos primeros pronunciamientos, algunos eventos y la discusión desde ya de ciertas iniciativas, ideas programáticas y mecanismos que puedan ayudar a concretar esa posible convergencia.
También ya son oficiales algunas precandidaturas y avanzan recorridos nacionales de otros aspirantes y dirigentes, en el contexto de la realización de los congresos partidarios que deberán tomar decisiones al respecto, previstos en su mayoría en el transcurso del presente año. Aun así este nuevo esfuerzo hasta ahora comienza.
Persisten desconfianzas, estilos, debates y los efectos de decisiones que a la luz de la experiencia fueron equivocadas en los intentos unitarios del pasado reciente.
Una inmensa base social y política espera se pueda derrotar por primera vez el proyecto continuista de las élites, cada vez más desprestigiado. Para ello, es necesario desatar nudos que lo siguen impidiendo, entre otros, diferencias programáticas, el tipo de relacionamiento con algunos gobiernos locales y fuerzas políticas, el papel del movimiento social, las reglas de juego y el comportamiento de los principales dirigentes y candidatos.
El reto debería trascender el objetivo importante pero limitado de acordar una alianza electoral más, y proponerse construir en medio de la diversidad, una verdadera alternativa política unitaria de gobierno y poder, viable, triunfadora y sostenible en el mediano plazo.
La oportunidad está servida. El deterioro del mandato de Iván Duque es indiscutible. Sin llegar a la mitad de su periodo, el nivel de desaprobación de su gestión llega al 71% según la más reciente medición de la empresa Gallup. Y tan solo 2 de cada 10 colombianos lo respalda.
Está comprobado que Duque es un presidente sin capital político propio, atado ideológica y orgánicamente a su mentor y a su entorno mafioso, cada vez más difícil de ocultar. Es un Presidente sin experiencia, alejado del sentir de los territorios, la juventud, las mujeres, los trabajadores, los campesinos. Es un presidente débil.
Como en otras latitudes, la historia ha demostrado que las elites nacionales no tienen límites a la hora de defender sus privilegios y no se van a quedar cruzados de brazos en su propósito de recomponerse mediante nuevas alianzas y un variado repertorio de medidas populistas y de cooptación.
El nuevo tiempo y las posibilidades de materializar esa gran convergencia que sirva de contención al proyecto reaccionario y conlleve a los cambios políticos democráticos aplazados, estará marcado principalmente por el avance en las resistencias sociales y su agenda de exigencia de derechos.
El proceso de cambio que transitamos crecerá en exigencias y el tiempo va decantando varios reagrupamientos, de los cuales ya hablaremos. Las izquierdas junto a otras fuerzas alternativas podrían ser grandes protagonistas si no ceden a la división o a la cooptación. Confiemos en que los liderazgos colectivos e individuales que hoy representan las principales organizaciones y procesos de lucha estén a la altura de las circunstancias. Mucha fuerza en los principios y flexibilidad en la táctica.