
Estamos ante el fracaso de todo lo que no existía en estos países, a saber, un sistema de salud pública universal, con suficientes recursos humanos y materiales para combatir el virus, capacidad para tomar las medidas educativas de prevención, infraestructura de saneamiento básico

Mauricio Miguel
No se sorprenda el lector si en una próxima visita al médico a causa de un dolor de cabeza, cólicos, un resfriado, achaques de los riñones o de la vesícula, dolor de espalda o de las piernas, callos o cualquier otra dolencia del cuerpo o del espíritu, el doctor le receta una media docena de soldados en ayunas, dos piezas de artillería, una en el almuerzo y otra en la cena, y un avión o un submarino antes de acostarse.
Si persiste el mal no se sorprenda ni se desanime. Las soluciones son tantas como los recursos disponibles para la ciencia militar moderna. Le podrían prescribir una carga de artillería pesada, algunos obuses más grandes, misiles disparados desde tierra, aire y agua, algunas armas químicas o biológicas, y si el problema todavía persiste, no se desespere, en el cuartel militar de servicio hay una última alternativa, definitiva, infalible: la famosa bomba atómica, es decir: la bomba nuclear.
No hay nada nuevo ni en la receta ni en el prospecto del medicamento. Es resultado de una amplia experimentación en todo el mundo. Tomemos el caso actualísimo del virus de ébola en varios países de África occidental, en particular en Liberia, Sierra Leona y la República de Guinea, que ya ha matado a más de tres mil personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y donde, debido a la naturaleza del virus y las deficiencias de la lucha, se asistirá al aumento exponencial en el número de infectados en los próximos meses.
Estamos ante el fracaso de todo lo que no existía en estos países, a saber, un sistema de salud pública universal, con suficientes recursos humanos y materiales para combatir el virus, capacidad para tomar las medidas educativas de prevención, infraestructura de saneamiento básico, en fin, las deficiencias graves en un país donde la voluntad de actuar muere indefensa ante la ausencia de medios, sucumbiendo en sus manos cientos de personas (por día). Preste atención al ejemplo de Sierra Leona, donde sólo hay dos médicos por cada cien mil habitantes, y cuatro de ellos murieron de esta enfermedad.
No es ficción, sino la dura realidad de un país donde incluso faltan unos simples guantes -esenciales para evitar el contacto con los fluidos que transportan el virus-, no hay condiciones de cuidar a los vivos ni enterrar a los muertos, la incertidumbre crece, hasta el sustento económico casi inexistente de la gran mayoría de la población se pone en tela de juicio por las medidas de lucha contra la proliferación. Súmense al ébola todas las otras enfermedades y dolencias que no esto se van de vacaciones, y siguen matando sin cesar, añadiendo sufrimiento y muerte donde nunca han sido pocas.
Estos son algunos de los países más pobres del mundo, están todavía saliendo de décadas y décadas de guerras civiles que destruyeron lo que estaba comenzando a nacer: un país independiente y soberano,y el sueño de una vida mejor.
Un pretexto para el imperialismo
La ONU y la OMS llaman a la movilización de recursos financieros y materiales, pero subrayan que lo más necesario son «personas». Y si, ante este llamamiento, Cuba decidió enviar a África Occidental 465 trabajadores de la salud con experiencia en la lucha contra desastres naturales y epidemiológicos, los Estados Unidos anunciaron el envío de cuatro mil soldados. La Unión Europea los apoya. Según el imperialismo vale más un soldado que un doctor, una escopeta que una jeringa, un tanque que una ambulancia, una base militar que un hospital.
Con los soldados sobre el terreno, será más fácil de controlar los intereses de los grandes monopolios, que saludan la decisión. Después de todo, estos países y toda la región tienen importantes recursos naturales que la gran industria necesita. Se abre el camino a una mayor presencia militar del imperialismo en la región. El Africom (Mando África de Estados Unidos) se moverá gradualmente de la base americana en Alemania para la tierra de su vocación natural: África. La solidaridad y el humanismo de Cuba y su revolución contrasta con la falta de escrúpulos de las grandes multinacionales cuya defensa de intereses impone la presencia militar de los EEUU y el apoyo de sus aliados en la UE.
Quizás el humor, la ironía, o ambos, son una manera cruda para el tratamiento de una realidad que nos da un nudo en el estómago y nos impulsa a la denuncia, la acción, la lucha. Quizás. Somos demasiado pequeños frente al sufrimiento de esos millones de seres humanos a los que la muerte rodea y levanta la voz para decir: el siguiente eres tú. Es nuestro pequeño pero genuino acto de solidaridad.
Avante!
Traducción de David Moreno para Semanario Voz