Declaración política del Pleno del Comité Central del Partido Comunista Colombiano
El pleno del Comité Central del Partido Comunista Colombiano dedicó sus sesiones a exaltar la memoria del director del semanario VOZ y miembro del CEC del PCC, Carlos Arturo Lozano Guillén, como un comunista íntegro, comprometido con el logro de la paz con justicia social, un vocero de las rebeldías populares que, a pesar de las amenazas y atentados contra su vida, no abandonó sus convicciones, convertido hoy en un faro ejemplar de la revolución colombiana. Igualmente hace público reconocimiento a la redacción del semanario VOZ, a sus periodistas y personal administrativo por garantizar su funcionamiento, impresión y difusión, en el periodo en que su director debió faltar, y por garantizar su circulación en el futuro inmediato. Este es el mejor homenaje a la memoria del camarada Carlos Lozano.
El pleno del Comité Central del Partido Comunista Colombiano se realiza en un nuevo momento político, luego de la elección presidencial de pasado 17 de junio. Se ha abierto un proceso de gran trascendencia en la historia política del país. Nunca las fuerzas que tradicionalmente han gobernado el país habían tenido una confrontación electoral en la que se amenazara seriamente su continuidad en el gobierno nacional. Todo el bloque de poder dejó de lado sus diferencias y utilizaron todos los medios a su alcance para evitar la derrota electoral. Los anhelos de cambios del pueblo colombiano, encontraron en las nuevas condiciones que generó la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP, una oportunidad para expresarse y constituirse en una alternativa política con posibilidades ciertas de disputar electoralmente.
Derecha recalcitrante
La fórmula del uribismo que ganó la contienda electoral, representa la continuidad de las políticas centrales del viejo bloque de poder, solo que ahora su conducción está nuevamente a cargo de la ultraderecha más conservadora y atrasada. Es claro que no estamos ante un simple cambio de gobierno. La fracción uribista de la burguesía logró recuperar el apoyo de los sectores más agresivos del gran capital transnacional que pretenden restaurar las bases de un modelo autoritario y represivo en el marco del postacuerdo, no desprovisto de ambiciones revanchistas, pero sobre todo de contrarreformas en concesión a las corrientes conservaduristas y militaristas del ámbito social e institucional. Su objetivo confesado ha sido el de impedir una transición a una apertura democrática que consolide los avances y bloquee la participación de las nuevas fuerzas sociales y políticas en la opción de conducción del Estado
Esta nueva recomposición al interior del bloque de poder mantendrá y agudizará la implementación de las políticas económicas de corte neoliberal, la vinculación a la política de la OCDE, los recortes del gasto público principalmente en rubros de inversión social, reforma pensional para beneficio del sector financiero, desfinanciamiento de la educación, etc. La presencia protagónica en este nuevo gobierno de sectores religiosos ultraconservadores anuncia la intención de retroceder en libertades y derechos ciudadanos que han sido conquistados en la última etapa.
La mega minería indiscriminada y a espaldas de las comunidades se intentará profundizar, atizando el modelo económico dependiente y extractivista, que ha caracterizado a la economía colombiana.
El discurso militarista del uribismo, se concentrará en quitarle al Sistema de Justicia creado en el Acuerdo de Paz, la capacidad para ofrecer verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición a las víctimas de los crímenes de Estado y garantizar la impunidad a perpetradores, financiadores e instigadores de la guerra sucia contra los sectores populares. La defensa de la JEP y los alcances de esta institución pactada en los acuerdos de paz, son tareas inmediatas para salvaguardar el Acuerdo de Paz firmado por el gobierno Santos y las FARC.
Defensa de la paz
El Acuerdo de Paz de La Habana y la mesa de diálogo con el ELN se encuentran en grave riesgo con el nuevo gobierno. El intento de extradición de excomandantes farianos, con montajes tramposos y acusaciones temerarias, es una vulgar acción norteamericana en complicidad con la fiscalía, contra la paz de Colombia. La aspiración de descabezar los liderazgos de la fuerza política surgida de la negociación, quitarle los espacios políticos producto de los acuerdos, el incumplimiento en materia de reincorporación, tierras, cultivos de uso ilícito y además el favorecimiento a la eliminación física de sus integrantes, solo apunta a cosechar un nuevo periodo de violencia, tal vez mucho más cruel de lo que ya hemos sufrido los y las colombianas.
La campaña y la victoria electoral del uribismo, han exacerbado la soberbia, el odio de clase, reactivado el papel de estructuras paramilitares como instrumento de presión electoral y factor de contención social en los territorios, donde se sienten respaldadas por una política de impunidad desde el poder y desarrollan una arremetida de asesinatos y amenazas contra activistas sociales, defensores de la paz y los DD.HH., reclamantes de tierras, excombatientes, líderes y lideresas de izquierda y de la Colombia Humana.
La UP
Para detener esta ola de asesinatos, amenazas y agresiones, es urgente aumentar la denuncia y solidaridad internacional, la movilización y la acción colectiva en todos los escenarios de los movimientos sociales. En este marco de crisis humanitaria, respaldamos la convocatoria hecha por el CPDH al XII Foro Nacional de Derechos humanos a realizarse en el mes de octubre del presente año, como un espacio que articule la defensa de la vida y de los Acuerdos de Paz en Colombia. A pesar de este ambiente tan hostil que hoy se percibe en la política colombiana, los resultados electorales, también mostraron una gran potencia democrática que se está poniendo en marcha. Los más de 8 millones de ciudadanos que votaron a favor de la fórmula de la Colombia Humana y que permitieron el aumento de la representación de las fuerzas progresistas en el parlamento, entre las que se destaca la Senadora de la Unión Patriótica Aida Avella, se muestran como un poderoso cambio de signo en la política colombiana, en el que los y las comunistas hemos jugado un importante papel, al lado de múltiples fuerzas y expresiones democráticas del país.
En adelante, con nuestra identidad política, organizativa y en el marco de la UP, nos vinculamos con decisión a construir desde lo territorial, los espacios amplios de acción colectiva que se heredan de la experiencia electoral de la Colombia Humana. Con amplitud, creatividad, flexibilización en las formas, recogiendo y haciendo espacio a las distintas aspiraciones democráticas, promoviendo las iniciativas autónomas ciudadanas; sin vanguardismos, trabajaremos por construir convergencias, alianzas, coaliciones y formas unitarias que abran camino a un cambio de dirección en la conducción del Estado colombiano. Lo anterior sin perder de vista la necesidad de fortalecer a la Unión Patriótica, como un motor que aporte su fuerza a este propósito.
Las elecciones territoriales de 2019 se muestran como una oportunidad para desarrollar la política unitaria y avanzar en arrebatarle a la derecha espacios de gobiernos que faciliten el avance de construcción de la alternativa popular.
El programa de la Colombia Humana, como producto de acuerdos de distintos sectores que participamos en la campaña, debe servir como un insumo para seguir ampliando la base social de las convergencias que construyamos en todo el país. Debemos trabajar para que las movilizaciones y acciones de resistencia se transformen en escenarios para construir alternativas de gobierno, con aspiraciones de transformación y vocación de poder.
La unidad y convergencia de fuerzas alternativas se propone confrontar este gobierno, más que como simple oposición, como portadoras de un proyecto alternativo de poder, con justicia social, reformas democráticas, equidad, verdad, justicia, reparación de las víctimas y no repetición.
Movilización
La Consulta Popular contra la corrupción aparece como uno de los primeros retos a enfrentar en la construcción de escenarios de convergencia. Si bien no es el remedio a este fenómeno que es connatural al régimen político colombiano, es una importante oportunidad para seguir quitándole espacio a quienes tienen en la corrupción el cimiento de su poder político. El reto de alcanzar más de 12 millones de participantes y que de ellos más de la mitad digan sí a las preguntas consultadas es inmenso. Por esta razón nos hemos unido a las fuerzas que impulsarán la consulta, apelando a la voluntad ciudadana que rechaza la corrupción que afecta la totalidad de la vida del país. Llamamos a construir equipos, comités, nodos, o formas colectivas de acción que impulsen la participación ciudadana en la consulta.
La movilización por la vida propuesta para el próximo 7 de agosto, debe también concentrar todo el esfuerzo político y organizativo, de los sectores sociales y alternativos. Debemos demostrar al nuevo gobierno, que no solo encontrará con una oposición parlamentaria, sino también la movilización y acción social.
La movilización social ha de ser un bastión de la oposición popular. Es previsible que la conflictividad social crezca por las políticas del nuevo gobierno. En sectores como el minero energético, ambiental, pensiones, salud, educación, así como también los movimientos de mujeres, animalista, indígena, afro, Lgbti y de defensa de libertades ciudadanas, deben prepararse para convertir la defensa de derechos y resistencias, en perspectiva de cambios y transformaciones hacia un nuevo gobierno democrático.
En este sentido cobra importancia para cumplir este gran desafío, que la conducción de la CUT y la Fecode esté orientada a la lucha y la movilización, sin ningún tipo de titubeo ni conciliación. Por eso es vital garantizar que las listas clasistas a ocupar cargos de dirección en el movimiento sindical sean fortalecidas de manera unitaria y decidida. El PCC participará con gran empeño apoyando tres listas propias y una en coalición a la dirección de la CUT y una lista a la dirección de la Fecode.
La JUCO
Los y las jóvenes han sido protagonistas de primer orden en las luchas recientes y serán vitales en los debates por venir. La vitalidad, fuerza, y calidad de sus movilizaciones y acciones representan un activo importante de la alternativa necesaria. Por eso el papel de la JUCO será de gran importancia en el proceso de encuentro unitario y de convergencia a construir. En el próximo semestre la organización juvenil comunista y escuela de cuadros más importante de la revolución colombiana, la JUCO, desarrollará su XVI Congreso Nacional. Saludamos su realización y nos comprometemos a fortalecer sus esfuerzos de movilización y unidad del movimiento juvenil.
El Comité Central del PCC, llama a expresar la solidaridad con los pueblos golpeados por las acciones fascistas del gobierno Trump, tanto en su territorio como en el exterior. Es importante extender vínculos solidarios con los movimientos sociales norteamericanos que hacen resistencia a la xenofobia, el racismo y misoginia, con los movimientos de solidaridad con las familias inmigrantes, con los que se pronuncian contra la venta libre de armas y el militarismo, con quienes defienden los derechos de las mujeres y los derechos civiles, tan caros para la tradición del pueblo norteamericano.
Rechazamos las agresiones orquestadas por Washington, contra los pueblos y gobiernos venezolanos, nicaragüense, salvadoreño y boliviano, así como las acciones judiciales tendientes a descabezar los liderazgos progresistas de América Latina. Enviamos nuestro saludo solidario a los expresidentes Lula en Brasil, Correa en Ecuador y Cristina Fernández en Argentina, víctimas de la guerra judicial para anularlos como dirigentes políticos de la región.
Peligroso el rumbo que ya anuncia el nuevo gobierno colombiano en la arena internacional. A las decisiones del gobierno Santos, de vincular a Colombia a la OTAN y de prestarse de cabeza de playa para el intervencionismo en Venezuela y otros países, se suma la actitud beligerante y funcional a los intereses norteamericanos en la región, del nuevo gobierno que abriría camino a una aventura militarista norteamericana. Desde ya llamamos a las fuerzas democráticas a denunciar las graves consecuencias que implicaría para la paz regional y en el territorio colombiano, una acción militar contra la soberanía venezolana. La paz regional, la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en los asuntos internos de los vecinos, deben ser los ejes de un gran movimiento por la paz y la solidaridad entre los pueblos. En América latina no se ha clausurado el llamado ciclo progresista. El triunfo de López Obrador en México cuya victoria destacamos de manera especial, y los avances en Colombia, así como las resistencias de los pueblos al imperialismo, nos muestra que hay espacio para las alternativas al neoliberalismo.
El continente
El XXIV encuentro del Foro de Sao Paulo, que se realizará próximamente en La Habana, es una importante oportunidad para continuar articulando esfuerzos en favor de los avances democráticos de América Latina. En el horizonte político de la región, se impone la necesidad de fortalecer la solidaridad con los gobiernos y pueblos amenazados por la implementación, desde los centros de poder mundial, de los llamados “golpes blandos”, la judicialización de los liderazgos progresistas y denunciar los intentos de aventura militar contra Venezuela. En la agenda del FSP, es importante concentrar esfuerzos para enfrentar la emergencia humanitaria, denunciar la continuación del exterminio contra el movimiento popular, rodear la negociación política en Colombia, que pasa por defender la implementación del Acuerdo de Paz y el mantenimiento de la mesa de diálogos con el ELN y la apertura de dialogo con el EPL.
En este marco, nos disponemos entonces a fortalecer el proceso de oposición política y social al gobierno de Duque, pero con la vista puesta en la construcción unitaria y convergente de la alternativa de poder que necesita el país.
Llamamos a los colombianos y colombianas a no cejar en los esfuerzos que hagan materializar nuestros sueños de equidad y justicia para todos y todas. Hemos demostrado que es posible el triunfo sobre la inequidad, avancemos en los encuentros necesarios para el triunfo de la democracia y la paz en Colombia.
Bogotá D.C., 7 de julio de 2018
