Hasta los sectores de la oposición reconocen los beneficios de las reformas estructurales y la modernización del país alcanzados bajo la orientación del gobierno sandinista de Daniel Ortega, que se expresan en la autosuficiencia energética y alimentaria
Alberto Acevedo
El 19 de julio se cumplen 40 años del triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua. Este aniversario lo celebra la dirección sandinista y el pueblo de ese país, en un contexto totalmente distinto al de agosto de 1978, cuando un comando guerrillero asaltó el palacio presidencial en Managua, en lo que se conoció como la “Operación chanchera” y provocó la huida de los últimos reductos de la oprobiosa dictadura de Anastasio Somoza.
En estas cuatro décadas, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, actualmente en el gobierno, ha recuperado para el pueblo nicaragüense y para la izquierda latinoamericana, la dignidad que significan la soberanía y la opción por los pobres.
Esa identidad por los pobres, que Augusto César Sandino, inspirador del proceso independentista centroamericano llamó la redención de los oprimidos, se traduce en la redistribución de la riqueza, y ha sido la clave del éxito de estos años de gobierno.
Una batalla que se gana
Cuatro décadas anteriores de dictadura somocista sumieron al pueblo nicaragüense en la pobreza, el atraso, la ignorancia y en el despojo de sus principales riquezas naturales. El gobierno sandinista hizo lo contrario. Su primera gran batalla fue la lucha frontal contra la pobreza y es una cruzada que la está ganando.
Hace poco, una encuesta, convalidada por el Banco Mundial, constató la reducción de la pobreza en los últimos años en esa nación centroamericana. El 70 por ciento de los nicaragüenses clasifica en la categoría de no pobres, dice el estudio.
La educación y la salud son gratuitas y universales, y constituyen una apuesta para promover el crecimiento económico. El empleo formal creció a una tasa del 7 por ciento anual. El salario mínimo se ha incrementado a una tasa similar a ese porcentaje, en algunos casos del 9 por ciento. En la actualidad el gobierno sandinista impulsa la construcción del nuevo hospital de León, con recursos de préstamos internacionales, el que será el más grande y moderno centro asistencial del país. Se construye por primera vez una carretera que comunica a la costa atlántica con la costa pacífica.
Indicadores sociales
Hasta los sectores de la oposición reconocen los beneficios de las reformas estructurales y la modernización del país alcanzados bajo la orientación del gobierno sandinista de Daniel Ortega, que se expresan en la autosuficiencia alimentaria y la seguridad ciudadana, lo que constituye un atractivo para las buenas inversiones, especialmente extranjeras.
Bajo estos postulados, Nicaragua tiende a convertirse en una de las economías más sólidas de América Central y se constituye en una de las regiones más estables del subcontinente. Un dato adicional: en la última década, el país pasó de tener 580.000 viviendas con energía eléctrica, a más de un millón en la actualidad.
Estos avances han sido, posibles gracias a que el gobierno sandinista ha diseñado estrategias de desarrollo basadas en programas como Hambre Cero, Plan Techo, Usura Cero, Merienda Escolar, Bono Productivo y Casas para el Pueblo, dirigidos en su conjunto a disminuir y erradicar la pobreza y estimular la inclusión social.
Por encima de los planes de la derecha
Es muy significativo que estos logros sociales del sandinismo hayan sido conseguidos a pesar del asedio económico, las sanciones y el hostigamiento de diferentes administraciones norteamericanas, particularmente la última de Donald Trump, que ha mostrado mayor odio hacia el gobierno de Daniel Ortega y los demás gobiernos progresistas latinoamericanos.
Este marco político alentó el intento de golpe de Estado del año pasado, organizado y dirigido por los sectores más conservadores del continente, es decir, por el gobierno de los Estados Unidos, la OEA de Almagro, el Grupo de Lima, la NED, los tanques de pensamiento de los sectores ultraconservadores y, desde luego, la derecha nicaragüense.
La obra colosal desarrollada por el FSLN tras la caída de la dictadura somocista ha redundado en el prestigio de Daniel Ortega y de su fórmula vicepresidencial, Rosario Murillo, a quienes hasta sus enemigos reconocen los esfuerzos por el bienestar común y la justicia social para los nicaragüenses. A pesar de las aventuras golpistas y los crímenes cometidos por las bandas de ultraderecha, el pueblo se ha mantenido firme en su apoyo a Ortega, reconociendo que con la Revolución Popular Sandinista nació una nueva nación en el país centroamericano.