Disputar las elecciones locales del próximo año, cohesionar sus bases y mantener la convergencia con distintas fuerzas, son los retos del movimiento político del senador Gustavo Petro
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Pasaron 127 días antes de que Gustavo Petro, ahora senador de la República, volviera a la Plaza de Bolívar a un acto político de masas. La última vez había sido la recordada noche del 18 de mayo en el cierre de la campaña presidencial en Bogotá, donde una aglomeración desbordada llenaba por completo la simbólica plaza central del país.
Con un momento político completamente distinto, pero con la perspectiva estratégica intacta de ser gobierno, el movimiento de la Colombia Humana se dio cita el sábado 22 de septiembre para constituirse formalmente como partido político, legitimado bajo la expresión popular que ha acompañado la última etapa del progresismo: la multitud.
Sin embargo, el hecho de formalizar una estructura, así fuera desde una visión asamblearia, genera una serie de tensiones e incertidumbres con los valores democráticos que dejaron la campaña electoral. Mantener su vocación unitaria con distintas fuerzas políticas alrededor de un programa común y seguir impulsando un espíritu de transformación social en torno a la idea del cambio político en la gente, son los retos inmediatos de una fuerza que aspira tener decenas de gobiernos locales en el 2019 y gobierno nacional en el 2022.
Poder local
Los resultados del pasado 17 de junio que arrojan una histórica votación para un proyecto alternativo, representado en ocho millones de votos, tienen como antecedente el laboratorio construido en el gobierno de la capital. “Bogotá Humana significó un gobierno de ruptura frente al modelo de ciudad construido desde el establecimiento”, comenta Jorge Rojas, uno de los arquitectos de la política social del gobierno distrital liderado por Gustavo Petro.
Basados en tres objetivos estratégicos, ordenamiento territorial alrededor del agua para mitigar el cambio climático, defensa de lo público como alternativa al modelo neoliberal e inclusión social a partir de los derechos de la gente; el gobierno progresista de la ciudad permitió un salto cualitativo para la alternativa posible.
“Esa experiencia, con sus aciertos y errores, esa capacidad de lograr sacar de la pobreza a 500 mil personas como lo reconocen las cifras oficiales del Estado, esa posibilidad de trazar una ruta de derechos con la gente, nos permitió dar el salto a la Colombia Humana” expresa Rojas, quien fue secretario de Integración Social y uno de los hombres más cercanos al alcalde Petro.
Lo que comenzó como un proyecto territorial de ciudad, se convirtió en una fuerza nacional que al calor de la coyuntura electoral, fue adquiriendo una dimensión popular inédita en los últimos tiempos del debate político. “Logramos identificar e interpretar una fuerza transformadora en la sociedad colombiana. Se lograron juntar las causas sociales que hoy se encuentran en tensión, alrededor de viejas y nuevas ciudadanías, encontrando un flujo político con opciones reales para disputar el poder” insiste Rojas.
De este notable fenómeno se desprende el primer reto de la Colombia Humana. La posibilidad de replicar la experiencia al poder local, contemplando las particularidades de los territorios manteniendo coherencia con el programa común y la identidad de cambio social. En términos reales, para la dirigencia progresista, el reto es disputar el poder local en los 247 municipios donde ganó Petro y Ángela María Robledo, siendo prioritarias las 9 capitales de departamento, incluida la principal ciudad del país, Bogotá.
La necesidad
No obstante, para cumplir con este objetivo estratégico, la Colombia Humana parte de una desventaja orgánica. No cuenta con un aparato organizativo que le permita competir con las estructuras electorales tradicionales. La constante, que se convierte al mismo tiempo en desgaste, han sido las iniciativas de corte ciudadano como la recolección de firmas y los actos de masas espontáneos.
Sumado a ello, una nueva realidad jurídica que plantea el nuevo estatuto de oposición, exige de una novedosa estrategia organizativa. “Si Petro no tiene la capacidad de un aparato político, se va a dispersar de una forma negativa la fuerza que hoy tiene la Colombia Humana. Necesitamos de esa organización”, expresa Gustavo Bolívar, quien es senador de la república por la coalición Decentes.
“Yo soy hoy congresista por el partido MAIS, no puedo ser de la Colombia Humana porque entraría en doble militancia. Así estamos con María José Pizarro y David Racero. He ido al acto del partido en la plaza como invitado”, continua Bolívar, quien muestra su inconformidad al no poder acompañar con su firma el acta fundacional del partido político que lo representa.
Además de la prioritaria necesidad de tener organización para cohesionar su fuerza, Colombia Humana necesita de la personería jurídica para acceder a la financiación que proporciona el Estado a partidos políticos. “En la campaña vimos como jóvenes hacían campaña con las uñas, sin dinero, sin recursos. Ahí es donde se necesita un partido”, expone Bolívar.
Para un acumulado acostumbrado a la organización horizontal, la idea de un partido político causa conmoción. Por eso el segundo reto de la Colombia Humana estará en imprimir creatividad a su proceso organizativo, que si bien tiene en el nodo territorial y la asamblea ciudadana una experiencia aceptable en Bogotá, su implementación en los territorios puede variar y en muchos de los casos fracasar. Lo cierto es que lo aprobado en la Plaza de Bolívar es más un hibrido entre partido y movimiento político, cuyo éxito o fracaso estará mediado por la política en las bases más que en las dirigencias.
Convergencia
Sin lugar a dudas, el principal reto será mantener el espíritu de convergencia que se logró en la campaña electoral. “Colombia Humana más que partido, es la reivindicación de una idea exitosa de convergencia. Debe estar abierta a todos los sectores políticos que estuvieron en primera o en segunda vuelta presidencial”, reconoce Rojas, pues el éxito logrado en el primer semestre del 2018 se caracterizó por un ascendente proceso de unidad, que aún es frágil y que exige altura, no solo del sector liderado por Petro, sino de todo el conjunto de fuerzas alternativas.
Incluso Gustavo Bolívar es más enfático. “En la medida que exista la convergencia, en frentes o coaliciones, vamos a tener éxito. Si no es así, literalmente sería el acabose, otra derrota que no podemos permitir”, refiriéndose a las derrotas del plebiscito por la paz, la campaña presidencial y la pasada consulta anticorrupción, que si bien han mostrado un salto cualitativo de una ciudadanía crítica con el establecimiento, siguen siendo resultados que favorecen a los sectores reaccionarios del país.
La convergencia es la ruta, pues al buscar de manera conjunta la ruptura con el establecimiento, se anticipa un nuevo orden social, priorizando en el centro de la política las necesidades y anhelos de la mayoría hasta ahora ignorada. El excelente momento de Colombia Humana es un buen comienzo para consolidarla.