José Ramón Llanos
Ya en otra columna habíamos destacado que Iván Duque, por decisión suya o por imposición de Álvaro Uribe y su mentor extranjero Donald Trump, sembraron vientos en la frontera colombo-venezolana, por tanto debía esperar la cosecha de tempestades. Ante las movilizaciones de los indígenas, caemos en la cuenta que el Centro Democrático le ha sugerido o impuesto que le dé largas a ese conflicto. Parece que los asesores de ese partido los orientan para que se incrementen los reclamos y movilizaciones para poder justificar sus diagnósticos catastróficos sobre la situación del país y sus cantaletas negando la eficacia de los Acuerdos de Paz de La Habana y el Teatro Colón.
La ya prolongada minga indígena que no es sino la respuesta no solo al incumplimiento repetido del Estado a los acuerdos firmados por todos los gobernantes con los nativos, sino también la protesta por el despojo antiquísimo de las tierras de los resguardos, únicos y legítimos dueños de la totalidad de los 1.141.748 kms cuadrados de la superficie continental del país.
Ante el reclamo de una ínfima parte de la tierra que los latifundistas le robaron a los indígenas, el gobierno alega no tener dinero para adquirir esos terrenos. Olvida Iván Duque las miles de hectáreas de los terrenos baldíos, algunas de esas hectáreas apropiadas a sangre y fuego por los terratenientes y por los paramilitares. Bastaría con recuperar esas tierras para reasignarlas a los reclamantes indígenas.
Ahora se ha encontrado otro intento de escamotearle a los maestros prestaciones e ingresos que han conquistado a lo largo de más de setenta años de lucha, mediante contenidos mimetizados en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, tal sucede con los artículos 114, 272, 120, entre otros, que afectarían el sistema pensional y algunas formas de financiación y pagos de prestaciones. Como si no fueran suficiente para provocar la reacción del magisterio, el Gobierno se dispone a elaborar el Plan Decenal de Educación, sin la participación de los maestros.
Los objetivos de estas acciones políticas son evidentes: lesionar al magisterio para que se movilice y provocar descontento en la ciudadanía y se enverraque para que juntos con los cristianos, rebaño del Señor, y la derecha salgan a votar por el Centro Democrático, que es el Dios de paramilitares y ciudadanos obnubilados por el odio.
La respuesta a esta táctica de la derecha, debe ser: maestros, estudiantes y docentes universitarios, organizar jornadas de solidaridad de 24 o 48 horas con los indígenas, para evitar la represión de ese movimiento. Además, con esas acciones se tensionan los maestros para la lucha de mediana duración que implicará desarticular los planes duquistas contra el magisterio.