Inéride Álvarez Suescún
@InerideAS
Hoy más que en cualquier otro momento, la incorporación de Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC, en la educación ha traído procesos transformadores como el acceso a escenarios virtuales, la búsqueda especializada de información, la participación en redes y grupos de investigación, así como el contacto con instituciones nacionales e internacionales en donde se construye y dinamiza el conocimiento de forma global.
De allí que, exigir, promover y trabajar en pro del derecho a la educación con las dinámicas propias de acceso y uso a las TIC, sea considerado como elemento fundamental en la educación del siglo XXI (Unesco) y una reivindicación que toma más fuerza en las agendas políticas actuales.
Ahora bien, su incorporación en el proceso de enseñanza y aprendizaje ha tenido y tiene diferentes niveles de apropiación y desarrollo. Entonces, después de haber tenido varios meses en donde el país pudo preparase para lo que se venía, ¿cómo se prepararon las instituciones educativas? ¿los profesores, profesoras y estudiantes ahora cuentan con las herramientas y recursos para enseñar y aprender?
En la educación superior se encontró un terreno tal vez menos adverso que en la educación secundaria, ya que algunas de las instituciones venían adoptando nuevos escenarios integrando las TIC, esto no quiere decir que hoy tengan todo resuelto. Lo cierto es que, en los dos contextos, esta situación agudizó las desigualdades y, claramente muchas familias y estudiantes están siendo aún más excluidas del sistema educativo.
Habrá que identificar la fisuras y trabajar desde allí. ¿Cómo combinar lo mejor de la práctica de las y los profesores con este aprendizaje mediado por la tecnología, de tal manera que se logre una experiencia de aprendizaje significativa?, en otras palabras, lograr que la enseñanza y el aprendizaje tenga sentido.
Esto no es un asunto menor o una simple “frase se cajón”. Que tenga sentido para profesores (as) y estudiantes, que sea de utilidad para la vida, para el contexto y que permita construir otras formas posibles de relación con el conocimiento y su uso en la sociedad es la gran tarea; casi nada está sobre la mesa y en las manos de quienes ejercen la docencia.
Entonces, resulta fundamental identificar las relaciones y el tipo de vínculos que se esperan construir con las y los estudiantes, los cuales en este momento superan lo académico y pasan por la empatía, la escucha, la comprensión, la flexibilidad y la creatividad.
¿Cómo lograrlo? Quienes educan se valen de lo que tienen a mano, pasando por el envío juicioso de las guías, las instrucciones, etc., hasta recibir los mensajes de voz, las fotografías y tareas enviadas en el mejor de los casos, a la plataforma desde su propio computador o desde el celular de la mamá, del vigilante de la escuela o del hermano mayor.
En estas condiciones se están desarrollando, por ejemplo, proyectos relacionados con la siembra y su relación con los temas éticos y filosóficos. Tal vez funcione un dilema ético asociado con la quema del terreno para la siembra. Y, ¿qué de aplicar métodos como la dialéctica o la fenomenología durante el desarrollo del proyecto? Aquí todos tienen tarea. ¿Que es fácil identificar las relaciones y enseñarlas? no, ¿Que si las y los profesores se las saben todas? tampoco. En eso están, construyendo diferentes y nuevas formas de enseñanza y aprendizaje y eso, es de toda mi admiración y respeto.
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