La unidad es lo primero. La carta de Timo

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Iván Márquez y Rodrigo Londoño (Timoleón Jiménez) al frente del nuevo partido.

El debate en la izquierda nada tiene que ver con el ocaso de los partidos del establecimiento

Carlos A. Lozano Guillén

La carta de Rodrigo Londoño (Timoleón Jiménez) “A la militancia del nuevo partido FARC”, difundida la semana pasada, alborotó el cotarro político en la “gran prensa”. Los medios la difundieron con sensacionalismo y con cierto morbo politiquero. “Carta de Timochenko confirma fractura en las FARC”, “Arrancaron mal”, “Enfrentados Márquez y Timochenko”, “Divididas las FARC”, fueron algunos de los titulares de largos artículos de analistas en los impresos. En los noticieros de televisión y de radio abundaron también las especulaciones.

Lo paradójico fue la coincidencia de la carta de Timo con nuevos hechos que revelan la agunda crisis de los partidos tradicionales y del establecimiento burgués. Agravada con los hechos recientes de corrupción en las alturas del poder y de la estrecha relación de dirigentes nacionales y regionales con el paramilitarismo, las mafias del narcotráfico y del saqueo al erario. El profesor Fernando Cepeda Ulloa opina desde esa orilla, con su acostumbrada independencia, en un artículo del domingo pasado en El Tiempo, titulado “El ocaso de los partidos”. Dice que “asombra es la indiferencia de los partidos políticos frente a los temas más candentes de la política nacional. Es un vacío aterrador”. Y agrega: “Hay algo común en las encuestas: el descrédito de la política, de los políticos, de las autoridades y de las instituciones. Rara vez hubo tanta incredulidad, tanta desconfianza, tanto desencanto”.

Los partidos del establecimiento se dedicaron a la mermelada, a las gabelas del poder, a lucrarse con los negocios públicos, a influir en todas las ramas del poder y a convertir el Estado en un negocio de turbios intereses. Y ese no es el tema de los medios de comunicación en Colombia que se conocen con el nombre de “gran prensa”, que en los tiempos del MRL así los bautizó Alfonso López Michelsen, entonces blanco y crítico de sus manipulaciones mediáticas.

La carta

Es el contraste con el tratamiento de dos noticias a las que los grandes medios las acomodan en función también de intereses, en este caso, el temor a que el nuevo partido surja con fuerza y con liderazgo para unir a la izquierda y a los sectores democráticos que anhelan cambios avanzados y progresistas en la esfera política, social y económica. Es una nueva versión de la contrarrevolución preventiva que en el pasado se manifestó en la guerra sucia y en el exterminio de la izquierda para evitar su avance político y electoral. Verbo y gracia el genocidio de la Unión Patriótica y del Partido Comunista desde mediados de los años ochenta del siglo pasado.

Pero la carta de Timochenko tiene una razón concreta y un fin, si se quiere pedagógico, para ordenar un necesario debate de ideas que se desarrolla en el nuevo partido en formación. Las FARC desde su fundación, en 1964, se proclamaron como organización político-militar, en la cual por tratarse de una organización guerrillera que buscaba el poder por la vía de las armas el acento estaba en lo militar. Su estructura vertical era de una firme disciplina que obligaba a los integrantes a cumplir con las tareas y las decisiones del Estado Mayor Central.

Pero el Acuerdo de La Habana le puso fin al conflicto armado y en cumplimiento de sus compromisos la organización armada hizo el tránsito hacia un partido político sin armas que actuará en el escenario legal en el país, incluyendo el electoral. Es algo nuevo para los farianos. En este contexto la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), surge en medio de discusiones, de la batalla de ideas entre sus integrantes, que el presidente del nuevo partido y anterior comandante guerrillero quiere conducir por vías democráticas, garantistas, sin agravios y enfrentamientos personales. Hay que adelantar el debate pero con democracia y sobre todo respetando las decisiones mayoritarias ya adoptadas en el Congreso, según su opinión. Al respecto él ya había hecho una intervención en el Congreso, bastante aplaudida por los delegados y respaldada por todos los dirigentes.

Ese es el fondo del contenido de la carta “A la militancia del nuevo Partido Farc”. No es reflejo de divisiones ni de fracturas, sino de la dimensión de su principal dirigente que llama a fortalecer la democracia interna en medio de un debate necesario pero sano y de altura.

La declaración ignorada

Llama la atención que los grandes medios, ignoraron la declaración del Consejo Político Nacional de la Farc del 15 de septiembre pasado, post carta de Timo, en la cual dicen: “El día 15 de septiembre, sesionó en Bogotá, D.C., el Consejo Político Nacional, de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC, con el propósito de analizar la coyuntura política y económica del país y avanzar en la puesta en marcha de las conclusiones de nuestro Congreso, realizado recientemente. La reunión se llevó a cabo dentro del mayor espíritu de camaradería, fraternidad, unidad interna y deseo de acierto y coincidencia respecto de las tareas que nos esperan”.

La declaración hace un balance crítico del momento político porque se acentúa la crisis del país, valoran como positiva la visita del papa Francisco I quien dejó un claro mensaje de paz y de progreso social, así como censura la represión oficial a las luchas sociales y populares. Son elementos comunes que unifican al colectivo del nuevo partido.

Plantea la preocupación por lo que califica de “dramático estado de la implementación de los acuerdos”. Mientras las FARC han cumplido uno a uno sus compromisos adquiridos, el Gobierno y el Estado no. Asegura que “en muchos aspectos de la implementación normativa es evidente la intención del establecimiento de ‘hacerle conejo’ a los acuerdos y de cerrarle el paso a las mínimas reformas”. Sin embargo, el nuevo partido asumirá lo que no salga, como parte de su lucha por la nueva Colombia: “las reformas acordadas, más temprano que tarde las haremos realidad”.

Lo negativo de las talanqueras

Denuncia el documento las dificultades en el proceso de reincorporación. Las talanqueras están llevando a la conclusión de que el gobierno lo que quiere es la desintegración guerrillera, pero eliminando el espacio para la formación política legal con las garantías que requiere. No se puede reducir el acuerdo al pago de unos dineros o subsidios y “la perspectiva de consolidar economías estables propias, por la vía de los proyectos productivos de naturaleza colectiva, se niega al construirse una barrera contra la adjudicación de tierras a los hoy campesinos y campesinas, que hicieron parte de las FARC-EP. Sin tierra no habrá posibilidad alguna de reincorporación exitosa. Hacemos un llamado al buen juicio y al respaldo urgente de la comunidad internacional para abrazar la reincorporación y hacer de ella un proceso exitoso para el bien de la paz de Colombia”.

El documento, aprobado por unanimidad, rechaza la desinformación y el enjuiciamiento permanente a las FARC. “Rechazamos la campaña sistemática de desinformación y desprestigio contra nuestro naciente partido. Llamamos al buen juicio y la sindéresis, y sobre todo a una acción comunicativa bien informada y documentada. Tal campaña la comprendemos desde luego como parte de los rasgos de la contienda política, más aún cuando los hechos de descomposición política, social y moral del país, abren el espacio para una verdadera alternativa política. Pero cuando asume los rasgos de la orquestación calculada que hace la Fiscalía General de la Nación, junto con otras fuerzas de la derecha y la ultraderecha, consideramos que en realidad lo que está en curso es el propósito de desconocer los acuerdos de La Habana y de estimular el incumplimiento de lo acordado”.

Siguen trabajando, creando las bases para consolidar el nuevo partido. Según informan, “los documentos para la obtención de la personería jurídica del Partido están en su última revisión por parte de expertos y que se decidió publicar en un solo cuerpo los documentos del Congreso”. Es un nuevo partido para la unidad, para fortalecer la democracia y al que Colombia le debe una enorme gratitud: Su firme decisión de abandonar las armas y de participar en política mediante formas pacíficas y democráticas con un proyecto renovador y popular.

@carloslozanogui