La universidad, entre la mercantilización y la corrupción

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Foto archivo.

Jenny María Solís Roa
@Jemasolis 

El proyecto político moderno de la universidad como espacio para el desarrollo del pensamiento y la ciencia, no solo facultó a la sociedad europea para superar el oscurantismo medieval que por miles de años había ordenado el mundo, sino que, aquel proyecto que buscaba sacar al “hombre” de su minoría de edad, cruzó fronteras e inspiró a hombres y mujeres de todos continentes para superar la esclavitud de los colonos europeos en tierras de África, Centro y Sur América.

No cabe duda, que, pese a los grandes logros alcanzados durante el siglo XX en materia de educación, acceso, calidad y gratuidad, en lo que pude llamarse “la sociedad del conocimiento” desde la perspectiva de un liberalismo político de inicios de siglo, lo cierto es que la universidad como centro del debate en materia educativa y del pensamiento social y científico, se encuentra en medio de las tensiones propias de las posguerra, el neoliberalismo, como fase última del capitalismo y las luchas por la transformación social, la justicia y la libertad.

Sin embargo, para comprender lo que pasa hoy en día con la universidad pública en América Latina y para el caso concreto en Bogotá, no puede perderse de vista el proceso de “mercantilización” del que ha sido objeto la sociedad contemporánea en su conjunto. El derecho a la educación, por tanto, ya no como el alcance al saber, la ciencia y el desarrollo social, ha sido abruptamente reemplazada por la educación como servicio, como alcance según “capacidades”, por su disfrute según el “esfuerzo” individual.

Salvar la Universidad Distrital

En los últimos años, escándalos de corrupción han sido destapados en varias universidades públicas del país y la ciudad. Aunado a ello, el paramilitarismo también ha sido protagonista en el devenir de varias instituciones educativas tanto públicas como privadas.

Para el caso de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, el último escándalo, está asociado a la malversación de dineros públicos, es decir, que la universidad ha perdido alrededor de $12.000 millones por casos claramente de corrupción. Los sindicados hasta el momento, son el docente y exdirector del IDEXUD, Wilmar Muñoz, quien aceptó cargos, Patricia Gamboa, extesorera de la misma entidad, acusada junto con Muñoz, por peculado, falsedad en documento público y concierto para delinquir, y, el rector Ricardo García, este último, el denunciante, quien en fallo de la Procuraduría General de la Nación, no ha sido encontrado responsable de ninguno de los cargos.

Según la Fiscalía General de la Nación, las faltas gravísimas por la que fue imputado, sancionado y destituido por 20 años, el exdirector del IDEXUD están relacionadas con que “emitió cheques de gerencia para la compra de vehículos de alta gama para su uso personal y el de su hijo, y utilizó la tarjeta de crédito de la Universidad Distrital para compras de uno personal que no tenían nada que ver con el objeto misional del Instituto de Extensión”. Para el caso de la extesorera, según el ente acusador, era responsable de avalar los dineros que terminó por malgastar Wilmar Muñoz.

Son más que contundentes las razones por las que estudiantes de la Universidad Distrital, se mantienen en paro, la corrupción ha impedido que los recursos públicos sean invertidos en la cualificación de todos los estamentos universitarios. La tarea que tiene Claudia López, actual alcaldesa de Bogotá, es proteger los recursos de la universidad, ampliar la inversión a la misma y garantizar el derecho a la protesta de quienes hartos de la corrupción, exigen un cambio estructural y por tanto directivo, en la universidad.

Neoliberalismo y corrupción

No es fortuito que en épocas de la “mercantilización” de la vida en general, los casos de corrupción aumenten, y, sobre todo, en las entidades públicas. Después de la posguerra que abrió el camino para la implementación del neoliberalismo y la caída de la URSS y la subsiguiente criminalización y debilitamiento de los procesos revolucionarios en varios lugares del mundo, generó las condiciones materiales para que el capitalismo atacara los derechos conquistados por la sociedad hasta entonces.

El cuerpo, los recursos naturales, el deporte, la cultura, la salud, la educación y por tanto, los saberes y el conocimiento, etc., resultan para el modelo, una mercancía más, una posibilidad más para generar plusvalía y para sostener la explotación y sometimiento de la población a los intereses de las clases hegemónicas.

Es, por tanto, un imperativo ético, moral y de supervivencia, seguir en pie de lucha por el derecho a la educación, gratuita, pública y de calidad, la tarea es continuar la defensa de Universidad Distrital, para que más estudiantes, sobre todo los de menores recursos en la capital, alcancen un título profesional y construyan un proyecto digno de vida.