Alejandro Cifuentes
El internet se ha vuelto un espacio predilecto para quienes buscan información que no circula en los medios masivos. Y es que no es para menos, pues gracias a las herramientas digitales, han florecido medios alternativos que hablan sobre lo que la prensa comercial calla. Además, hoy parece surgir un público más crítico que ha adquirido conciencia sobre la relación que existe entre los grandes emporios informativos, el empresariado nacional y la élite política: no es un secreto que medios como RCN y el periódico El Tiempo son propiedad de Ardila Lulle y el banquero Luis Carlos Sarmiento, ambos empresarios que han apoyado abiertamente a los gobiernos de las últimas dos décadas, lo que los ha favorecido a la hora de acrecentar sus obscenas riquezas.
Aunque no debemos preocuparnos porque los medios tradicionales se queden sin público, han existido eventos que muestran el malestar de televidentes y lectores críticos, como cuando RCN sufrió un fuerte impacto en su sintonía por cuenta de su abierto apoyo al ‘no’ durante el plebiscito por la paz.
Esta situación ha favorecido a los medios y columnistas alternativos que se mueven por internet, y al mismo tiempo ha comenzado a generar de parte del público una excesiva y preocupante confianza en el carácter crítico de todo lo que circula en línea. En los últimos años hemos visto nacer algunos portales noticiosos que no aparecen vinculados a ningún emporio comercial de medios, que no cobran por el acceso a sus contenidos, y que generan una falsa idea de democracia mediante sistemas de interacción con el público.
Además, estos portales gozan de gran reputación por sus críticas constantes al uribismo. Por eso, muchos lectores consideran estos medios adecuados para satisfacer su necesidad de informarse desde otras perspectivas, lo cual les ha representado a estos portales un gran crecimiento de su audiencia. Tal es el caso de La Silla Vacía y Las 2 Orillas.
Sin embargo, llama la atención que al repasar algunos de sus artículos se encontrarán argumentos que defienden el neoliberalismo, las agendas políticas tradicionales o que reproducen los lugares comunes frente a la movilización social para estigmatizarla. Pero, sobre todo, lo más grave de estos portales, que no hacen explícita su línea editorial; en muchos de sus artículos reproducen una práctica común a todos los medios tradicionales: presentar su opinión editorial como nota informativa. Además, resulta difícil establecer la financiación de estos portales, por lo que es complicado aclarar hasta dónde llega la “independencia” de su periodismo.
Es justo señalar que estos medios han hecho aportes en la oposición al uribismo, pero eso no necesariamente los hace alternativos. Una de las consecuencias del uribismo en la opinión pública, es que al haber bajado tanto los estándares de la política hacen parecer a cualquier fuerza o personalidad que lo critique un demócrata con ideas de avanzada, así defienda la minería, favorezca al capital financiero o persiga la protesta social. Como lo ha demostrado la alcaldesa de Bogotá, la crítica al uribismo no riñe con la promoción del neoliberalismo.
La alternatividad no depende de la forma, es un problema de contenido, de si se le apuesta o no a un proyecto diametralmente distinto al imperante. Este es un llamado a apoyar a la prensa que busca informar de manera honesta, independiente, y pensando en un mundo distinto.
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