El futuro económico del país está más que comprometido, pues la política pública pone más énfasis en los sectores que no generan empleo, que se dedican a la circulación de mercancías sin que se genere mayor valor.
Carlos Fernández*
En medio de la contienda electoral y la iniciación del Mundial de Fútbol, el DANE hizo públicas las cifras del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer trimestre del presente año. El ministro de Hacienda señaló que era el segundo mejor crecimiento del mundo, después de China. La cifra divulgada (6,4% entre el primer trimestre de 2014 y el mismo trimestre de 2013) representa, en realidad, un hito notable de crecimiento en los últimos 14 años. El sector que más aportó a este crecimiento fue el de la construcción, con un 17,2% entre ambos períodos. Dentro de la construcción, se destaca el subsector de construcción de obras de ingeniería civil, con 24,8% de crecimiento entre los dos trimestres.
También se destacan los crecimientos de los sectores de servicios comunales, sociales y personales (6,3%), agricultura (6,1%), establecimientos financieros (6,0%), comercio, restaurantes y hoteles (5,6%) y explotación de minas y canteras (5,6%).
Es decir que, salvo el crecimiento de la agricultura, los resultados obtenidos se concentran en obras civiles contratadas (no construidas) y en sectores que contribuyen al proceso de circulación de las mercancías, mientras que los sectores directamente relacionados con la producción, en particular la industria, presentan un pobre comportamiento. Cabe señalar que, en esta oportunidad, el DANE presentó los resultados del trimestre desde el punto de vista de la oferta, es decir, por sector económico, y no por el lado de la demanda, que permite medir la variación en el consumo de los hogares y en la inversión.
Crecimiento no productivo
El caso de la agricultura no deja de ser engañoso. El crecimiento alcanzado durante el primer trimestre de este año obedece al café (14,9%) y a otros productos de monocultivo como la caña y la palma aceitera. No es un crecimiento generalizado sino que está concentrado en aquellos productos que no constituyen, propiamente, alimentos, con lo que se pone en riesgo la soberanía alimentaria que defienden arduamente los campesinos. Además, este sector presenta un pobre desempeño entre el año 2000 y el 2014, con un crecimiento promedio para los primeros trimestres de todo este período de sólo 2,8%, si bien tal promedio se eleva durante el período 2010-2014, por el crecimiento de los cultivos mencionados.
El crecimiento de la industria manufacturera en el trimestre enero-marzo (3,3%) presenta una gran variabilidad dependiendo de los distintos subsectores. Tal crecimiento se da frente a un comportamiento muy pobre durante el primer trimestre de 2013 y, en términos del valor producido, no alcanza los niveles de 2012 y 2011. De ahí que el crecimiento promedio de este sector en el período 2000-2014 haya sido de tan sólo 2,9%, mientras en el período 2010-2014 fue de 1,0%. En otras palabras, la euforia gubernamental por las cifras obtenidas descansa en un proceso de desindustrialización que ya hemos comentado en estas páginas.
El sector de minería recupera una parte del crecimiento que presentó hasta el primer trimestre de 2012. El crecimiento alcanzado durante el primer trimestre se apoya, esencialmente, en la extracción de carbón, que crece 33,3% entre el primer trimestre de 2013 y el mismo período de 2014. Éste es un sector de pura extracción, que depreda los recursos naturales del país, que genera sólo un mínimo de empleo y que no le deja al país ni siquiera un mayor nivel de conocimientos técnicos para aprovechar estos recursos en beneficio del país y no de las transnacionales.
Futuro comprometido
Vistas así las cifras, no queda más remedio que concluir que el futuro económico del país está más que comprometido, pues la política pública pone más énfasis en los sectores que no generan empleo, que se dedican a la circulación de mercancías sin que se genere mayor valor. La estadística oficial no desagrega, por otra parte, el denominado valor agregado por sector en sus componentes, a saber: ganancias empresariales y remuneración al trabajo, de manera que se puedan realizar análisis más coherentes respecto a la forma como el crecimiento económico beneficia a los distintos sectores y clases sociales que conforman la estructura económica del país.
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* Investigador del CEIS.