Armando L. Acosta
En esta nota haremos una semblanza, a vuelo de tecla, de Arnoldo Palacios Mosquera, uno de los pioneros de la novela moderna colombiana y subvalorado, por los antologistas y seudocríticos de la literatura nuestra. Sin embargo, con justo reconocimiento en los medios y en la academia de Europa.
Arnoldo Palacios, con su novela Las estrellas son negras, es uno de los narradores modernos y con un manejo de la cuestión social, eso que Sartre llamaba el compromiso del escritor, logrado de manera estética. La utilización del lenguaje del hombre chocoano común le crea un hálito de autenticidad a sus personajes y rodea su ficción de un halo de fácil aceptación por parte del lector.
Por el tratamiento de la temática de la novela de Arnoldo Palacios, el crítico norteamericano Raymond L. Williams, la equipara con las novelas más destacadas del continente y lo expresa así: “…lo muy particular de la novela moderna en América Latina es su política crítica y progresista, desde Los dos tiempos y Las estrellas son negras, hasta La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, La casa Verde de Vargas Llosa, y las otras obras del apogeo de la gran novela moderna latinoamericana que solemos llamar el Boom.”
Día y medio en la vida de Israel
El seguimiento de apenas un día y medio en la vida de Israel, Isra también es una expresión de lo moderno de la novela Las estrellas son negras. Ese tiempo tan corto en la vida del personaje de Arnoldo Palacios es suficiente para presentarnos, la pobreza, la existencia de hambre que lleva a Israel y la mayor parte de su pueblo chocoano, la falta de oportunidades no solo de los negros sino también de los blancos del país, lo expresa el autor con la amargura que siente Israel al ver frustada sus ansias de seguir estudiando, objetivo que se le presenta imposible al no conseguir la beca a la cual aspiraba.
El tratamiento de la novela es la de un narrador omnisciente, lo cual le permite al autor compartir con los lectores las meditaciones y la visión pesimista que tiene Israel de su existencia y de su pueblo. Sin embargo, el enfoque de la forma como se desarrollan los hechos, evita que la pobreza y los padecimientos aparezcan como frutos de la fatalidad y se identifican todos esos problemas y limitaciones como consecuencia de la situación política y social.
La maestría del narrador permite que el lector sienta el discurrir de la vida de Israel como si estuviera viendo una obra de teatro, lo cual le permite vivenciar la miseria, la visión sin futuro del personaje y de los habitantes del Chocó.
El lenguaje del hombre chocoano y las formas idiomáticas diferentes de los otros personajes, sugieren la existencia de un lenguaje del poder y un lenguaje de los excluidos.
Los críticos de hoy reconocen la obra de Arnoldo Palacios Mosquera como un hito temprano de la novela moderna continental que alcanzará su máximo nivel en los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Arnoldo Palacios escribió además: Cuando yo empezaba, La selva y la lluvia y Buscando mi madredios. Arnoldo Palacios murió en Fiquefleuer, Francia, en el año 2015. Lo sobreviven su esposa y cuatro hijos que han convertido su casa en una especie de museo donde se encuentran las piezas representativas de su cultura negra, del Chocó, de sus ancestros y la patria que aún no valora suficientemente la vida y obra de este narrador excepcional.