Las lumbreras del uribismo

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Juan Carlos Hurtado y Erika Prías

Tal vez las nuevas generaciones no lo sepan, pero en la década de los 60 hubo un pintoresco personaje llamado Gabriel Antonio Goyeneche, quien fue portero de la Universidad Nacional algunos años y quien en varias oportunidades se lanzó a la Presidencia de la República.

Entre sus propuestas, Goyeneche decía que como había un bajo caudal en el río Magdalena y los barcos encallaban, este debía pavimentarse: “Es muy fácil y barato: como ya tiene agua y arena, lo único que hace falta es echarle cemento”. También propuso que para acabar con la congestión y la contaminación, había que construir las ciudades en el campo.

Pero apuntes como los mencionados no quedaron para los anales o los anecdotarios de la historia política del país. En la actualidad, la derecha colombiana presenta unos personajes políticos ante los cuales, Goyeneche parecería alguien con un coeficiente intelectual muy alto.

Pacho y Paloma

El conocido “Pachito” Santos es uno de ellos, pues propuso que la Policía aplicara choques eléctricos a los estudiantes universitarios que protestaban en las calles bogotanas, en defensa de la educación pública.

“Pachito” también mintió en Twitter cuando publicó una foto de carabineros chilenos y los quiso hacer pasar por agentes de la Policía colombiana que apoyaban una marcha uribista. Hace pocas semanas, en RCN Radio, él mismo reconoció ser alguien que decía burradas.

La otra lumbrera uribista es la senadora Paloma Valencia, quien hizo el oso por culpa de otro oso: el de anteojos que supuestamente estaba matando el ganado en un municipio del Cauca. La energúmena y desplumada avecilla, pidió a Parques Nacionales pagar a los ganaderos por los daños del plantígrado, y así evitar que lo mataran.

Este genio, en 2015, ante las protestas de los indígenas del Cauca propuso la realización de un referendo para dividir ese departamento en dos: uno para los nativos y otro para los mestizos, y que las negritudes escogieran a cuál pertenecer. Era su manera salomónica de dirimir el conflicto.

Cambiando de animal, también fue protagonista del circo el senador del Centro Democrático, Daniel Cabrales, quien culpó a las FARC de la avalancha que causó la tragedia en Mocoa, Putumayo, por una supuesta “dinamita explosiva” sembrada por los insurgentes. El jumento luego se retractó al percatarse de su ridículo cuando le evidenciaron su rebuznancia.

Uribe a carta Cabal

Pero la tapa, quien la rompió, la que se dio garra, fue la representante a la Cámara por Bogotá, María Fernanda Cabal, la misma que ante la muerte de Gabriel García Márquez dijo que pronto estaría en el infierno con Fidel Castro. Esta vez, en un debate con el senador Iván Cepeda, sobre el desarme de las FARC, argumentó que no confiaba en la ONU porque en su Consejo de Seguridad había países comunistas como China y la Unión Soviética.

Inmediatamente, las burlas hacia esta politóloga de los Andes la convirtieron en tendencia nacional en redes sociales, donde fue ridiculizada por desconocer minucias históricas como la caída de la Cortina de Hierro y el fin de la Guerra Fría.

Por si fuera poco, un punto más alto en barrabasadas lo puso el caudillo de los anteriormente mencionados: Álvaro Uribe Vélez. Su último orgasmo creativo lo hizo aprovechándose del atentado al centro comercial Andino de Bogotá, al trinar un mensaje de WhatsApp en el que empresarios se quejaban de la falta de seguridad. Seguidamente los tuiteros se percataron de la farsa al evidenciar que el texto había sido escrito por él mismo, puesto que en esta aplicación los mensajes enviados tienen fondo verde. El expresidente, horas después borró el tuit, al notar su limitada astucia.

Con las anteriores y muchas otras pifias, y considerando que el 666 es el número usado por la Iglesia para identificar a La Bestia, en redes sociales expresaron que los dígitos de los políticos uribistas deberían ser 667, ya que, de verdad, se pasan de bestias…