La Fiscalía General de la Nación ha declarado el crimen de Julio A. Poveda como delito de lesa humanidad. VOZ recuerda el editorial escrito por el dirigente agrario del Partido Comunista y la Unión Patriótica para la edición 2000 del 10 de febrero de 1999, siete días antes de ser asesinado por las balas del paramilitarismo
Julio Alfonso Poveda
El año de 1999, último del siglo veinte, comenzó con un histórico acontecimiento que hizo vibrar de entusiasmo a la mayoría inmensa de los colombianos, como fue la inauguración de la Mesa de Diálogo entre el gobierno de Pastrana y las FARC-EP, ambos representados por sus voceros autorizados, en San Vicente del Caguán, Caquetá, uno de los municipios despejados por la orden presidencial de conformidad con la exigencia del movimiento guerrillero para la seguridad del diálogo en una zona de distensión.
Pese a que el momento actual requiere una Colombia de tolerancia, diversos sectores sociales han levantado como siempre su voz a través de los medios de comunicación todas aquellas personas que de manera ciega y obstinada han defendido y defienden estructuras que como en el caso de la tierra viene desde la época de la Colonia. Igualmente, lo hacen para mantener el poder de los monopolios nacionales e internacionales. Al servicio incondicional de esos intereses se conocen periodistas que vulgarizando su profesión y violando la ética profesional, constantemente desfiguran la información y llegan a calificar de ignorantes a importantes dirigentes de oposición al régimen actual.
La paz que requiere Colombia no es una algarabía, no es un ruido.
Hay consenso en la mayoría de los colombianos de que el proceso hacía la paz es muy complejo. Así lo demuestran los obstáculos que se han presentado como el desenfrenado accionar de los paramilitares en la más completa impunidad y los sobrevuelos de aviones de la FAC en las zonas de despeje. Situaciones que lo han llevado a la condición de congelamiento, según lo anunció las FARC-EP, hasta el próximo 20 de abril.
Un número considerable de organizaciones agrarias, sindicales, cooperativas y asociaciones nacionales y regionales creemos que ese proceso de paz tiene que pasar básicamente por reformas políticas, sociales y económicas que hasta ahora en Colombia no se han querido aceptar por la clase dominante y por tanto son desconocidas.
Una de las reformas que con más urgencia se requiere en Colombia es la agraria. Esta tiene que ir más allá del simple favorecimiento de los campesinos que no tienen tierra, porque debe estar orientada a ser un elemento indispensable para el desarrollo general del país. Por eso hablamos de una reforma agraria integral, la cual estamos dispuestos a respaldar y a contribuir con nuestros conocimientos y experiencias de largos años de movilizaciones, reclamos y luchas; como también de promesas y frustraciones.
Desde este espacio de VOZ la verdad del pueblo cuando llega a la edición 2000 al servicio de los trabajadores, los campesinos y las masas populares, llamamos a las organizaciones agrarias, en particular a los campesinos y sus familias, a ponerse de pie y a hacer sentir su voz, su iniciativa y trabajo, para sacar adelante la Reforma Agraria que necesitamos los campesinos y que requiere la paz de Colombia que tanto anhelamos los que luchamos por la democracia y el socialismo.
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