El tema de las víctimas es fundamental. Pero debe ser asumido con mayor ecuanimidad por el Gobierno y el establecimiento, que le endilgan responsabilidad solo a las FARC con esa fastidiosa unilateralidad con que asumen la responsabilidad del conflicto, olvidando el peso que tiene la clase dominante
Editorial del Semanario VOZ
De histórica fue calificada la reunión del primer grupo de víctimas del conflicto con las delegaciones de paz del Gobierno Nacional y de las FARC-EP, el pasado sábado 16 de agosto, en La Habana (Cuba), sede de las conversaciones de paz y de búsqueda de la solución política del conflicto colombiano.
Al término de la larga jornada, los delegados gubernamentales y de la insurgencia, expidieron un comunicado conjunto en que expresan lo siguiente: “Consideramos que este fue un momento trascendental del proceso. Desde el inicio dijimos que las víctimas estaban en el centro del Acuerdo. Con esta primera reunión en La Habana, de manera más directa, se hace realidad este propósito. Recibimos sus manifestaciones de dolor y sus demandas como un imperativo ético y moral para concluir exitosamente estas conversaciones. Reconocemos especialmente las manifestaciones de compromiso de las víctimas con la paz”.
También reconocieron, ambas partes, que los testimonios, opiniones y propuestas presentados por las víctimas, “fueron expresados con mucho valor y franqueza”.
Esta fue la primera delegación de 12 personas, de un total de cinco delegaciones y de 60 personas, según el acuerdo. La composición es heterogénea, aunque todos son víctimas del largo conflicto. Las hay de actos de la insurgencia, pero también del Estado y del paramilitarismo, pero es necesario aclarar que en los dos últimos casos existe un cordón umbilical por la colaboración que le prestan instituciones y agentes oficiales a los crímenes de los paramilitares. Entre estos suman el 80% de los atentados, asesinatos, masacres y otras violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
La reunión fue constructiva. “Un reencuentro con el dolor en aras de la reconciliación y la búsqueda de la paz”, dice la reseña de la oficina de prensa de la Delegación de Paz de las FARC-EP. Al tiempo que recuerda la frase de una de las víctimas, cuando un periodista le preguntó por qué la sala estaba llena de flores: “Las flores significan memoria, las flores significan esperanza en que este proceso de paz culmine”.
A pesar de los anuncios de la “gran prensa” y de algunos saboteadores de que la reunión sería tensa y que los guerrilleros serían colocados contra la pared, todo transcurrió con respeto y solemnidad. Las 12 víctimas, a pesar de sus diferencias, apoyaron los diálogos de paz y manifestaron estar en “causa común” por el éxito de los mismos. Lo declaró Fabrizio Hochschild de la ONU: “Las víctimas están unidas por el dolor por ser sobrevivientes de un largo y doloroso conflicto que ha afectado a todos los estamentos de la sociedad y todas las regiones del país”.
En el Foro Nacional de Víctimas y en los foros regionales, a pesar de los intentos de desviarlo de su ruta constructiva por parte de agentes del militarismo y de la extrema derecha uribista, se presentaron más de tres mil testimonios y propuestas, sumadas a las cinco mil adicionales que llegaron a la mesa.
El tema de las víctimas es fundamental. Pero debe ser asumido con mayor ecuanimidad por el Gobierno y el establecimiento, que le endilgan responsabilidad solo a las FARC con esa fastidiosa unilateralidad con que asumen la responsabilidad del conflicto, olvidando el peso que tiene la clase dominante porque es el sujeto principal y determinador de esta larga guerra de seis décadas. El Estado tiene una enorme deuda histórica con las víctimas del conflicto.
Tampoco se puede soslayar la importancia de los demás puntos de la agenda, que son parte de la realidad política y social que originó el conflicto. La paz está ligada a la verdad, la justicia y la reparación que exigen las víctimas, pero también a la democracia y a la justicia social. Sin el concurso de todos los factores que algunos llaman paz integral, será imposible lograr que esta sea estable y duradera.