Un llamado a la unión de naciones afroamericanas

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Lideresas sociales en el departamento del Chocó. Foto Carolina Tejada.

La versión histórica de la supremacía blanca fue y será utilizada para profundizar la colonización

Carlos Angulo

Es normal que muchos le tengan miedo a la independencia, por eso cuando escuchan hablar sobre el tema, sus piernas tiemblan y empiezan a referirse a los pueblos que supuestamente han fracasado, y siempre nos mencionan a Haití para intimidarnos. Creemos que el pueblo haitiano fue el que fracasó. Pues no fue así. Haití no fue el que falló. Somos nosotros quienes hemos fallado.

De hecho, no hemos logrado crear una nación negra independiente, en el pedazo de América que nos tocó. Solo por andar detrás de los blancos, criollos y mestizos, quienes nos prometieron repúblicas democráticas, donde todos nosotros como pueblo negro, seríamos iguales ante la ley, y que ésta sería justa y democrática. Ese fue uno de los motivos por los cuales fracasó Haití, pues nosotros a diferencia de ellos, no continuamos el proyecto palenquero que logró tener naciones negras independientes en todo el continente americano.

Sexta región

Si nosotros nos hubiésemos levantado por todo el continente americano, con la fuerza espiritual con la que se levantó Haití, hoy tendríamos relaciones políticas, económicas y culturales con todos los pueblos hermanos de la gran diáspora africana en América, nuestra madre África y el resto del mundo.

Debemos recordar que Haití hizo una de las contribuciones más significativas y contundentes a la independencia de toda América Latina, derrotando al imperio francés, uno de los más sanguinarios y poderosos de su época.

Nosotros como pueblo libre del Pacífico, constituidos en una nación soberana, de seguro hoy seríamos respetados en todo el mundo. Tendríamos la unión de naciones afroamericanas y hubiésemos reestablecido los lazos de hermandad que nos unen a nuestra madre África, convirtiéndonos en la Sexta Región del continente africano, como lo plantean algunos intelectuales panafricanistas.

Hoy más que nunca necesitamos conocer nuestra historia, para darle vuelta a las falsas versiones contadas por los opresores, las cuales no se parecen en nada a lo que realmente ha ocurrido. Necesitamos contar nuestra historia, desde nuestras voces, con nuestro puño y letra, ya que ésta es la única capaz de imponer nuestra realidad.

Orgullo negro

Por medio de nuestra historia, debemos reconocer nuestra responsabilidad como pueblo, y así encontrar nuestra verdad del holocausto cometido en contra de los pueblos de África y de América. Pero, sobre todo, la verdad de nuestra lucha durante más de 500 años por la libertad, la justicia y la igualdad. En ese orden de ideas, puedo asegurar que nos sobran motivos para sentirnos orgullosos y orgullosas de quienes somos y de nuestra ancestralidad.

Lamentablemente nuestro pueblo no ha entendido que el mundo del hombre blanco casi nunca ha sido un lugar pacífico y amable para nosotros. No lo fue cuando llegamos aquí en calidad de secuestrados y sometidos a la esclavización, y no lo será hoy que supuestamente somos un pueblo libre, que con su esfuerzo logró arrebatarle al sistema esclavista colonial, un gran pedazo de tierra a las orillas del Océano Pacífico, rodeado de ríos y espesa vegetación de bosques que, lo convierten en un verdadero paraíso en el que hoy se acabó la paz, gracias al modelo de desarrollo capitalista blanco hegemónico. **

La supremacía blanca colombiana lo que ha hecho con nuestro pueblo es continuar desplazándonos, asesinándonos y enterrándonos en nuestra propia tierra, como lo hicieron con los pueblos originarios de este continente y con nuestros ancestros, para luego apropiarse del mismo y construir aquella visión de desarrollo que nunca los satisface. Eso les ha permitido escribir una versión de la historia, donde ellos son los únicos héroes que, modernizaron todo y engrandecieron la nación, hasta convertirla en la gran metrópoli, la cual nunca fue ni será incluyente.

Sin miedo

La versión de la historia de la supremacía blanca fue y será utilizada para profundizar la colonización. Esto es lo que está ocurriendo en nuestro territorio y de continuar así, con nuestra apatía y desorganización, seguiremos sometidos por muchos años más.

Aún estamos a tiempo, saquemos la ira contenida en nuestros músculos por la indignación que sintieron todas las generaciones que nos antecedieron y concentremos ese poder dirigiéndonos en contra de nuestros opresores, de esa forma nunca más volveremos a saber de ellos. Creo tanto en la gente negra, porque creo en mí, y sé que ese sentimiento está ahí, está siendo reprimido por estructuras mentales diseñadas para que nuestro pueblo nunca se levante.

No tengamos miedo, empecemos a destruir esas estructuras mentales y dejemos que nuestros sueños y esperanzas sean liberados acompañándolos de la fuerza y de nuestra unidad, que será guiada por el espíritu de todos nuestros ancestros y ancestras que, nunca se dieron por vencidos sin importar el obstáculo. Estos son tiempos maravillosos, son tiempos de profundas reflexiones que nos tienen que permitir entender que, ante una verdadera crisis, no tenemos Estado. No podemos seguir depositando nuestra esperanza en quienes solo nos han oprimido.

Construir lo nuevo

Solo nosotros mismos sabemos de lo que somos capaces de hacer. No permitamos que el opresor se apiade de nosotros, no permitamos que el opresor pretenda ayudarnos, levantemos la cabeza hacia el horizonte, pongamos nuestro cerebro en actividad y dejemos que nuestro corazón llegue al más profundo sentimiento de amor por nuestro pueblo.

De tal manera que, nunca más nos vengan a restregar sus migajas como si no tuviéramos vergüenza y acabemos de una vez por todas con la farsa de la alianza llamada cooperación internacional, que lo único que hace es dividir nuestro anhelo y nuestra posibilidad de encontrar nuestro propio camino, nuestra esencia, retrasando la misión impostergable de resolver las contradicciones existentes.

Olvidémonos del Estado miserable y esclavista colombiano, el cual es fruto de la deshumanización de nuestro pueblo. Olvidémonos de la Colombia miserable, déspota y racista, y construyamos nuestra propia nación en nuestro propio territorio, nuestras propias leyes, nuestro propio buen vivir. Empecemos por producir nuestra propia comida. Debemos concentrarnos en ser soberanos en la producción de nuestros propios alimentos a partir del momento en el que reiniciemos las actividades después de esta cuarentena.

Pero lo más importante, debemos hacer algo por nuestra gente en este momento, algo completamente nuestro, que sea el fruto de nuestra autonomía; enseñemos la historia a toda nuestra descendencia de manera rigurosa, para que veamos crecer a una generación totalmente nueva, con una autoestima y un conocimiento de sí mismos que nunca más los convierta en vulnerables ante las estrategias de dominación mental diseñadas por los colonialistas, mediante su sistema educativo racista.

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