Calarcá es un municipio del Quindío al cual pertenece un grupo de hombres y mujeres ejemplo de solidaridad, de resistencia por el territorio y la defensa de la madre tierra. Asimismo, la región es cuna de grandes poetas, cronistas y caricaturistas que llevan su legado a todos los rincones del país
Renata Cabrales
@renatarelata
Es inevitable contemplar con admiración las plantaciones de guadua que se encuentran en la carretera que conduce de Calarcá a Armenia. La riqueza del paisaje de la zona cafetera de Colombia es un paraíso ante los ojos de sus visitantes, pues devela ser de gran inspiración para sus artistas.
Los guaduales hacen parte de los materiales de construcción de las antiguas casas de los pueblos del Quindío. Calarcá, por ejemplo, cuenta con un conjunto arquitectónico de casas de la colonización, declaradas de gran valor por Colcultura (Instituto Colombiano de Cultura) en 1986, a través de la Resolución 0017, que define como parte del Patrimonio Artístico de la Nación un sector del municipio.
Debido al terremoto de 1999, muchas de esas construcciones padecieron fuertes estragos y han tenido que ser reformadas. Es importante resaltar que, después del desastre, los ingenieros han perfeccionado técnicas para reforzar las paredes del bahareque, como se le llama a las edificaciones que incluyen la guadua como material de refuerzo, haciéndolas altamente resistentes a los sismos. De esta forma, muchas familias han sido favorecidas con casas de este tipo.
Un pueblo resiliente
Según la historia de la región, en los viejos tiempos, los productores de guadua aseguraban que cuando los guaduales florecen es porque están llorando. Y así dice la reconocida canción de Jorge Villamil: “Lloran, lloran los guaduales, porque también tienen alma”. Podría suponerse que, a partir de la terrible experiencia del desastre natural, los quindianos han florecido, a pesar de haber derramado lágrimas de dolor por presenciar la destrucción parcial de su amado territorio, y, asimismo, por tantas vidas perdidas. Pero, de acuerdo a la experiencia obtenida después de un recorrido por la deslumbrante tierra del indio Pijao, esto no les ha impedido conservar su calidad humana y su riqueza cultural.
Calarcá, la segunda ciudad más importante del departamento, se mantiene en pie gracias a la riqueza de la tradición oral de la cual nació el personaje indígena Pijao, de la época de la Conquista, Calarcá, de quien hereda su nombre. Es sede de eventos culturales como el Encuentro Nacional de Escritores, y posee una Casa de la Cultura que fortalece la generación y exhibición de muestras artísticas. Del mismo modo, este lugar es la cuna de muchos caricaturistas destacados del país, como el maestro Arlés Herrera, Calarcá y Jairo A., reconocido por su personaje, Marquitos el arriero.
Festival Nacional de Escritores Luis Vidales
VOZ estuvo presente en el pueblo quindiano, debido al lanzamiento de la obra del maestro Calarcá, Trazos por la vida, que se llevó a cabo en el marco del Festival de Escritores Luis Vidales. Este es uno de los festivales culturales más importante de la región pues se hace para conmemorar al poeta Luis Vidales, oriundo también de la admirable región cafetera y quien es recordado en el gremio por su famosa obra Suenan Timbres.
Durante el festival se llevaron a cabo numerosos recitales poéticos dentro de los cuales se recuerda de manera especial, la participación del poeta nadaísta, Jotamario Arbeláez, quien aprovechó para dar a conocer una de sus primeras obras sobre el conflicto armado colombiano: Después de la guerra y recordar un poco como fue el inicio del movimiento nadaísta en Colombia, “creamos ese movimiento de ruptura, éramos como unos enemigos públicos, nos volvimos antisociales mientras llegaba el socialismo, pero como no llegó y hubo la quiebra de las ideologías, donde el nadaísmo sobrevivió y después de 60 años, todavía seguimos dando ‘lora’ con la juventud”, señaló a un medio de la región.
La maloka, geometría sagrada
El lanzamiento de la obra del maestro Calarcá, Trazos por la Vida, se llevó a cabo en un lugar especial, para resaltar su interés por el cuidado de la madre tierra y la defensa por todo lo que constituye herencia de nuestros ancestros y ancestras.
La Maloka, lugar donde se realizó el evento, la noche del 6 de septiembre del año en curso, tiene una arquitectura que deviene la geometría sagrada: “Celebrar al maestro Calarcá en la Maloka, lugar sagrado de nuestros ancestros y ancestras, es un orgullo para nosotros, pues desde su arte hace una crítica social y, como latinoamericano, se muestra agradecido por sus raíces”, advierte Lucely Velazco, propietaria del lugar, al lado de su familia.
“La Maloka de la Aldea Pacha Mama es el lugar donde se hacen actividades por la defensa del territorio, nuestra naturaleza, el arte y la vida misma. Un espacio que está a la disposición para juntos tejer ese sueño de lugar que queremos vivir y dejar a nuestros hijos…Lugar donde caminamos la palabra: Maloka Bonu Riva, término de los indígenas Arhuacos, de la Sierra Nevada de Santa Marta, que significa lugar donde surge la vida, donde nace la semilla”, resalta la promotora del evento.
El acto fue amenizado por la hermosa voz de la cantaora Martha Elena Hoyos, quien dedica su canto a la Madre Tierra y a nuestras ancestras, y que, además, este año ha venido presentando su trabajo de investigación y composición Mujer América, dedicado a mujeres libertarias, históricas y legendarias del continente.
No todo lo que brilla es oro
Vale la pena recordar, que el reconocimiento, por su obra, al maestro Calarcá y, asimismo, por su lucha por la defensa de la madre tierra y los recursos naturales, se da también debido a su promoción y participación en el evento internacional de caricaturistas, No todo lo que brilla es oro, realizado el año pasado en el municipio de Calarcá.
El encuentro se hizo para crear conciencia sobre las encantadoras montañas y cultivos para la vida que hay en el departamento del Quindío y que pueden llegar a ser convertidos en desiertos y pantanos, producto de las obras artificiales nocivas para la salud, resultado de la megaminería.