Lograr la apertura democrática

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2021
Bernardo Jaramillo Ossa. Foto archivo VOZ

Bernardo Jaramillo Ossa estaría cumpliendo 65 años el 2 de septiembre de 2020. VOZ lo recuerda con la primera entrevista después de ser proclamado como candidato presidencial para las elecciones de 1990 por el segundo congreso de la Unión Patriótica

Roberto Romero Ospina – Edición 1555, septiembre 14 de 1989

Perdido en un barrio de eucaliptos al norte de Bogotá, nos recibe en ropa deportiva feliz otra vez por volver a la informalidad. Una hora antes el Congreso de la Unión Patriótica lo ha proclamado por unanimidad como su candidato presidencial. El primero, por cierto, que de manera oficial lanza un partido en el país.

No está sino su esposa y su colección de gatos Garfields, uno tan grande como un galápago recostado en el escritorio. Detrás, un cuadro con dedicatoria del maestro Pedro Alcántara. El rostro luminoso de una muchacha valluna.

Este abogado manizalita, con 34 años, se convierte también en el más joven de los aspirantes a la presidencia simbolizando, como él mismo lo dice, las aspiraciones de cambio real de las nuevas generaciones del país que han vivido en Estado de Sitio permanente. Pero su programa es para toda la nación, incluso recogiendo propuestas de sectores industriales como Fedemetal o gremios como Apemecafé, sin hablar ya de los trabajadores organizados que son el corazón de la UP.

Una formidable muestra de la resistencia popular

-Lo primero que hay que anotar es que este Congreso haya podido tener lugar y con tanto éxito ¿Cómo explica usted que después de cuatro años de guerra sucia con mil víctimas de la Unión Patriótica, el movimiento tenga tanto vigor?

-La violencia en Colombia ha llegado al máximo grado. Ningún país de América Latina ha soportado algo semejante. Pero pareciera que esa misma violencia diera fuerzas al movimiento no solo para mantenerse sino desarrollarse en una formidable muestra de la resistencia popular.

-Pero para algunos es todo lo contrario, la UP se ha debilitado…

-El Congreso liquidó esa discusión. Yo miraba en el evento la lista de las delegaciones existentes y hace dos años, nosotros, en regiones como La Guajira, el Cesar, el Amazonas, para citar algunos ejemplos no aspirábamos a tener delegados. No nos han desaparecido de ninguna región donde la guerra sucia ha sido más dura mientras hemos surgido y fortalecido en otras zonas del país.

-Cada vez que ocurre un crimen contra un dirigente de la UP la gente se pregunta hasta dónde se va a seguir.

-El Congreso ratificó que vamos a seguir hasta lograr la apertura democrática. Si la guerra sucia en cuatro años, a los más altos costos, no ha podido doblegar a la UP, ahora menos puede cerrarse a continuar ampliando su espacio político. No hemos tenido otra alternativa. Teníamos que seguir y la vida nos ha dado la razón.

Necesidad de una veeduría internacional

-¿Pero acaso ha cambiado la situación? Hace menos de un año ustedes habían planteado la posibilidad de no ir a las elecciones por la falta de garantías del gobierno o acudir a las urnas sobre la ase de una veeduría internacional, con observadores de la ONU, por ejemplo.

-Pienso que en este momento no ir a las elecciones sería un error. El desafío de la guerra sucia es tan grande que uno de sus objetivos es llevar al país al totalitarismo a través de un golpe de Estado. Por eso los comicios adquieren ahora una nueva calidad y tienen mayor vigencia.

Lo que no ha desaparecido es la necesidad de que la opinión publica internacional superviso el proceso electoral. La situación, pues, no ha cambiado; por el contrario, se ha tornado más grave involucrando a mayor gente. Las acciones de la guerra sucia se han extendido golpeando a los partidos tradicionales. Con mucha más razón se requiere una veeduría internacional.

El gobierno de unidad 

-¿Qué opinión le merece la propuesta lanzada por El Espectador de un gobierno multipartidista, incluso contando con la UP, para la salvación nacional y cómo conciliaría con la iniciativa del Congreso de su organización que llama hacía la conformación de un gobierno de amplia convergencia?

-Si, hay coincidencias en la forma. Pero lo que nosotros queremos definir es para qué tal gobierno. Porque hay mucha gente que habla de unidad y de multipartidismo, y no me refiero a El Espectador, con la mira puesta en el apoyo a las medidas de excepción adoptadas por el gobierno que restringen aún más la recortada democracia que tenemos y la entrega de la soberanía nacional. Nosotros planteamos esa unidad y ese gobierno pluralista, pero para que haya más democracia, para acabar con el Estado de Sitio, para que defendamos la soberanía nacional y no para que se la entreguemos al presidente Bush. Ninguna persona sensata puede pretender que un partido solo puede sacar al país de la crisis.

-¿Cómo garantizar el éxito del congreso de convergencias al que ustedes llaman a trabajar?

-Para que el congreso de convergencias tenga éxito debe contar con la presencia de fuerzas políticas más allá de la izquierda. La convergencia de las fuerzas de izquierda por supuesto que es importante porque es un excelente comienzo de unidad, pero la crisis que vive Colombia obliga a que esa convergencia sea mucho más amplia. Ese congreso debe ser convocado lo más pronto posible. Ya se han dado pasos como los desayunos de trabajo de la CUT o el encuentro Colombia Unida. Seguramente vamos a encontrar interlocutores en los partidos tradicionales.

Coalición sobre la base de ampliar la democracia

-¿Hasta qué punto la Unión Patriótica sostendrá su nombre en la justa electoral, o en otras palabras, sobre qué base se puede negociar el retiro de su candidatura?

-La Unión Patriótica es una fuerza con influencia creciente en la vida política del país. Eso nadie lo puede desconocer. Sobre esta realidad vamos a buscar un acuerdo político con otras fuerzas, eso en primer lugar. Ahora, un acuerdo de esa naturaleza será sobre la base de que el candidato que apoyemos se comprometa con ampliar la democracia, el fin de la guerra sucia y con un programa de profundas transformaciones de la vida nacional. Lo que aprobó el Congreso de la UP fue una candidatura que va a trabajar por una coalición mucho más amplia y que está dispuesta a renunciar a la escogencia de su nombre si se da esa amplia convergencia.

-¿Qué repercusiones tendría para la campaña electoral de la UP que las fuerzas del gobierno impulsaran de nuevo las hostilidades contra la guerrilla?

-Una situación como la que usted señala no solo afectaría a la actividad de la UP, sino al proceso electoral en general. En Colombia en este momento no hay cabida para una salida militar a la crisis, ni de parte de la guerrilla ni de parte de las fuerzas oficiales. La única posibilidad que hay es la solución política a través del diálogo y la negociación para allanar el camino hacia la paz.

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