Ricardo Arenales
En las llamadas elecciones de mitaca, para diputados, gobernadores y gobiernos municipales, efectuadas en México el pasado 6 de junio, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, del presidente Andrés Manuel López Obrador, consolidó sus mayorías parlamentarias y amplió el espectro en las gobernaciones regionales.
En México, como en otros países del mundo, este tipo de ejercicio electoral es tomado como un referéndum o plebiscito en torno a la obra de gobierno del mandatario de turno. En el caso del país azteca, en esta ocasión, las fuerzas denominadas del obradorismo, se alinearon alrededor de la gestión del presidente, con la activa participación de su partido, al que se sumaron los votos del Partido Verde y del Partido del Trabajo, para una coalición que obtuvo 292 de los 500 escaños parlamentarios.
Esta cifra permite a la actual administración sacar adelante un paquete de proyectos de inversión social y aliviar la situación económica de los mexicanos, especialmente de sectores vulnerables, campesinos e indígenas. Pero esa mayoría, en principio, no le permite impulsar una reforma constitucional, como es su propósito, que requiere una votación calificada.
Hora de ajustes tácticos
Al otro lado de la orilla se integró una insólita coalición de fuerzas de centro, extrema derecha y de un sector de la izquierda, denominada “Va por México”, que integran partidos como el PRI, el PAN y el PRD. Pese a su poder mediático y económico, esta coalición no consiguió desarticular las mayorías oficialistas, como era su interés. Y el PRI, que gobernó durante medio siglo, perdió ocho gobernaciones y se quedó con cuatro.
A pesar de que Morena mantuvo sus mayorías, perdió alrededor de 40 curules parlamentarias debido a una reforma impulsada por las autoridades electorales. En Ciudad de México, donde se eligen lo que en Colombia se denomina alcaldes menores, el sector de López Obrador obtuvo seis alcaldías, de once que tenía. Es decir, recibió un voto castigo. A este se sumaron sectores feministas, que denuncian una política discriminatoria por parte del gobierno central. Un revés que se siente en otras ciudades importantes.
En cambio, compensa con el avance en gobernaciones donde obtuvo la mitad de los 32 departamentos. López Obrador ha dicho que no le interesa repetir mandato y no se postularía a los comicios de 2024. En estas condiciones, sin su figura más importante, Morena llega debilitado a las elecciones generales próximas. Lo que implica un reto, en el sentido de que, si quiere impulsar un proyecto democrático, debe mejorar su sintonía con sectores populares, particularmente urbanos, donde perdió un 30 por ciento de su votación.