
Reconocida como una de las ciclistas más premiadas en Boyacá, a raíz de la pandemia se muestra preocupada por el futuro de las mujeres que pedalean
Pablo Arciniegas
Lorena Colmenares, de 29 años, es una deportista consagrada al ciclismo y a Boyacá. En 15 años de carrera ha llevado a su departamento títulos como un campeonato nacional de pista prejuvenil, un podio en la Vuelta a Colombia y más de veinte medallas en distintas competencias del continente americano. Sin embargo, el brillo de la victoria no la distrae del difícil momento que atraviesa el ciclismo con la pandemia, ni de lo que implica abrirse paso como mujer en un deporte enfocado en los hombres.
Todo comenzó con una bici prestada
La pasión de Lorena por el ciclismo no solo viene de haber nacido en Duitama, cuna de grandes pedalistas de la élite mundial, sino que es algo que lleva en su sangre. “Mi papá fue ciclista. Al principio me decía que no me metiera a competir, porque es un deporte muy desgastante para el cuerpo, pero al final no pudo con la dicha que me daba al subirme a la bicicleta”, cuenta ella.
Este recuerdo suyo es de hace 15 años, unos meses antes de participar en dos competencias que le cambiaron la vida. La primera una carrera en Duitama en la que llegó entre las primeras niñas, ganándose así la oportunidad de conocer a María Luisa Calle, y la otra, el campeonato nacional de pista prejuvenil en Boyacá. En este debutó y se coronó con el primer puesto.
“Mi familia y el señor Argemiro Camargo me habían preparado bastante para la competencia, y yo me metí a correr con la bicicleta de Brayan, mi hermano que había fallecido hace poco y ahorró para comprarla. Cuando gané, la historia la supo hasta el gobernador Jorge Londoño, que fue a prometernos casa. Pero bueno, fue la ‘casa en el aire’ porque nunca la hizo realidad”, cuenta la ciclista entre risas. Lo mismo hizo el alcalde de Duitama Rafael Pirajón que le prometió apartamento y tampoco cumplió.
Lo cierto es que su triunfo la motivó a seguir entrenando para presentarse al prejuvenil de pista del siguiente año, que fue en Pereira. No solo lo volvió a ganar, sino que batió varios récords. Parecía, entonces, que Lorena era insuperable, pero aquella era su última competencia en esa categoría; estaba por ingresar a la élite y tendría que pedalear más fuerte.
“Recuerdo que al final del campeonato volví a ver a María Luisa Calle. Ella nos abrió la puerta a muchas en este deporte, y yo no dejaba de admirarla, pero en adelante también tendría que considerarla como una rival”, dice Lorena.
Triunfos sin podios ni medallas
El cambio de categoría no fue fácil para Lorena. Por suerte contó con la preparación del cubano Florencio Pérez, orientador técnico del departamento, quien reforzaba su velocidad en la pista, al tiempo que ella iba escalando posiciones en distintas clásicas a nivel nacional. En algunas de estas competencias, contaba con el patrocinio del ciclista retirado Rafael Acevedo.
Los frutos de tanto esfuerzo se dieron en el 2010, cuando Colmenares ganó la Vuelta a Cundinamarca y también se colgó dos medallas de oro del Campeonato de Colombia en pista. “Mi idea era formarme como una ciclista versátil: que podía destacar en el fondo, pero también pelear por salir del lote y buscar la punta de velocidad”, explica.
En 2011 y 2014, Lorena volvió a recibir medallas en el Campeonato de Pista Nacional; no pararía de hacerlo hasta el 2017. Por otra parte, en el 2015 ganó bronce en la carrera por puntos de la Copa Cuba de pista, primera competencia internacional en la que participaba, la cual también le sirvió de preparación para los juegos Panamericanos que se venían preparando el siguiente año en Toronto.
“El 2016 fue un año increíble. En Canadá gané un bronce representando a la selección nacional y después de tanto esfuerzo en ruta, por fin me subí al podio, como tercer puesto, en la Vuelta a Colombia. Sentía que había nacido para este deporte”, cuenta Lorena.
2017 también pintaba muy bien: medallas de oro y plata en los Juegos Bolivarianos, y primera en una etapa de la Vuelta a Colombia de ese año, hasta que Lorena fue afectada por una miositis muscular que la dejó por fuera de competencia. “El dolor era terrible, era la primera vez que me sentía derrotada y que no quería montarme en la bicicleta”.
Afortunadamente, la ciclista volvió a contar con el apoyo de su familia y fue recuperándose lentamente hasta que entrado el 2018 corrió otra vuelta a Colombia, esta vez en Boyacá, su tierra natal. Aunque se clasificó entre las diez primeras en dos etapas, ella cuenta que fue un triunfo sin podios ni medallas.
“Había superado un año muy difícil, no solo en cuanto a mi salud, sino la de mi mamá. Hoy yo me hago cargo de ella. Volví a llorar, pero esta vez de alegría. Celebraba, me sentía campeona, así no lo fuera”, cuenta Lorena, que en el 2019 luego remató con dos medallas de plata en los juegos Centroamericanos y del Caribe y con un segundo puesto en los juegos Suramericanos de Ruta.
Entonces, llegó la pandemia
Hoy, Lorena como ciclista de profesión, se ha dado a la tarea de adaptarse a las medidas de confinamiento. Hasta hace unas semanas, antes de que se relajaran los protocolos de salida para deportistas, hacía juiciosamente una hora de rodillo en su casa para mantener el nivel.
“Me tuve que volver amiga del rodillo, aunque no me gustara mucho. Siempre se prefiere el exterior para entrenar, a veces el rodillo es mucho desgaste y no se consiguen grandes resultados”, explica Lorena, que hoy pasa la cuarentena junto con su madre en Boyacá.
Sin embargo, desmejorar el rendimiento no es el único riesgo que corre el ciclismo colombiano, ya sea en mujeres u hombres. La verdad es que el desfinanciamiento es un escenario general para este deporte. “Desde antes de la pandemia ya había desinterés. La mayoría de ciclistas que querían correr en Europa y estar a la altura de allá, tenían que hacerlo con sus propios medios. Nacionalmente hay apoyo, pero todavía es muy poco en el caso de las mujeres”, agrega la pedalista.
A esto se le suma que ‘Boyacá es para vivirla’, el equipo de ciclismo oficial de ese departamento del cual es imagen Nairo Quintana, está al borde de desaparecer desde que inició la emergencia sanitaria. “Estamos a la deriva. El equipo no nos volvió a llamar y nosotros, sus integrantes, no hemos recibido apoyo financiero para mantenernos entrenando. Esto ha empujado a muchos a considerar el retiro. La verdad es muy triste porque los ciclistas hemos traído muchos títulos a Boyacá, muchos más las mujeres en el 2019, y parece que no se nos reconoce este esfuerzo”.
Esta situación se hace más preocupante, a la luz de la respuesta que las instituciones le han dado a Lorena sobre el futuro del equipo: “Nos dicen que todo el dinero se ha invertido en atender la pandemia”. Preocupante, sobre todo, porque Boyacá no es precisamente un departamento donde se haya aprobado la renta básica, ni construido grandes centros de salud.
“Es algo desconsolador. Yo no me rindo y quiero competir en Europa y en los Olímpicos, pero si el país no nos apoya, ¿Cómo le vamos a abrir las puertas a la próxima generación de ciclistas?” Esta pregunta de Lorena toca las fibras. Hace pensar en un amargo futuro, uno donde en Colombia ya no nazcan ciclistas como María Luisa calle o como ella.
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