Los archivos de la UP

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Marcha de la Unión Patriótica por calles de Bogotá.

Hernán Camacho
@camachohernan 

En plena guerra sucia de finales del siglo pasado la Unión Patriótica, UP, era objetivo militar de las fuerzas de seguridad del Estado y el paramilitarismo. La militancia se preparaba para atentados, capturas o allanamientos. Eran tiempos de tensiones, seguridad revolucionaria, precauciones, mucha audacia y extremo valor.

Una noche cualquiera, una militante de vieja data del Partido Comunista Colombiano a quien se le encomendó la tarea de vigilar la sede de la UP, ante la inminencia de un allanamiento a finales de los noventa, decidió, por sentido común, preservar algunos documentos que reposaban en un viejo archivador de madera. En bolsas negras guardó, como pudo, miles de hojas y las escondió bajo las escaleras de la casa.

¡Vaya sorpresa! Dos décadas después de la persecución estatal y cientos de allanamientos, los papeles deslucidos, guardados sin precaución, constituían la historia en documentos de la UP. Archivos que nunca encontró la inteligencia militar. Desde ese momento, el Partido inició un proceso de restauración al que se acercó el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, quien ofreció su ayuda.

El proceso no fue fácil. Primero había que construir confianza y dejar claro condiciones. A la sazón del reciente proceso de paz y su consigna de poner en el centro a las víctimas, la UP consideró firmar un convenio con la entidad para recuperar, sistematizar, custodiar y publicar sus archivos luego que su dirección lo avalara. Y subrayo esto último.

El CNMH, otrora conducido por defensores de derechos humanos, trabajó junto a la UP por un año en la sistematización del archivo. El proceso se cumplió a medias, pues ya sistematizados no se ha decidido cuáles documentos se pondrán a escrutinio; entre otros, reposa material probatorio que le servirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para confirmar la condena al Estado colombiano por su acción y omisión en el genocidio.

No da confianza el nombramiento de Rubén Darío Acevedo como director del CNMH, elegido por sus méritos como tuitero en contra del proceso de paz y la oposición política, y no por su profesionalismo. Acevedo prepara una estrategia legal para no devolver los archivos que solicitó la senadora de la UP, Aída Avella.

El papel de Acevedo será desnaturalizar el CNMH y retener los archivos de organizaciones defensoras de derechos humanos, que también firmaron convenios, en especial aquellas cuyo trabajo ha llegado a instancias internacionales. La estrategia es evidente: esconder la verdad, como sucede con la JEP.

Lo que hace Acevedo reteniendo los archivos, es extender el genocidio, esta vez atacando la memoria, la verdad y la lucha política del Partido de la vida y la esperanza. Será notificada la Corte Interamericana de Derechos Humanos de este nuevo atentado.