Alfonso Conde
Al final de una agitada campaña presidencial, cuando seguían creciendo las tensiones por la definición del futuro de asuntos vitales para la vida del país, dejó de existir Carlos Lozano Guillén, director de nuestro semanario VOZ. Su penosa enfermedad no lo alejó del trabajo del periódico ni de la orientación del Partido Comunista Colombiano, colectivo de cuya dirección ejecutiva participó durante varias décadas dedicando siempre su esfuerzo a la construcción de la paz, la democracia y la justicia social para toda la nación. Fue, durante mucho tiempo, el dirigente más respetado y apreciado por la militancia comunista que en sucesivos congresos lo apoyó con la máxima votación interna para integrar el Comité Central del partido y en varias ocasiones lo postuló para la secretaría general, cargo que declinó para estar al frente del semanario. Su permanente gestión por la paz fue ampliamente reconocida por los demócratas en Colombia, destacándose su participación en la época de los diálogos del Caguán, cuando formó parte de la llamada Comisión de los Notables, y en los últimos tiempos en la construcción y desarrollo de las conversaciones que condujeron al acuerdo de paz firmado originalmente en La Habana y finalmente protocolizado en el Teatro Colón de Bogotá, después del vergonzoso plebiscito que rechazó el acuerdo inicial.
Colombia perdió a uno de sus hijos más valiosos pero su labor será perdurable. Presento desde esta columna mis sentidas condolencias a su familia y a toda nuestra familia comunista.
Pero la vida sigue y la lucha continúa. Después de conocer los resultados definitivos de la votación del pasado domingo, es de resaltar la participación incrementada de los colombianos en el proceso electoral que hundió, esperamos algunos que definitivamente, al candidato de la mermelada que contó con ocho años de campaña con los recursos de todos los colombianos. Ello se da cuando los sectores democráticos y de la izquierda obtienen la mayoría absoluta (50.88%) de la votación, demostrando el deseo general de cambio. Colombia necesita, como se ha expresado insistentemente en esta columna, la unión de estos sectores para frenar las tendencias retrógradas que aspiran a la reanudación de la violencia que ha marcado la vida de la nación. Petro, Fajardo y de la Calle, este último desligado de la maquinaria liberal que dividió su votación entre Vargas y Duque, desde el inicio debieron actuar unidos en la defensa de la paz con democracia y justicia social; hoy, pasada la primera vuelta electoral, su unidad es indispensable.
El próximo 17 de junio triunfará la democracia contra el fascismo de Duque-Uribe.