El pasado 26 de julio se conmemoraron 121 años del natalicio de Luis Vidales, poeta y luchador popular, dirigente y fundador del Partido Comunista Colombiano. Homenaje a su vida y su obra revolucionaria
Beatriz Guerrero
@laflormasroja
“Mañana nueva del planeta; la insurrección ya incendia el cielo; hay una nueva estación… Cinco son las estaciones de la tierra: Verano, invierno, otoño, primavera, revolución”. (La Costurera, 1930)
Luis Nelson Vidales Jaramillo nació en Calarcá, Quindío, el 26 de julio de 1900 -en plena Guerra de los Mil Días-, hijo de una pareja de masones liberales. Debido a que fue bautizado cuatro años después de terminada la guerra, se tiende a confundir su año de nacimiento. Una vez finalizada la confrontación, sus padres Roberto Vidales y Rosaura Jaramillo, se trasladaron a Honda, Tolima, llevando a Luis y a sus tres hermanos mayores, Silvia, Roberto y Clara.
Roberto era maestro, por lo que inculcó a sus hijos una buena educación. Luis, siendo el menor, ya mostraba una fascinación hacia las letras, especialmente hacia la poesía. Anotaba todo lo que observaba en papelitos que enrollaba cuidadosamente y guardaba en sus bolsillos. Sus autores favoritos eran Julio Verne y Walter Scott.
Cuando Luis y sus hermanos tuvieron la edad para iniciar la secundaria, la familia se trasladó a la capital donde realizaría sus estudios en el Colegio del Rosario. Luis tuvo excelentes calificaciones y se destacó por su perfilada vocación literaria, marcada por su padre, quién también tenía sensibilidad hacia la naturaleza, las letras y se consideraba un librepensador.
Formación política
Terminado su bachillerato a los dieciséis años, trabajó como jefe de contabilidad del Banco de Londres & América del Sud. Mientras cumplía con sus labores de contador, fue alimentando su formación política y literaria. Desde muy joven se identificó con las causas sociales, asistió a diversas marchas a favor de los trabajadores, donde intensificó su liberalismo radical, mientras se formaba en ideas socialistas.
Asistió regularmente a cafés y tertulias literarias acompañado por otros jóvenes que también compartían las mismas inquietudes políticas e intelectuales. En el grupo Los Nuevos entabló una amistad con Luis Tejada, que sería decisiva en su vida, ya que fue él quien le estimuló para que escribiera algo más que sonetos.
Estos jóvenes atacaron el espíritu conservador que tenía anquilosada la literatura colombiana, encarnado en la Generación del Centenario. Los Nuevos se reconocieron como una escuela diferente, y en la década de los veinte sus ideas modernas propiciaron la apertura de grandes discusiones intelectuales contra esquemas coloniales y retrógrados.
Además, Vidales se integró al grupo de estudios de Marx, Engels y Lenin coordinado por Silvestre Savitski -un entusiasta bolchevique caído en desgracia-. Este grupo buscó radicalizar al movimiento obrero colombiano impulsando en 1924 la creación de un partido comunista integrado a la III Internacional.
Compromiso político
Vidales viaja a París a estudiar en la Sorbona y en la Escuela de Altos Estudios. Residió por un tiempo en Génova, Italia, bajo el cargo de cónsul, otorgado por el presidente Miguel Abadía Méndez, y al cual renunció a causa de la Masacre de las Bananeras. En diciembre de 1928 se encontró por primera vez con Jorge Eliécer Gaitán; desde entonces mantendría una fuerte relación con el caudillo liberal, con quien compartían ideas y posiciones sobre las luchas agrarias y las Ligas Campesinas.
De regreso a Colombia, Vidales afianzó su compromiso con la política revolucionaria de su generación, participó en la fundación del Partido Comunista Colombiano, del cual fue Secretario General entre 1932 y 1934. Por aquella época comenzó a publicar cada vez más sus textos en los periódicos nacionales más importantes del país, como El Tiempo y El Espectador. Además, participó en periódicos de izquierda como Vox Populi, El Bolchevique, El Soviet, El Sol, y Diario Popular.
En 1932 asumió la jefatura de redacción de Tierra (periódico oficial del PCC), en el que se opuso a la guerra colombo-peruana. Por tal motivo, y con los ánimos nacionalistas exaltados, el periódico fue atacado y sus instalaciones destruidas.
Sin embargo, Vidales mantuvo diferencias con el Partido frente a las estrategias revolucionarias, ya que para él era vital la insurrección del campesinado, mientras que para la organización lo era la del proletariado urbano. Sin embargo, siguió fiel a su militancia de izquierda apoyando las corrientes más radicales dentro del liberalismo, mientras continuaba su actividad como escritor y crítico de arte, publicando materiales en revistas culturales como el Boletín Cultural y Bibliográfico. Aunque sus ideas políticas eran conocidas, sucesivos gobiernos liberales confiaron en su capacidad técnica, llegando a nombrarlo Director Nacional de Estadísticas, puesto que dejó en 1944. Su adhesión al gaitanismo lo llevó a ocupar importantes cargos en el movimiento, entre los cuales destaca el de columnista del diario Jornada.
Tras el periodo de La Violencia, reingresó al Partido Comunista. Fue presidente de la Unión Nacional de Oposición, UNO, y vicepresidente del Instituto Colombo Soviético. Recorrió el país levantando campesinos, fortaleció ideas socialistas en el proletariado, formó células revolucionarias que reclamaron por los terribles atropellos a los que fueron sometidos, participó activamente en grandes huelgas a nivel nacional.
Suenan timbres
Su obra Suenan timbres, apareció en 1926, la cuál fue escogida por Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro y Alberto Hidalgo para formar parte del Índice de la nueva poesía americana. En este aparecen 62 poetas hispanoamericanos, siendo Vidales el único colombiano.
Suenan timbres fue la única obra poética estrictamente vanguardista escrita en Colombia en aquella época. De ahí el escándalo y la incomprensión con que fue recibida en el país, ya que no se encontraba medida en versos, ni rima, ni ritmo. Adicional a ello, su temática no era sentimental, ni utilizaba el lenguaje que habitualmente se encontraba en obras poéticas.
Todo lo contrario, allí se encontraban temas cotidianos, con el lenguaje del pueblo; se trataba de una poesía de ideas, expresada en un lenguaje juguetón, humorístico y sarcástico donde plasma la llegada de una nueva burguesía industrial y la vida obrera que nacía en la capital.
Intelectual perseguido
Por su militancia política fue perseguido en el ámbito universitario y detenido 37 veces, y liberado por sus huelgas de hambre. Además, en ocasiones rehusó a salir de la prisión sin los obreros apresados con él. Luego del 9 de abril de 1948, vino un período de clandestinidad que lo condujo finalmente al exilio.
En 1953 recibió asilo político en Chile, donde vivió durante 11 años con su esposa y sus hijos, trabajando en la Dirección Nacional de Estadística y dictando cátedra de Estética e Historia del Arte. A su regreso a Colombia, trabajó como experto en el DANE y luego se integró nuevamente a las filas del Partido Comunista, donde se mantuvo hasta su muerte a los 90 años.
En 1978 volvió a escribir poesía, ya de tema político, en obras como La Obreriada; Poemas del abominable hombre del barrio Las Nieves (1985), Antología poética (1985) y El libro de los fantasmas (1986). Y también dejó trabajos de prosa, como el Tratado de estética (1945), La insurrección desplomada (1948), La circunstancia social en el arte (1973), Historia de la estadística en Colombia (1978). Su obra le valió el premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, en 1982, y el premio Lenin de la Paz, en 1986.