Por: Pietro Lora Alarcón
En Brasil parecen no haber espacios ni tiempo para balances. La ofensiva desatada contra los trabajadores por parte del gobierno de Temer pretendía aprovechar el apagar de las luces de este año para avanzar en propuestas como la reforma del régimen de jubilaciones, pero las contradicciones internas de una derecha construida a los tropiezos, clientelista y mal acostumbrada a recibir prebendas para votar, como lo hizo cuando el golpe contra Dilma Rousseff en el 2016, no le permitieron generar la mayoría necesaria. La votación del tema fue aplazada para el año próximo.
Señal no solamente del desgate del gobierno, sino de que el legislativo, en el cual se encuentran las llamadas bancada de la “bala”, compuesta por diputados financiados por las fuerzas de la seguridad pública – policía y fuerzas armadas- y de los “pastores”, ligados a la iglesia evangélica, que rechaza las uniones homo-afectivas y tiene una agenda ultraconservadora, van a cobrar muy caro el apoyo electoral en el 2018.
Mientras tanto, como resultado del golpe y del régimen de excepción en que se encuentra el país, se distinguen las voces del fascismo militante, sustentado em grupetos como el MBL – Movimiento Brasil Libre- que condena una supuesta prédica marxista que habría tomado a las universidades brasileñas en el campo de las ciencias sociales. El MBL manifiesta, entre otras “sabias” opiniones, que la desigualdad humana es natural y que la desigualdad social confirma la primera.
Son las manifestaciones más reaccionarias, que ganan juego en medio de las contradicciones y de la disputa generada después del golpe. Esas tendencias muy negativas impulsan la candidatura presidencial del diputado de Rio de Janeiro Jair Bolsonaro, convertido en el hombre-polémica por la gran prensa, por sus opiniones abiertamente en apoyo a Trump y Marine Le Pen, que alimenta ahora la onda de, además de declarar guerra al pensamiento crítico con un proyecto llamado “Escuela sin partido”, atacar artistas e obras de arte, en una cruzada el pro del atraso en el sector cultural para “salvar al Brasil del comunismo”
LA ESTRATEGIA DEL PSDB – PARTIDO DE LA SOCIAL DEMOCRACIA BRASILEÑA
Por su parte el PSDB – Partido de la Social Democracia Brasileña – se reorganiza después de haber orientado el golpe, intentando diferenciarse del restante de sectores de la derecha, consciente de que en este escenario es posible polarizar el debate entre Bolsonaro y la candidatura natural de Luiz Inacio Lula da Silva. Según el expresidente Fernando Henrique Cardoso, hay que promover un proyecto de país, libre de la corrupción, con dimensión nacional e internacional. El proyecto de Cardoso, sintetizado en un programa, significa, simplemente, neoliberalismo, reducción aún mayor de los compromisos del Estado, privatización de lo que resta de patrimonio nacional como la Petrobras, la Caja Económica Federal y el Banco del Brasil, y el inicio del desmonte del Sistema Único de Salud (SUS), un ejemplo de organización estatal para el atendimiento al pueblo que más necesita de ese servicio.
Así, el PSDB, intentando polarizar inicialmente la disputa entre Lula y Bolsonaro, busca presentarse con un candidato supuestamente de “centro”, a elegir en una próxima convención.
La tesis que se ha colocado a girar, de manera muy simplista, por el PSDB y los grandes medios de comunicación, es que la recesión económica es el resultado de los gastos sociales que fueron de manera “irresponsables” aplicados durante el gobierno de Lula. Así, el gobierno de Temer sería un gobierno de transición, necesario para que otro gobierno asuma un nuevo mandato con “responsabilidad” y sin corrupción. Precisamente el del PSDB.
Se alimenta así la idea de que la conquista de derechos sociales la verdad es una elevación del gasto público que el país no puede sostener. Nada se dice, por ejemplo, de la ganancia del capital financiero, estimada en el Banco Itau, el mayor banco brasileño, en 190 millones de dólares en este año, o del Bradesco, el segundo en el ranking, calculada en 145 millones (Folha Invest. 6.11.2017. p. A19). Bancos que, junto al Santander, el mayor banco extranjero, durante los dos últimos años del gobierno de Dilma Rousseff, cortaron el 25% de los créditos que concedían a las micro, pequeñas y medianas empresas del país, ocasionando una agudización de la crisis para mantener su rentabilidad (Folha Invest. 6.11.2017. P. A17).
LA IZQUIERDA EN ESTE FINAL DE AÑO DE CARA AL 2018
uno de los pasos más importantes del movimiento social para fortalecer la creación de un amplio frente contra los resultados del golpe y capaz de posicionarse en defensa de la soberanía y los derechos sociales fue la realización de la 2ª Conferencia Nacional del Frente Brasil Popular entre los días 9 y 10 de diciembre. La Conferencia aprobó convocar el Congreso del Pueblo el primer semestre del próximo año.
La declaración política del evento analiza la situación internacional, especialmente la ofensiva del gobierno Trump y de América Latina, y hace un llamado a las fuerzas democráticas y populares a la unidad y a la organización en torno a una necesidad histórica, la de formular un programa común, sin hegemonías y en contraposición a la restauración neoliberal del gobierno golpista.
Paralelamente sigue la exitosa caravana de Lula por el país, mientras las encuestas lo colocan en el primer lugar de aprobación. Sin embargo, la 8ª Cámara del Tribunal Regional Federal de la 4ª región, con sede en la Porto Alegre, anunció que juzgará en segunda instancia la acción contra el expresidente el 24 de enero próximo. La Corte puede confirmar o modificar la decisión de primera instancia del juez Sergio Moro dictada en julio, que condena a Lula a 9 años y seis meses de prisión por supuestamente haberse beneficiado promoviendo contratos irregulares, y recibiendo un apartamento de la empresa OAS, de ingeniería e infraestructura, en el Litoral del Estado de São Paulo.
Vale decir que el proceso contra Lula, varias veces contestado, tanto nacional como internacionalmente por juristas de la talla de Zaffaroni, Maier e Ferrajoli, por acumular violaciones a las normas del debido proceso, tuvo el trámite más rápido de los 23 que constan en la operación emprendida por el Ministerio Público (Operación Lava Jato) – apenas 6 meses. En los demás procesos el tiempo ha sido de más de 15 meses. La gran prensa, no sin cierta ironía, ha pautado que no hay porque quejarse de esta celeridad del Poder Judicial, porque la rapidez es una reivindicación del pueblo. De todas maneras, el ambiente está enrarecido, hay un aire ya no solo de carencia de democracia, sino de fraude y ausencia de neutralidad y quiebra de la igualdad en el proceso contra Lula. Si condenado Lula no iría a la cárcel, porque aún serían posibles varios recursos, pero si estaría inhabilitado para ser candidato en el 2018.
Así la cosas, el Partido Comunista del Brasil (PCdoB), lanzó la precandidatura de Manuela D’ Avila, diputada en Rio Grande del Sur y que cumplió dos mandatos como diputada federal. Con un programa que coloca en el centro retomar el crecimiento económico, la defensa de los derechos del pueblo y la participación popular, la candidatura se abre paso dialogando con diversas fuerzas afines con esos propósitos.
La izquierda trabaja en ritmo unitario, la propia Manuela D´Avila ha declarado que su candidatura no es opuesta a la de Lula, sino una contribución para avanzar en medio de una situación compleja.
Un final de año de mucha discusión, con una pauta para el 2018 que ya se avizora de debates y luchas en un país en que se centra la atención por el poderío económico y la fuerza política que puede proyectar.