En una votación sin precedentes del Supremo Tribunal Federal de Brasil, en forma mayoritaria los magistrados dijeron que, ateniéndose al espíritu de la Constitución, una persona no puede ser considerada culpable hasta que no se haya dictado una sentencia final, es decir, hasta cuando no haya más recursos judiciales en proceso, que amparen el principio universal de que una persona se considera inocente mientras no se demuestre lo contrario. Y esa demostración es por vía judicial. Mientras eso no pase, no se puede privar de la libertad al indiciado.
La decisión fue tomada en sesión del Supremo Tribunal, el pasado 9 de noviembre, con el voto a favor de seis magistrados, y cinco en contra. Basados en el fallo, los abogados de la defensa del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, a quien le quedan recursos procesales pendientes, solicitaron su libertad inmediata, alegando la ilegalidad de la detención.
De esta manera, Lula recuperó su libertad. Y Lula libre, representa un vuelco político de una enorme trascendencia en el escenario político del Brasil. Lula está de regreso, está en las calles.
Recuperar la rebeldía
Eso hizo, inmediatamente recuperó su libertad. Una vez traspasó las puertas de la prisión, se dirigió al campamento “Lula libre”, que desde el momento mismo de su encarcelamiento mantuvo una vigilia permanente con la consigna de arrancar al antiguo líder obrero de las mazmorras del régimen.
El exmandatario, en efecto, anunció que volverá a hacer las caravanas que tanto aprestigiaron su liderazgo, recorriendo el país y denunciando la campaña de desprestigio contra la izquierda y su obra de gobierno. “Necesitamos recuperar el espíritu rebelde del pueblo”, dijo Lula.
En este sentido, todo parece indicar que Lula no buscará radicalizar una confrontación con el actual mandatario, no caer en el terreno del insulto personal, como acostumbra Bolsonaro, en vez de eso, criticar muy puntualmente la desastrosa política del actual gobernante. Después de una obra social exitosa de los gobiernos del Partido de los Trabajadores, hoy Brasil tiene 12 millones de desempleados, 26 millones de subempleados y 13 millones de pobres, algunos bordeando el hambre física. Y seguramente, ese será objeto de los discursos de Lula.
Derrota imperial
El mayor esfuerzo político del antiguo líder obrero metalúrgico será buscar la reunificación de la izquierda y, eventualmente, impulsar una política de alianzas con sectores afines al PT, en momentos en que se adelanta una campaña electoral para renovar órganos del poder municipal el próximo año, y que podría significar un revés para Bolsonaro que, debido a su gestión neoliberal, tiene una popularidad de apenas el 30 por ciento y una reprobación del 42 por ciento, según encuestas recientes.
Sectores democráticos en el mundo celebraron la liberación del exmandatario brasileño, y personalidades como el presidente Miguel Díaz-Canel, de Cuba calificaron como “un triunfo de los pueblos, de la solidaridad, de la verdad”, la liberación de Lula. Díaz-Canel destacó “la derrota de la estrategia imperial y de sus lacayos en sus intentos por desacreditar al líder del Partido de los Trabajadores y a la izquierda en América Latina”.