Manuela D’Ávila, excandidata presidencial y líder feminista por el Partido Comunista do Brasil, podría ser fórmula vicepresidencial en la propuesta del Partido de los Trabajadores, que acaba de inscribir la candidatura de Luiz Inacio Lula a la presidencia
Defendiendo un proyecto esencialmente anticapitalista, Manuela D’Ávila, destacada dirigente del Partido Comunista de Brasil, fue, en las últimas elecciones generales, candidata a la presidencia por esa formación política, con el apoyo de otros sectores minoritarios.
D’Avila, a pesar de ser una mujer joven, no es una novata en la política. Por el contrario, presenta en su palmarés una vida entregada a las luchas sociales. Inició su carrera política en el movimiento estudiantil como miembro de la Unión de la Juventud Socialista, una organización del PCdoB. En 2004 fue elegida concejala de Porto Alegre y se le reconoció como la parlamentaria más joven de la historia del municipio.
En el período 2007 a 2015 fue diputada por Rio Grande do Sul y en los últimos comicios generales, candidata presidencial por su partido. Hace dos semanas anunció su intención de retirar una nueva postulación, y apuntarle a una fórmula vicepresidencial por el Partido de los Trabajadores, el partido de Lula.
Un inocente
Como se sabe, el pasado 15 de agosto, el Partido de los Trabajadores, acompañado de una enorme multitud de brasileños, inscribió la candidatura de Lula a la presidencia, con el nombre del exalcalde de San Pablo, Fernando Haddad, como su vicepresidente. Podría ser que el Consejo Nacional Electoral, atendiendo a las presiones de la burguesía, invalide la inscripción de Lula. La Fiscalía General por su parte, impugnó esa inscripción. En caso de no poder avanzar la postulación, el PT presentaría a Haddad como su fórmula presidencial, con la vicepresidencia de Manuela D’Ávila.
“La certeza es que un inocente, como lo es Lula, puede cambiar el destino de Brasil ante la más grave crisis que estamos viviendo”, dijo la semana pasada Manuela a Página 12, un medio de prensa argentino.
“Vamos a consolidar un programa común entre la candidatura de Lula y la candidatura que teníamos con el Partido Comunista do Brasil. Lo más importante es hacer que las elecciones sean el espacio de debate acerca de la salida para la crisis. Lo que estamos viendo en Brasil es un proyecto antinacional, de destrucción del estado y de los derechos de nuestro pueblo”, dijo D’Ávila a ese medio de comunicación.
Esto de la crisis es, realmente, un asunto que atraviesa las preocupaciones de todos los brasileños hoy. El golpe parlamentario y mediático de 2016, que sacó del poder a la presidenta Dilma Rousseff, fue un intento de la burguesía de ese país de salvarse sola de la crisis, descargando el peso de la situación en los trabajadores.
No logró ese propósito la burguesía, de paliar una crisis que no solo es política, sino económica, social, ambiental y de credibilidad en las instituciones. El gobierno golpista de temer tiene el mayor índice de impopularidad en la historia republicana de Brasil.
Y no pudo Brasil salir de la crisis porque uno de los varios factores que más pesa en ella es que la economía del país está subordinada al capital financiero internacional, que extorsiona a toda la sociedad. Por el contrario, la crisis se agudizó, y hoy 66 millones de trabajadores informales permanecen al margen de la economía, mientras las seis familias más ricas ganan más que 104 millones de brasileños.
Por esta razón, el pueblo, en todas las encuestas de opinión, ha manifestado en forma mayoritaria su intención de participar en las elecciones y que defiende como alternativa a Lula, por su transparencia, su trayectoria política y su representatividad.
El Partido de los Trabajadores, con el respaldo de 80 organizaciones sociales que integran el Frente Brasil Popular, ha dicho que su candidato es la garantía para construir un proyecto de país, con reformas estructurales de la política, en el poder judicial, en los medios de comunicación, en la economía. Para ello es necesario garantizar la participación de Lula en las elecciones, y son categóricos en asegurar que si Lula no es candidato, las elecciones serán un fraude.