Lumpen-burguesía

0
6036
Alejandro Ordóñez y Álvaro Uribe en plaza pública.

Aída Avella Esquivel
@AidaAvellaE 

Desde hace decenios, con algunas excepciones, estamos gobernados por un grupo degradado, que no se integra a la sociedad, sino que esclaviza, entre otras, con la compra de votos. Manejan el poder central, departamental y local. En algunas regiones los clanes se reparten también el Senado, las cámaras, las gobernaciones, las alcaldías, los concejos, las fiscalías, las direcciones de educación, salud, etc.

Se dan el lujo de dejar a los niños hasta cuatro meses sin escuela, en las zonas rurales, porque no han acordado cómo repartirse para cada partido los maestros que les corresponde nombrar. Controlan todos los puestos laborales con el más repugnante clientelismo. Eso es otra forma de someter a la población.

Forman ejércitos privados, que cumplen sus órdenes, amenazan, desaparecen, asesinan, desplazan, se toman los baldíos. Casi todos han tenido la tentación de acumular tierras, no se contentan con mil, diez mil, cien mil y hasta un millón hectáreas, las quieren todas. Tienen sus notarios que les legalizan hasta las tierras que van quedando, al secarse las ciénagas. Alegan tener escrituras de todo ante los campesinos desprotegidos.

Se roban a manos llenas los dineros de la educación, la salud, la infraestructura. Roban tal cantidad de dinero, que les alcanza para pagar abogados de las oficinas más costosas, y les queda para vivir como príncipes el resto de sus días. Excepcionalmente, si su proceso cae en menos de un trabajador de la justicia, decente e insobornable, que por fortuna, todavía encontramos.

Luego de un carcelazo efímero, que pagan generalmente en sus mansiones o castilletes rodeados de perros con pedigrí, mascotas exóticas, buenos vinos y trago importado. Hacen política desde allí y dirigen empresas, proyectos agroindustriales, aspiran al poder presidencial o mínimo a ejercer la profesión, cualquiera que sea, con el fin de apropiarse del botín del Estado.

Algunos los llaman “gente de bien” o “gente de sociedad”. Coleccionan medios masivos de comunicación, desde periódicos de pueblo, hasta las grandes cadenas de radio y televisión. Algunos se vuelven jefes de redacción para aprobar o desaprueban noticias y censuran periodistas. Manejan las pautas publicitarias para quebrar a quien se atreve a cuestionar algunas de sus acciones o para fortalecer a quienes pasan de agache ante los abusos. Minimizan los debates contra la corrupción. Manejan la contratación estatal al nivel que sea. Hasta las transnacionales cayeron en sus redes. La Cosa Nostra, de Italia, es una aprendiz para ellos.

Trafican con la salud, la volvieron un negocio, corrompen médicos a los cuales obligan a alterar las estadísticas y el que no se somete, no tiene trabajo. Actualmente reemplazan galenos con amplia experiencia para contratar algunos recién egresados por la mitad del sueldo. Lo importante es la ganancia y no la vida de los colombianos. Contrabandean con los medicamentos, vuelven a empacar los que están vencidos. Las urgencias de la mayoría de centros hospitalarios son sitios de tortura. El que logra entrar a un centro adecuado es porque paga extras.

Eligen Fiscal General de la Nación. Algunos a su servicio han desaparecido procesos, entre otros, los de Bernardo Jaramillo, José Antequera, Gabriel Jaime Santamaría, y otros. En las regiones los procesos de reclamación de tierras se pierden, favorecen a los terratenientes, que son los que pueden comprar las tierras, a precio de bala. Nombran jefes anticorrupción, más corruptos que ellos. Viven en los clubes, casan a sus hijos entre sí, para continuar las dinastías mafiosas.

Todo esto sucede en Colombia y para ello se merece llamar las cosas por su nombre: Lumpen-burguesía. A ellos los vamos a derrotar en las urnas y en la movilización, somos millones de personas distintas a ellos, somos honestos, decentes, trabajadores y colombianos de verdad.