Iván Posada Pedraza
El pasado 15 de mayo se cumplieron cinco años de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos. Hay que recordar que esta firma estuvo precedida de una sólida resistencia por parte sindicatos, organizaciones sociales y de un grupo de parlamentarios y senadores que con argumentos que los defensores de este tratado no pudieron rebatir. No obstante, el gobierno de turno consiguió las mayorías para aprobarlo. Detrás de ello estaban las “recomendaciones” del Concenso de Washinton1 y la OCDE2, portadores de la política neoliberal basada en la apertura económica, la globalización que favorece a las potencias industrializadas, manteniendo las condiciones de dependencia y atraso del resto de naciones.
Una materialización de la globalización consistía en crear en el continente americano un área de libre tránsito de mercancías y de mano de obra desde Alaska hasta La Patagonia, el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Una estrategia concebida para colocar en la región los excedentes agrícolas de la subsidiada agricultura norteamericana y del resto de bienes y servicios que no encontraban compradores dentro de la economía norteamericana. Ante el movimiento de resistencia que se generó en Centro y Suramérica, contra el proyecto ALCA, se optó por negociar por separado con cada país para reducir la oposición y garantizar el éxito de esta estrategia, una especie de plan B que luego se llamó “Tratados de Libre Comercio”.
En Colombia la negociación empezó en 2003 durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y George Bush y finalmente entró en vigencia en mayo de 2013.
Aunque el marco del tratado abarca casi todos los sectores de la economía colombiana, los sectores más afectados han sido el sindical, en cuanto a vulneración de derechos laborales, el agro que entró a competir con evidente desventaja con la agricultura norteamericana que en algunos renglones goza de subsidios de 80 por ciento, y el de la propiedad intelectual en lo que tiene que ver – entre otras cosas – con la producción de medicinas genéricas, de amplio consumo dentro del sector popular.
Balance negativo
Al cumplirse el primer lustro del acuerdo las cifras son contundentes:
En 2012 el comercio bilateral de Colombia con Estados Unidos era favorable al país pues había un saldo a favor de US$ 8.244 millones, en 2016 se presenta un déficit de US$1.412 millones. Lo anterior como resultado de la reducción de las exportaciones colombianas a Estados Unidos de cerca del 50 por ciento.
Estructura
La composición del intercambio comercial entre Colombia y Estados Unidos se mantiene en esencia con cambios de forma y no de fondo. Exportamos productos del sector agropecuario entre ellos frutas en bruto, y unas que otras en forma de pulpa y conservas. En el sector de manufactura se exporta calzado y textiles, o sea, exportaciones tradicionales. En el sector minero – energético, carbón, petróleo y metales preciosos. Como estos productos no tienen valor agregado o muy poco, su precio en los países compradores lo imponen las transnacionales que tienen el monopolio del respectivo renglón.
En lo laboral hay un incumplimiento de los acuerdos firmados en el Plan de Acción acordado con el Partido Demócrata y los sindicatos de trabajadores norteamericanos. La tasa de afiliación a los sindicatos no ha aumentado y los derechos sindicales siguen siendo vulnerados.
El gran perdedor en este tratado es el agro colombiano. Subsectores de este sector de la economía tienden a desaparecer o a quedar reducidos a su mínima expresión. Por ejemplo la producción de arroz en el campo colombiano tiende a desaparecer en la medida que se van reduciendo los aranceles de este producto importado. El trigo, maíz y cebada se importaban de otros países, ahora se importan de Estados Unidos. El director del Centro de Consultoría de temas laborales, Cedetrabajo, Mario Valencia afirmaba: “el TLC también ha perjudicado al campo colombiano, ya que han aumentado las importaciones de productos que se pueden cultivar en el país y que están reemplazando la producción nacional”.
Conclusiones
Estos cinco años del tratado con Estados Unidos son suficientes para confirmar que este tipo de convenios solo favorecen a la potencia norteamericana y que similares tratados como los firmados con la Unión Europea, son aplicaciones de la política neoliberal para mantener un núcleo de potencias económicas y a su alrededor el resto de naciones en condiciones de dependencia. Los argumentos que el tratado abriría las puertas a 300 millones de compradores y que era la estrategia para el desarrollo de Colombia quedan totalmente desvirtuados.
1 Conjunto de medidas de política económica de corte neoliberal aplicadas a partir de los años ochenta para, por un lado, hacer frente a la reducción de la tasa de beneficio en los países del Norte tras la crisis económica de los setenta, y por otro, como salida impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a los países del Sur ante el estallido de la crisis de la deuda externa. Todo ello por medio de la condicionalidad macroeconómica vinculada a la financiación concedida por estos organismos.
2 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es un organismo de cooperación internacional, compuesto por 35 estados, cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales.
Colombia está en trámite de ingresar a este organismo con la condición de introducir más reformas negativas en el tema laboral y social.