Desde que Venezuela declaró su independencia de los intereses del norte, su destino diario ha sido transformar su patria y contrarrestar las agresiones ordenadas desde Estados Unidos quien recurre a sus viejas tácticas del bloqueo comercial y la puesta en marcha de manuales para derrocar gobiernos democráticos.
Hoy asistimos a un nuevo embate criminal. A la estrategia para asfixiar al legítimo gobierno de Nicolás Maduro se suman la Cancillería colombiana, las salas de redacción de los medios masivos al servicio de las corporaciones económicas, el Congreso y la política del gobierno Duque.
El manual de golpe blando va así: el secretario de la OEA pide desde Cúcuta, al lado de Alejandro Ordóñez, intervención militar a Venezuela con la excusa de la migración de ciudadanos de ese país a todo el continente. Se preocupa por la “crisis humanitaria”, rechaza las buenas maneras de la diplomacia, y propicia que la región se convierta en un escenario violento. No se pronuncia por los 343 líderes sociales asesinados en Colombia a manos del paramilitarismo y en cambio en la frontera anuncia vientos bélicos.
Otro capítulo del manual es el nombramiento como embajador de Colombia en Washington de Francisco Santos. En su estreno dejó ver sus rodilleras bien puestas anunciando su duro trabajo por la “certificación” por parte de los Estados Unidos en su lucha contra el narcotráfico.
Con el cuento de la “Certificación” hace veinte años se inundó el país de marines y tecnología militar para luego ampliarla con el famoso Plan Colombia. Con todos los resultados conocidos.
¿Para qué más ayuda militar en tiempos de pos-acuerdo? La respuesta es breve: hacer del país el aliado fiel de una intervención con el argumento de acabar las hectáreas de cultivos ilícitos, por ejemplo, convirtiendo el Catatumbo en plataforma estratégica para una agresión militar. ¿A eso va Pacho a la Casa Blanca?
Mientras tanto el Congreso colombiano y sus mayorías tramitan un proyecto de ley con la autoría de Rodrigo Lara cuyo titulo es: “por medio del cual se previenen y enfrentan actividades y operaciones delictivas en territorio colombiano por parte del régimen venezolano y se dictan otras disposiciones”. Al tiempo que Álvaro Uribe, llama a militares venezolanos a alterar el orden constitucional y entregarle el poder a la oposición. Posiciones aplaudidas por la oligarquía criolla partidaria de desestabilizar el vecino país.
Nicolás Maduro ha sido recibido con honores por el presidente de China, Xi Jinping, en su reciente visita oficial en donde se suscribieron además convenios de cooperación comercial y militar, mientras que Rusia anuncia colaboración directa con la Fuerza Bolivariana, pero también condena las sanciones unilaterales de Trump contra Venezuela. Pero de esto nada dice el poder mediático en el continente.
El manual de golpe blando se agota cuando enfrenta la convicción plena del pueblo venezolano por alcanzar su soberanía dando lecciones de dignidad y carácter revolucionario. Demócratas y revolucionarios de Colombia, alertas.