
La obra de Maria Sibylla Merian sirvió como inspiración para la exposición temporal que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Colombia. A través de sus investigaciones, se consolidó como una científica pionera en el siglo XVII, siendo una referencia para José Celestino Mutis y su Expedición Botánica
Anna Margoliner
@marxoliner
Una de las primeras actividades que naturalmente hacen las personas es explorar el mundo que les rodea. Cuando se relacionan con su entorno observa, tocan, degustan; ponen en relación sus sentidos con las cosas que hay a su alrededor. Precisamente en el siglo XVII empieza el auge de las exploraciones en Occidente. Existía el interés de encontrar nuevos recursos y también porque se quería conocer mejor el territorio que había en las colonias.
Sin embargo, a pesar de ser una curiosidad que atravesaba a toda la especie, la exploración científica fue encargada a los hombres, entre otras cosas, porque a las mujeres les estaba prohibido entrar a la universidad para capacitarse e incluso era mal visto que viajaran al “Nuevo Mundo”. Eran cohibidas por sus condiciones biológicas, les decían que el trópico generaba menstruaciones tan fuertes que podían llegar a desangrarse.
Aun así, las mujeres trabajaban en los espacios científicos principalmente como colaboradoras. Muy pocas lograron el reconocimiento. Según Carolina Martínez Pulido en su artículo Maria Sibylla Merian, una valiente entomóloga, “la botánica francesa Jeanne Baret (27 de julio de 1740-5 de agosto de 1807) fue la primera mujer en circunnavegar el globo, pero para realizar tal periplo tuvo que ir disfrazada de hombre”.
Sibylla Merian
Eso no fue un impedimento para María Sibylla Merian, una destacada artista, naturalista y entomóloga alemana del siglo XVII conocida por su trabajo pionero en el campo de la entomología y la ilustración científica. Es famosa por sus detalladas ilustraciones de insectos y sus ciclos de vida, así como por su contribución al estudio del mundo natural.
Nacida en Fráncfort del Meno, actual Alemania, Merian mostró un interés temprano en la naturaleza y los insectos. Desarrolló sus habilidades artísticas desde una edad temprana y combinó su talento artístico con una curiosidad científica innata.
Es reconocida por sus obras, como Metamorfosis de las mariposas de Europa, donde detalló la metamorfosis de las mariposas y las polillas a través de observaciones meticulosas y dibujos precisos. Además, realizó expediciones autofinanciadas a Surinam (Guyana Holandesa) en América del Sur durante el siglo XVII, donde documentó la flora y la fauna local, así como las interacciones entre plantas e insectos.
Sus ilustraciones y estudios sobre la vida de los insectos no solo fueron admirados por su precisión científica, sino también por su calidad artística. Merian desafiaba las convenciones de su tiempo al destacar la belleza y la importancia de los insectos, que en ese momento no eran considerados objetos de estudio importantes en el ámbito científico, principalmente porque se creía que surgían a partir de generación espontánea del barro o de la tierra.
Su legado radica en la contribución al campo de la entomología y la ilustración científica, así como en su papel en desafiar las normas de género de su época al convertirse en una de las primeras mujeres en realizar contribuciones significativas al mundo científico.
Un mundo de hombres
Su padre, Matthaüs Merian, quien era un reconocido grabador falleció cuando ella tenía tres años. Luego su madre se casó con Jacob Marrell quien también ejercía el mismo oficio y de quien aprendió como su discípula en el taller que tenía. Maria tuvo que vivir con el peso de ser mujer incluso tras su primera publicación, porque su nombre fue colocado debajo del nombre de su marido.
El reconocimiento a su labor también tuvo complicaciones debido a que no publicó su obra en latín que, según M. Carmen Velasco en su artículo Maria Sibylla Merian o la pasión por las orugas, “era la lengua culta de la época, no se la reconocía como científica. Para pagarse la traducción al latín, ilustró una de las ediciones de la obra de otro científico contemporáneo, Georg Eberhard Rumphius o Rumpf, que había hecho un estudio sobre la Isla de Ambon, colonia holandesa ubicada en Indonesia”.
La exposición
Dentro del acervo de la Biblioteca Nacional de Colombia se encuentra el Fondo Mutis, una colección de libros que le pertenecieron a José Celestino Mutis, reconocido por la Expedición Botánica cuya finalidad era la exploración de la riqueza natural de la Nueva Granada. Las láminas que resultaron de estos años de investigación hoy reposan en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Maria Sybilla está presente en este fondo con todas sus publicaciones que hacen parte de la colección bibliográfica de Mutis. A propósito de esto, desde octubre del año pasado es posible visitar en el vestíbulo de la Biblioteca la exposición temporal A Través de la Crisálida, María Sybilla Merian (1647 – 1717), donde además de apreciar la obra de quien es considerada por muchos la pionera de la entomología, se pueden leer las reflexiones que diferentes artistas como Ángela María Pérez, Beatriz González, Blanca Huertas y Manuela Fernández han hecho alrededor de su legado.
Por ejemplo, Ángela menciona que: “las mujeres siempre han viajado porque el viaje es un instrumento del intercambio y la saga humana, y ni que decir de la colonización de las Américas. Lo particular en Sibylla es que viajara con sus propios recursos por un interés científico particular, sin un hombre que la legitimara dándole la mano al bajar del barco en Paramaribo, para que todos supieran que era una mujer ‘legítima’. Hubo una gran rebeldía en emprender ese viaje”.
Mujeres científicas
Si bien hoy las mujeres pueden acceder a la educación superior, el reconocimiento que tienen en las áreas que investigan o se especializan sigue siendo poco o nulo. Las ciencias exactas y naturales, aunque cuentan hoy con una mirada femenina, siguen siendo lideradas principalmente por hombres.
El ejemplo de María Sibylla nos recuerda la capacidad transformadora y visionaria de las mujeres, incluso cuando el sistema nos hace pensar que nuestros aportes son negados. Su legado es una invitación a seguir nuestras convicciones a pesar de las dificultades que se nos presentan.