El 27 de febrero se cumplen los 30 años de la masacre de “La Brasa Roja” en Bogotá, donde cayeron Teófilo Forero, Leonilde Mora, Antonio Sotelo y José Toscano. Los recordamos desde el corazón
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Faltaban pocos minutos para las ocho de la noche. Un campero Suzuki blanco y negro se disponía en parquear al frente del asadero de pollos en la carrera 30 con calle primera de la ciudad de Bogotá. En el vehículo conducido por José Antonio Toscano, estaban Teófilo Forero, organizador nacional del Partido, Leonilde Mora, maestra, militante y esposa de Forero, y Antonio Sotelo, dirigente popular de Córdoba.
Las ráfagas de los sub-fusiles 9 mm se escucharon de un vehículo escoltado por una moto. La oscuridad de la guerra sucia y las balas asesinas del paramilitarismo, consumaban la masacre: segaron la vida del cerebro comunista, despojaban a la niñez colombiana de la maestra abnegada, arrebataban al Caribe colombiano de un joven dirigente popular y se apagaba la vida del fiel viviendista conductor. En la noche del 27 de febrero, el Partido Comunista Colombiano lloraba la vida de cuatro de sus mejores dirigentes y quedaba herido de muerte.
Obrero, dirigente sindical y organizador
Manuel Cepeda Vargas definió a Teófilo Forero con una palabra: Infatigable. Natural de Natagaima, el origen de Forero fue la humildad del campesinado tolimense. Perseguido por la violencia, en Bogotá se convirtió en obrero de la industria metalmecánica y en tal condición se enlistó a la causa del Partido Comunista, cuando éste se mantenía ilegalizado por la dictadura militar.
Llegada la lenta legalización, Teófilo Forero se convirtió en un extraordinario parlamentario popular. Primero como concejal de Bogotá y luego como diputado de la Asamblea de Cundinamarca, combinó la lucha parlamentaria con su labor sindical.
Fue fundador de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, CSTC, y presidente de la Federación Sindical de Trabajadores de Cundinamarca, Festrac.
“Sus raciocinios estaban siempre salpicados por bromas… las cosas, bajo la sobria y poderosa luz de su pensamiento de obrero, trasmitían siempre un mensaje de esperanza”, recordó Cepeda en su columna Flecha en el Blanco, titulada Nuestro hermano Teófilo.
Con 52 años de edad, era el secretario de organización del Comité Central del Partido, que semanas antes había celebrado su 15vo Congreso Nacional. En él, Forero había presentado su ponencia destacando que “el Partido ha sobrepasado una dura prueba con la perdida dolorosa de cuadros, militantes y organizaciones. Esta prueba ha sido a la vez un catalizador para medir su audacia, capacidad de lucha y resistencia, cuyo principal esfuerzo ha estado dirigido a no dejarnos despojar de las posiciones de acción política y de masas ganadas por largos años, al lado de las luchas de los trabajadores y de los sectores democráticos y revolucionarios”.
La tierra le fue leve con el honor perenne de ser un comunista integral: obrero, sindicalista y organizador.

La profesión más tierna del mundo
“Era la luz sobre la geografía escarpada de Teófilo”, recuerda con devoción la citada columna de Manuel Cepeda. Leonilde Mora, boyacense, de 50 años de edad, era maestra de la Guardería N°1 del Seguro Social en Bogotá. Llevaba 18 años al servicio de la profesión más tierna del mundo: era maestra de pre-escolar y tenía el cuidado de sus párvulos nivel 3 con catorce niños entre los tres y 21 meses de edad. La lloraron sus parientes y camaradas, como las doce jardineras compañeras de su trabajo.
Teófilo y Leonilde se conocieron en una reunión sindical de solidaridad, él como dirigente obrero, ella como trabajadora de Hermega. El amor revolucionario, que los acompañaría durante toda su vida, se había visto truncado en el preciso momento en el que querían oficializar sus votos. Teófilo había sido designado para un curso político en Moscú que duraría un año. Conservaron el romance con cartas y se casarían 24 años atrás en Bogotá. Murieron juntos dejando al mundo dos hijos, Brian Alexander y Galia.

Joven del Caribe
Antonio Sotelo Pineda asistió al Primer Pleno del Comité Central después del 15vo Congreso. Era el responsable político del Partido Comunista en Córdoba. Su presencia en dicho espacio era denunciar la aguda situación de derechos humanos en el territorio.
Un mes atrás, Francisco Dumar quien era líder de la UP en el departamento, había sido asesinado en Montería. De igual forma denunciaba el desplazamiento de poblaciones enteras en Mejor Esquina, Guasimal, Volador, veredas de Córdoba, por parte del paramilitarismo. En su intervención dejó estupefactos a quienes lo escucharon.
Era natural de Montería. Su inicio en la lucha social fue trabajando para Carnes del Sinú, empresa donde defendió los intereses obreros ocupando cargos de dirección en la organización sindical. Con seis años de militancia y sin importar su juventud, se convirtió en secretario general del Partido Comunista y miembro de la coordinadora departamental de la Unión Patriótica en el departamento.
Estaba amenazado por el grupo paramilitar “Los Magníficos”. Murió a los 35 años de edad. Sus camaradas, amigos y familiares, como sus dos hijos y su compañera, lo despidieron en los Jardines de la Esperanza en Montería.

Viviendista conductor
José Antonio Toscano había nacido 41 años atrás en Boyacá. Comenzando la década de los años 70, participó en las luchas del barrio República de Canadá en Bogotá bajo la batuta de la Central Nacional Provivienda. Al calor de los combates por la tierra y el derecho a la vivienda, se hizo comunista y pasó a engrosar las filas del Partido.
Trabajó como vigilante de seguridad y se integró rápidamente al Sindicato Único de Vigilantes, Sinuvicol. En 1984, la Provivienda lo destacó como conductor de Mario Upegui y desde 1986, el Partido lo comisiona con la misma función con Teófilo Forero. Recorrieron juntos el país, en el mismo Suzuki donde la vida terminó. Quienes lo conocieron recuerdan su fácil sonrisa, su ser sencillo y reservado.

Por una causa grande
Para la edición 1526 del semanario VOZ, el editorial llevaría la firma de Teófilo Forero. “Ante la guerra sucia y su ascendente actividad criminal, hay que redoblar esfuerzos y acelerar la respuesta de masas, de protección de la vida y de las organizaciones, levantando a la vez la lucha por alza de salarios y por las reivindicaciones sociales del movimiento obrero”, es el mensaje póstumo del recordado dirigente comunista.
A 30 años después de la tragedia del 27 de febrero, el vacío se siente. Sin embargo, en la historia de estos cuatro mártires, cuyo legado es del tamaño de la patria, reverdecen hombres y mujeres libres que llenan con su ejemplo el espacio que quedó huérfano.
El Partido Comunista y la Unión Patriótica evocan hoy las palabras del gran poeta británico Lord Byron por la memoria de sus mártires: “Jamás mueren en vano los que mueren por una causa grande”.