Maruja Vieira, una poesía de la evocación expresada en tono menor, pero de gran contenido emocional, orlada de sorprendentes metáforas
José Ramón Llanos
Maruja Vieira nació el 25 de diciembre de 1922, en Manizales, Caldas. En 1947 publicó su primer libro de poemas, Campanario de Lluvias, en ese año se publican dos ediciones de esa obra. La crítica exalta la serena belleza de sus poemas y la musicalidad de sus versos que tienen una hermosura sutil. Es una poesía de la evocación expresada en tono menor, pero de gran contenido emocional, orlada de sorprendentes metáforas. –
A lo largo de un siglo de inmarcesible magisterio poético publicó 20 libros de versos y un libro en prosa. Su obra fue recogida en 10 antologías, editada en ocho idiomas. Al conocerse sus primeras proclamas los críticos literarios expresaron su alborozo por la calidad lirica de su poesía. La cual desde el inicio se caracterizaba por la forma como definía los fenómenos naturales viento, lluvia, florecer, arboleda, amanecer, alba, anochecer con unas metáforas inusuales.
En muchos de sus poemas se vislumbra la emocionada nostalgia de su niñez, de la casa solariega en que convivía con sus padres en la añorada Manizales de los años veinte del siglo anterior. Desde los escritos iniciales anunciaba la exquisita belleza de su poesía, construida de manera sencilla y de significativo contenido.
Dolor para las letras nacionales
Su temática son los eternos temas que desde la más remota antigüedad trasiega a la obra de los liricos: el amor, la ausencia, la nostalgia, la amistad, los deseos de vivir, la pasión y la muerte. Temas que en la obra de la manizaleña discurren con el translucido tratamiento de los poetas excepcionales.
Maruja consideraba que, “la poesía llega a todas horas porque está dentro de uno mismo. No es que uno la consiga, ella llega a la cabeza”
En esta hora aciaga de la literatura nacional, ¿cómo recordar a Maruja? Ella misma nos dice: “Como escritora, sencillamente. Como poeta, como periodista. Sin complicaciones, palabras raras ni invenciones extrañas. Me interesan que comprenda lo que digo: la poesía eterniza el momento si se entiende. Su único compromiso es perdurar y para lograrlo tiene que ser clara, sencilla y accesible. Lo importante es dilucidar el pensamiento convertido en poesía, o sea en música con la palabra”. (Cita del prólogo de la obra El nombre de antes, de Adriana Villegas Botero)
Poemas de Maruja
Huella
La huella de tu mano.
Apenas una gota de rocío.
Suave trazo
de luz distante y pura.
La huella de tu mano.
¿Sola?
Tus ojos vinieron a mirarme
en esta hora oscura y áspera.
Yo me creía sola, pero estabas aquí.
El amor le arrancó tu mirada a la muerte.
Clave mínima
Déjame tu recuerdo,
el de esta hora,
no importa que te vayas,
déjame este recuerdo
de la última hora del alba.
Estaba azul el monte
esa mañana azul.
Eras hermoso y yo te amaba.
Paz
Más allá de esta nube de ceniza
el hombre espera.
Espera que la sombra le devuelva
su herencia de esperanza,
su antiguo mapa transparente.
El hombre quiere un poco de silencio
para que el hijo diga su primera palabra.
Esa palabra
que nunca es guerra,
que nunca es muerte.
Exilio 1980
Mi patria eran tus manos,
tu mirada,
el suave calor de tus labios.
Ya no tengo tu hombro
para mi cabeza rendida,
no tengo nada.
Veinte años de exilio,
amor mío,
¡veinte años sin patria!
Poema del encuentro
Me detengo a la orilla de la tarde
y busco las palabras olvidadas,
los antiguos colores de la tierra,
la huella luminosa de los árboles.
Estás aquí, sonríes a mi lado
bajo la rama azul, que se deshace
en un pequeño cielo caminante.
Otra rama, de oro, está en mi mano.
Hablo contigo como siempre. Cálidas,
amorosas, las sílabas desgranan
un lento manantial de agua tranquila
sobre el silencio de la piedra blanca.