Ante la visita del secretario de Estado Antony Blinken al país, la Casa Blanca ya tiene puesta la mira en las próximas elecciones y en el futuro gobernante colombiano, con el que seguramente querrá tender puentes
Alberto Acevedo
Aunque los grandes medios corporativos nacionales hicieron un esfuerzo supremo por presentar la visita del Secretario de Estado de los Estados Unidos, la semana pasada, como la culminación de un proceso de entendimiento y recomposición de las relaciones entre Colombia y la nación del norte, con un amplio cubrimiento, la realidad no es tan simpática como la presentan.
Más bien fue una relación agridulce. Como cuando se presentan circunstancias especialísimas en una boda en la cual el matrimonio no llega a consumarse y los novios se quedan a mitad del camino, “con los crespos hechos”. O como sucede ahora con un simpático comercial que pretende combatir el exceso de azúcar en las gaseosas. “Ya sé que eres dulce. Pero tu dulzura no es suficiente, ya no va conmigo. Yo he cambiado, adiós, gaseosa de siempre”.
Y es que ese, guardadas las proporciones, fue el mensaje de Biden a Duque a través de su secretario de Estado. Le endulzó el oído recordándole que era su mejor amigo, que Colombia es el mejor aliado estratégico de Washington. Pero Duque se quedó esperando en la puerta del templo que el líder norteamericano le comunicara por fin la fecha de cuándo se iban a reunir.
Incidente con Vivanco
A las puertas de la gira del alto comisionado norteamericano, Duque se mostró furioso porque el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco le pidió en una carta al secretario de Estado, que en su visita a Colombia abogara por la mejora de los derechos humanos en Colombia, porque se oponga al empleo del glifosato en el combate a los cultivos de uso ilícito, el respeto a la protesta social y la protección efectiva de activistas sociales, defensores de derechos humanos y firmantes de los acuerdos de paz, que vienen siendo asesinados en forma sistemática.
Y aunque el mandatario colombiano le tiró la puerta en la cara a Vivanco, Antony Blinken sí le dijo a Duque que el tema del fortalecimiento de los acuerdos de paz, el respeto a la protesta social y la protección a la vida de activistas sociales son temas que interesan de manera especial a la administración norteamericana. En este, como en otros temas abordados, los dos gobernantes no hablaron el mismo lenguaje. Y es que, al parecer, la Casa Blanca no solo observa el estado de las relaciones con Duque, ya tiene puesta la mira en las próximas elecciones y en el futuro gobernante colombiano, con el que seguramente quiere tender puentes.
En todo caso, el mérito de la carta de Vivanco es que no solo pone los puntos sobre las íes en la verdadera política doméstica, sino que refleja la real imagen que la región y el mundo tienen de la gestión de Iván Duque. Que no es el líder indiscutible, como se dice de puertas para adentro.
Sin planes de inversión
Uno de los puntos centrales de la agenda de Blinken fue el de las migraciones, que se convirtió en un dolor de cabeza para Biden. Para ello se convocó a una cumbre de cancilleres, a la que en realidad no asistieron todos los invitados, y los más acuciosos apenas se registraron por video conferencia.
La cita ofrece una interesante lectura. Primero, que el mensaje del secretario de Estado no fue tan atractivo. Por ninguna parte se puso sobre la mesa el tema de las ayudas económicas de la primera potencia del mundo a los países expulsores de migrantes. Que es lo que reclaman muchos analistas. Estados Unidos debiera estar diseñando una agresiva política de inversión en la región, para estimular el empleo, si quisiera realmente contener el flujo migratorio. Mejor aún, diseñar un ‘plan Marshall’ de desarrollo, especialmente para Centroamérica, reclaman otros. Pero ni una palabra de eso.
El tema de la cooperación regional estuvo en la agenda de la visita del secretario de Estado. La idea es que Duque lidere un proceso de integración, a la manera norteamericana. Ahí tampoco funcionaron las cosas. Los ejecutivos de ambos gobiernos se han encontrado con una realidad difícil en la región.
Democracia que incomoda
Hay evidentes inestabilidades en varios gobiernos, que deben tomarse en cuenta. Estamos en un año electoral que puede traer sorpresas para la derecha continental y la Casa Blanca. Se abordó el tema de la seguridad continental, para lo cual Washington anunció el deseo de dedicar una conferencia hemisférica dedicada exclusivamente al tema, la cual está prevista para diciembre próximo.
De acuerdo a los intereses injerencistas norteamericanos, hablar de seguridad hemisférica, es tocar el tema del tipo de democracia que hay en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, que han denunciado planes intervencionistas por parte de Estados Unidos. Sencillamente, allí hay modelos de democracia que incomodan a Estados Unidos, porque impiden su intervención abierta y descarada. No es que sean modelos impopulares, sino que establecen una democracia que incomoda al Tío Sam.
Para países como Venezuela, la estrategia está clara. “Es lamentable que el secretario de Estado de Estados Unidos esté en Colombia, es claro que está planificando agresiones contra Venezuela”, dijo en una conferencia de prensa la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez.
Explicaciones que no se dan
La funcionaria dijo que Blinken debe explicar a su pueblo la manera en que Colombia, bajo la gestión de Duque, aumentó la producción de cocaína. “Colombia ha pasado a 245.000 hectáreas dedicadas a la producción de coca”, cuestión que no pesa a la hora de brindar las ayudas, dijo Rodríguez.
“El paramilitarismo domina casi el 75 por ciento del territorio colombiano. Blinken debe rendir cuentas al pueblo norteamericano por las masacres contra los líderes sociales y asesinatos a migrantes venezolanos”, puntualizó la vicepresidenta, queriendo decir que el funcionario avala con su visita estos crímenes.
Un tema final, entre otros, que estuvieron en la agenda, y del cual la prensa no se hizo mayor eco, tiene que ver con la intención de Estados Unidos de contrarrestar la influencia de los mercados chinos en América Latina. Para Washington no solo es un tema de honor, sino de alto valor geoestratégico, dado que China se le ha metido al patio de atrás a los Estados Unidos.
En esto tampoco hay consenso. Varios países de la región tienen fuertes vínculos económicos con China y los defienden, porque las cláusulas de cooperación no comportan exigencias intervencionistas, como sí lo hacen los intereses norteamericanos.
En fin, la visita de Blinken mostró que aún no están plenamente restablecidos los vínculos de confianza con la Casa Blanca después del incidente en que el Centro Democrático, el partido de gobierno en Colombia, tendió la mano al gobierno de Trump, haciendo el cálculo equivocado de que este saldría reelegido. Las sensibilidades de Duque y las de Biden, aún siguen siendo diferentes.