Departamento de organización – PCC
Lenin resulta pertinente para repensar el problema práctico que enfrentan los comunistas colombianos en el momento actual, y para ello nada mejor que repasar la crítica de Lenin a los métodos artesanales frente a los métodos modernos que deben desplegar los comunistas en el trabajo con las masas, un requisito indispensable si se pretende avanzar en la construcción amplia de la conciencia política que enfrente al capital en una perspectiva transformadora.
Lenin caracteriza tres componentes de lo que son los métodos artesanales de trabajo: La libertad de crítica concebida como la aceptación de todas las corrientes de izquierda sin tomar en cuenta que algunas caían (caen) en la defensa de la burguesía y, por tanto, derivan en el oportunismo y en la conciliación de clases, como consecuencia de que han evadido el principio fundante de la lucha de clases. El economicismo entendido como la concentración de los militantes en el mero terreno de las reivindicaciones laborales frente a los patronos, sin conexión con la lucha política que eleve su conciencia, y el espontaneismo que se deriva de estas prácticas y que consiste en la creencia de que el cambio de las condiciones sociales y políticas se producirá por sí mismo.
Lenin opone a los métodos artesanales de trabajo las condiciones sin las cuales se carece de capacidad para incidir en los movimientos sociales, y ¡qué importante! pone en primer lugar la formación teórica de los dirigentes de las masas. Sin ella es “imposible un incremento eficaz del movimiento”, pues “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario” y aclara que “sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia”. Y se reafirma en Engels, para quien la tarea revolucionaria tiene tres dimensiones: la teórica, la política y la económica práctica o la resistencia al capital. Hay aquí un ataque concéntrico en el que reside la fuerza y el avance del partido revolucionario.
Lenin también destaca la importancia de las alianzas de los comunistas con otras fuerzas: “siempre y cuando se lleven a su seno el programa y la táctica de los revolucionarios y no al revés”; es decir, siempre que los comunistas tengan la posibilidad real de revelar el antagonismo existente entre los intereses de los oprimidos y los de la burguesía.
Salta a la vista el problema de la debilidad teórica, cuya superación implica el cumplimiento de las condiciones para ser un combatiente de vanguardia. Hay un conjunto de documentos básicos en el interior del PCC que constituyen el abc del conocimiento de todo militante como son su línea política, su programa, las conclusiones de los congresos y los plenos, el periódico y la revista. Pero un comunista va más allá de este estudio básico, y se dirige a las fuentes del marxismo – leninismo porque le permiten la toma de posición consciente y crítica del lado de los explotados. El estudio individual y colectivo figura como un deber ineludible de los miembros del PCC, y en esa dirección el Partido ha orientado que cada célula se constituya en una escuela permanente de formación. Así cada militante estará en capacidad de explicar a las organizaciones sociales donde desarrolla su praxis la conexión entre su realidad concreta y la totalidad de las condiciones oprobiosas del sistema que debe ser suprimido y superado.
Sólo una combinación fuerte de teoría y praxis brindará los elementos para el crecimiento político. De ahí la importancia de retener a todos los militantes en formación, y de atraer a todos aquellos que contribuyan al cambio social.