
La amenaza de que se aplique la tasa arancelaria, sigue pendiendo del cuello de López Obrador como una espada de Damocles. Semejante negociación muestra a un presidente mexicano que comienza a debilitarse, apenas en los primeros meses de su mandato
Alberto Acevedo
Después de diez días de negociaciones bilaterales, con el gobierno de Estados Unidos y con el presidente Donald Trump, que no parecen ser la misma cosa, el presidente azteca, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a enviar al menos ocho mil soldados de la recientemente creada Guardia Nacional, a la frontera sur, especialmente en la zona de Chiapas, epicentro del mayor flujo de migrantes centroamericanos, para evitar su paso hacia la frontera norte de los Estados Unidos.
El acuerdo se materializó el 9 de junio, y al día siguiente, López Obrador envió el primer, contingente de uniformados, que en la práctica, van a construir un “muro” humano, para “taponar” el flujo migratorio hacia Estados Unidos.
Y aunque no pocos observadores consideran que al gobernante mexicano no le quedaba otra opción que aceptar las exigencias de Trump, puesto que necesita solvencia económica para enfrentar los cambios estructurales que hacen parte de su abultada agenda de gobierno, y no podía exponerse a que le impusieran un aumento en los aranceles de exportación, que podría llegar hasta un 25 por ciento, hay quienes piensan que el resultado del acuerdo es un desastre para la diplomacia mexicana.
Ultimátum en campaña electoral
Empezando por el carácter de la negociación, que en realidad no fue un diálogo bilateral, respetuoso, entre iguales, con propuestas sobre la mesa. Lo que se dio fue un ultimátum por parte de Estados Unidos, matizado por una particular agresividad y arrogancia del mandatario norteamericano, sin antecedentes en la historia mexicana.
Las relaciones bilaterales entre Washington y su vecino del sur, habían sido formalmente más respetuosas. Al menos en apariencia. Tradicionalmente el tema de la agenda comercial se discutió en forma separada del migratorio. En esta ocasión, a las puertas de iniciar una nueva campaña electoral, Trump llevó el problema de las relaciones comerciales al plano migratorio. Planteó un pulso que Andrés Manuel López Obrador no supo ni pudo resistir.
Algunos consideran que este resultado es un descalabro para el presidente mexicano, en el plano de las relaciones exteriores, mostrando completa debilidad ante las bravuconadas de Trump, que en todo momento se dirigió en tono irrespetuoso ante su interlocutor.
López Obrador se debilita
Trump consiguió que México se convirtiera en un verdadero patio trasero de su política imperial. Después de la idea de construir un muro en la frontera sur con el país azteca, ahora tiene otro muro en la frontera mexicana con Guatemala. Y eso a cambio de no imponer un aumento del cinco por ciento en los aranceles de los productos que México exporta a Estados Unidos.
Aun así, Trump condicionó la suspensión de la tasa arancelaria al cumplimiento efectivo del control migratorio por parte de las fuerzas policiales mexicanas. Los términos del acuerdo serán revisados al cabo de 90 días. Es decir, la amenaza de que por un motivo o por otro se aplique la tasa arancelaria, sigue pendiendo del cuello de López Obrador como una espada de Damocles. Semejante negociación muestra a un presidente mexicano que comienza a debilitarse, apenas en los primeros meses de su mandato.
Quienes defienden la postura del presidente mexicano, advierten que no haber cedido ante las presiones de Estados Unidos y dejar que a partir del 10 de junio comenzara un incremento paulatino de nuevos aranceles, que llegaría hasta el 25 por ciento, se traduciría en pérdidas en la balanza comercial de 18 mil millones de dólares por año, lo que significaría un 18 por ciento del producto interno bruto y alrededor de 1.2 millones de empleos. López Obrador, según este enfoque, estaba en un callejón sin salida.
Criminalización del migrante
En todo caso, en los últimos días se han incrementado las redadas y detenciones masivas de inmigrantes centroamericanos en la frontera con Guatemala, lanzando a los migrantes a la clandestinidad y los privan del acceso a servicios médicos.
“La criminalización del demandante de asilo y del migrante y el hecho de forzarlo a la clandestinidad tiene consecuencias. Una de ellas, ya la estamos viendo: el número de consultas atendidas en los últimos días se ha visto reducido. La conclusión es obvia: hay gente con necesidad de servicios médicos que no los está recibiendo”, indicó Sergio Martín, coordinador general de MSF en México. Las redadas en Coatzacoalcos se produjeron mientras se llevaban a cabo negociaciones entre México y Estados Unidos, que anunciaba un acuerdo para reducir la migración, con especial atención a la frontera sur, precisó el activista humanitario.