Manuel Antonio Velandia Mora
Es bastante frecuente pensar que por el hecho de que alguien que sea famoso publique que es gay o le hagan outing, para el ciudadano de a pie cambie de alguna manera su condición social, o que los “dueños del deber ser” vean la homosexualidad de manera diferente.
Es enorme la lista de los famosos de las ciencias y las artes que han hablado de su orientación sexual y/o de su identidad de género, como también es muy grande la lista de que triunfaron en otras épocas de los cuales se informa que son gay, bisexuales, lesbianas e incluso transexuales.
Estoy muy de acuerdo con lo que afirma Rictor Norton, un famoso experto en arte quien expresó: «Me estremezco cuando mis alumnos se refieren a Miguel Ángel como un» homosexual «. ¿Por qué? Porque describir a alguien del siglo XVI como «gay, homosexual, finocchio, queer, maricón… la lista continúa sin importar cómo elija describirlo, pues no tiene el mismo «significado» para las audiencias contemporáneas».
Norton tiene toda la razón, cuando las personas piensan en homosexual, gay, marica, lesbiana, arepera o trans lo hacen con la idea que tienen en mente de lo que son hoy las personas que se identifican con tales etiquetas y de los derechos que ellas, ellos y ellas tienen en el país y desde la óptica conceptual y emocional de quien mira y explica.

Michelangniolo di Lodovico Buonarroti-Simoni, en español conocido como Miguel Angel (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18 de febrero de 1564), no conoció la palabra homosexual. Recordemos que este concepto fue acuñado a finales de 1886 en Alemania; por lo tanto, no se encuentra en la Biblia ni en la literatura propia de la época de Buonarroti.
Michelangelo cuando mucho pudiera haberse identificado como sodomita. Si partimos de la mala interpretación que han hecho los exégetas y escrituristas de la palabra sodomía para hacer referencia a las prácticas ano genitales, informando inadecuadamente que la palabra viene de Sodoma, la ciudad donde según el Génesis, todos los habitantes varones querían «conocer» (sexualmente) a unos ángeles que estaban visitando a Lot. Afirmando también que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por Dios, porque su gente era depravada.
Pudiéramos aventurar a decir que Miguel Angel tenían relaciones genitales con chicos en vez de hacerlo con chicas. Aun cuando por el tipo de hombres que pintaba, y de eso da buena fe la Capilla Sixtina, tal vez pudiera considerarse que no tenía ningún temor en expresar su cercanía y la atracción que le producía el cuerpo masculino. Recordemos que parte del fresco del Juicio Final en la Capilla Sixtina, representa un beso entre dos hombres.
La mayoría de los modelos de Miguel Angel son hombres, jóvenes. Usualmente empleó modelos masculinos incluso para sus figuras femeninas, incluida la famosa estatua de La noche en las tumbas de los Medici. En muchos de sus dibujos, las mujeres se distinguen de los hombres únicamente por su cabello más largo. Sus veinte jóvenes desnudos —o ignudi— en la Capilla Sixtina indignaron a varios pontífices, porque claramente eran más griegos que cristianos y no desempeñaban ningún papel en la narrativa de la Iglesia, aun cuando aun así permanecen en la exhibición permanente que buenos dividendos le produce a la Iglesia Católica.
Relata Rictor Norton, que cuando al historiador de arte queer John Addington Symonds se le concedió acceso a los archivos de la familia Buonarroti en Florencia en 1863, descubrió una nota escrita en el margen de los poemas manuscritos por el sobrino nieto de Miguel Ángel (llamado Miguel Ángel el Joven) que decía que los poemas no debían ser publicados en su forma original porque expresaban «amor virile«, literalmente «amor masculino«, que en realidad es solo un eufemismo cortés del Renacimiento para la paiderastia, mejor traducido hoy como pederastia e incluso simplemente «deseo masculino/masculino». Symonds hizo público el hecho de que cuando Miguel Ángel el Joven preparó la poesía de su tío abuelo para su publicación póstuma en 1623, había cambiado todos los pronombres masculinos en los poemas de amor por pronombres femeninos, asegurando así que cualquier sentimiento en los poemas que no podía interpretarse como meramente platónico, al menos sería interpretado como lo que él consideraba “normal”, es decir, lo que hoy llamamos heterosexual.
Michael Rocke en su libro Forbidden Friendships: Homosexuality and Male Culture in Renaissance Florence, diría que «homosexual» o «queer» son equivalentes perfectamente precisos y significativos para los términos italianos de los siglos XV y XVI utilizados para «sodomita empedernido», «sodomita infame» y «sodomita notorio», cuya existencia está bien documentada por Aunque Rocke, un construccionista social, quien le sostiene que los «homosexuales» no constituían una minoría sexualmente distinta con respecto a la gran mayoría de los hombres que tenían relaciones genitales con otros hombres, incluso él admite que la categoría de «sodomitas empedernidos» de hecho constituía una «distinta minoría» y de sodomitas mayores que estuvieron tan dedicados a la homosexualidad exclusiva a lo largo de sus vidas (y que vivieron y trabajaron en barrios sodomitas y frecuentaron zonas de cruising sodomitas), por lo que se puede decir que dichas prácticas formaron un factor importante en su propia identidad.
Ahora bien, Rocke parte de la idea de identidad, algo que tampoco en esa época pudiera interpretarse desde la perspectiva de construcción identitaria de orientación sexual tal y como se evidencia, explica y emociona en estos días.
Lo que no se puede negar es que algunas personas en la época de Miguel Angel si se autorizaron a vivir plenamente su experiencia sexual. Rocke documenta la vida de un «sodomita empedernido» que se hacía llamar «Mea», apodo femenino, de dicho hombre quien en particular realizaba prácticas oral genitales y anales, y que convenció a otros hombres para que lo penetrara analmente un, lo que demuestra una reciprocidad de placer más que un patrón fijo de roles sexuales.
Rocke también documenta el disgusto italiano de los siglos XV y XVI por los jóvenes que iban por las calles vestidos de forma extravagante y haciendo alarde de sus atractivos como mujeres desvergonzadas, y la acusación de «afeminamiento» que a menudo se aplicaba a los sodomitas más jóvenes. Igualmente sería un exabrupto decir que aquellos jóvenes vivían en un género fluido y lo hacían desde una perspectiva no binaria y/o Queer.
Entiendo perfectamente el interés en recuperar la historia desde la vivencia de las sexualidades, pero comprendo que esto debe hacerse desde la óptica del momento histórico en que se vivieron las situaciones y no desde la óptica de quienes desde este momento histórico pretenden “re-construir la historia”.
Matrimonios “lavanda” y “closets” que no lo son
Siempre se ha intentado relacionar a algunos famosos con lo gay. Esto no es nada nuevo en las industrias del cine y musical. No es raro que un sector social con pocos referentes, decida que algunos son homosexuales porque así les parece, en especial cuando el género fluido en el comportamiento y la moda son cada vez más cotidianos. Con las redes sociales en muy fácil que un rumor se extienda como verdad.
Los matrimonios “lavanda” o de conveniencia de Rodolfo Valentino o Rock Hudson, por supuesto respondieron a una época con mucho menos aceptación que la actual; ya casi nadie se casa por conveniencia. Durante mucho tiempo ha habido rumores, recordemos que John Travolta, Tom Cruise y Rob Lowe fueron objeto de la comidilla de su época.
Mas recientemente, por ejemplo, Shawn Mendes, que no suele remarcar los estereotipos de la masculinidad, se ha convertido en el centro de la diana de las habladurías; una demostración de que el dicho popular no es verdad, porque “ojo de loca si se equivoca”.
Por otra parte, hay gay, lesbianas y trans quienes han sido objetos de “outing” —poner en evidencia la sexualidad de una persona sin que esta haya dado su consentimiento—; un tema que muchas veces es usado como arma política contra personas que vulneran derechos como una forma de protección de su autonegación social. Al respecto la contradicción que genera el outing entre las personas de los sectores LGTBI y de las diversidades de géneros y cuerpos es muy polarizada; yo, por ejemplo, creo que las personas tienen derecho a su intimidad.