Ricardo Arenales
Hace algunos días, uno de los más experimentados periodistas de VOZ, antes de comenzar una de las habituales reuniones del Consejo de Redacción, refería que quiso hacer una nota periodística en el computador de su casa, y el aparato, obstinadamente, se negaba a funcionar, el mouse no respondía. En esas, se acercó un nietecito suyo y le dijo: “abuelito, es que tienes que prender primero el aparato”.
El detalle, aunque parezca pueril, es de esos hechos que marcan la diferencia entre las viejas generaciones, y las nuevas, particularmente las nacidas con el presente siglo.
El escritor inglés Simon Sinek, cuyos estudios circulan en las redes sociales, se ocupa en varios de ellos de la generación de los nacidos entre 1984 y el 2000, es decir, los que hoy tienen unos 25 años en promedio, y que de acuerdo a cifras del Foro Económico Mundial, representan el 50 por ciento de la población del planeta. A esta generación, Sinek los denomina ‘millennials’. Y, por cierto, ‘dummies’ es un vocablo de origen inglés, que en sentido amplio significa ‘novato’, o ‘iniciado’, aunque en sentido literal traduce ‘tonto’, en sentido cariñoso.
Con las causas sociales
Los millennials se forman desde que aprenden a caminar, a balbucear. La psicóloga colombiana Annie de Acevedo, muy consultada en espacios de televisión, asegura que la nueva generación de niños ha sido criada por internet y celular. En la mayoría de los hogares, donde ambos padres trabajan o son familias monoparentales, el celular y el internet se convierten en una compañía casi que permanente para los niños.
Esta generación puede ver televisión, oír música y hacer tareas escolares al mismo tiempo; tener una red de amigos a la que influencia, y de la que se retroalimentan. Aparentemente no expresan ideas políticas, pero sí se comprometen con causas sociales, como las ecológicas, la defensa de los animales, del medio ambiente. Aman las aves, los bosques, son optimistas, educados.
Esta generación de niños, quisiera estar todo el día conectada, y se sienten iguales a los adultos. Un estudio reciente indica que se demoran 0.17 segundos en promedio para encontrar un dato en Google; por eso son impacientes, a veces intolerantes, debido a la influencia de la tecnología, donde todo debe ser rápido.
Mirada pesimista
En opinión de Annie de Acevedo, hay que mostrarles contrapesos desde la formación familiar, enseñarles a ser pacientes, que se conecten con otras personas, pero de manera física, dialogando con sus pares en tiempo real, no solo en la red, sino de manera directa.
Simon Sinek es pesimista frente a los millennials, a los que cataloga como “incapaces de construir relaciones profundas con los demás”. En algunos aspectos, coindice con la mirada de la ya mencionada psicóloga colombiana.
Ese criterio no lo comparte la organización Global Shapers Survoy, al asegurar que son una generación de gran sensibilidad y capacidad de acción, frente a fenómenos como el calentamiento global, la discriminación racial y social, el desplazamiento de migrantes y los conflictos armados. Como antecedente, vale la pena recordar la extraordinaria capacidad de movilización y el poder de convocatoria de la juventud norteamericana contra la guerra de Vietnam, al final de la década de los años 60’.
Las cosas que les interesan
No son individuos pasivos, preocupados solo por tomarse una selfie, sino agentes capaces de interpretar e intervenir en sus realidades. Por eso, en la pasada campaña presidencial, cuando un medio de comunicación convocó a todos los candidatos a que fijaran su posición frente a los millennials, el que salió mejor, librado fue el candidato de la Colombia Humana.
Petro les ofreció acceso a la educación superior pública, de calidad y gratuita y proyectar una economía basada en el saber, la ciencia y la tecnología. Y prometió, de ser presidente, que bajo su gobierno la juventud no sería estigmatizada ni reprimida. Aspectos que, justamente, interesan de manera medular a estas generaciones.
En una exclusiva cafetería de Bogotá conversamos con Robinson Cardona López, de 25 años de edad. No se clasifica como un ‘man bacano’, como refieren otros muchachos. Prefiere el término, ‘un pelao in’, ‘superconectado’, estudiante de una universidad ‘de dedito parado’. Tampoco le llama la atención que lo clasifiquen como un joven de clase media. No le gusta encasillarse. Además porque estar en esa universidad no obedece precisamente a su condición social, sino al extraordinario esfuerzo que hacen sus papás por costearle la carrera.
Cuando ellos quieren
Dice que en Colombia, y en América Latina, los millennials se preocupan por la escasa transparencia de los gobiernos, la falta de oportunidades educativas y, desde luego, detestan la corrupción. Dice que los de Estados Unidos y Europa, rechazan la separación de padres migrantes de sus hijos, y a los de África y Oriente Medio les preocupan las guerras y los conflictos armados.
Los educadores marxistas, desde Antón Makárenko, hasta Nadezhda Krúpskaia y Anatoli Lunacharski, consideraron siempre a la juventud como el futuro de la humanidad. A la que hay que dotar de nuevos valores universales como el de la solidaridad, la hermandad, el amor por el bienestar y el progreso social de la humanidad.
La nueva generación de los millennials representa algo de eso. No son una masa politizada, pero sí susceptible de ganar para las grandes empresas de la transformación social. La burguesía neoliberal solo ofrece el amor por el individualismo, la codicia, la riqueza fácil. Y en muchos casos, lleva a los muchachos, con el uniforme de soldados, como carne de cañón a las guerras, bajo cualquier pretexto.
Los sectores políticos democráticos en Colombia, la izquierda, los comunistas, deberían hacer una reflexión sobre esta expresión de vida de la juventud del siglo XXI y trazar una estrategia de aproximación a sus ideales. Hay muchas cosas en común. Y si no lo hacemos, la burguesía, un lobo que suele vestir piel de oveja, sí lo hará por nosotros.