Tres décadas después del magnicidio de José Miller Chacón Penna, VOZ hace homenaje al abogado y militante comunista, considerado como la primera víctima del ‘Plan Golpe de Gracia’
Alejandro Cifuentes
El 25 de noviembre de 1993, las organizaciones de mujeres habían preparado, en la ciudad de Bogotá, una movilización o jornada de la No Violencia Contra la Mujer. A esta confluyó parte de la militancia comunista de la capital, aunque no fue el caso de Miller Chacón.
Como secretario de organización del Partido Comunista, Miller llevaba ocupado durante los últimos meses en garantizar la seguridad de sus camaradas, luego de que Aída Avella recibiera una denuncia anónima sobre un plan de la cúpula militar para liquidar a la Dirección Nacional de la Unión Patriótica. Al finalizar la tarde de aquel día, Miller salió de las oficinas del Comité Regional del PCC de Bogotá, con dirección a su casa, al sur de la ciudad. A pocas cuadras de su destino fue asesinado.
Chacón es considerado la primera víctima del llamado “Plan Golpe de Gracia”, este fue denunciado por la hoy senadora Avella. Esta operación fue maquinada en las altas esferas del Estado, siendo presidente César Gaviria y ministro de Defensa Rafael Pardo Rueda.
Apenas unas semanas antes del asesinato, Pardo Rueda había recibido, personalmente, a una comisión del PCC que denunciaba el plan de exterminio. El ministro solo expresó su incredulidad ante las denuncias y solicitó pruebas de lo que afirmaban los comunistas.
Algunos meses después, a principios de 1994, Gaviria y Pardo le dieron un marco legal al paramilitarismo con el decreto sobre las Convivir, que hicieron famoso al gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe. Nada sorprende de estos dos personajes que, según las denuncias actuales, venían trabajando desde tiempos del presidente Barco en el exterminio de las organizaciones populares en Colombia.
La joven JUCO
La vida política de Miller Chacón estuvo entrelazada a la historia de la organización juvenil comunista. Aunque el Partido había tenido algunas estructuras juveniles durante las décadas de 1930 y 1940, estas tuvieron más un enfoque de frente amplio.
Solo hasta los años cincuenta aparece una organización juvenil auxiliar del PCC. Esta fue bautizada como Unión de la Juventud Comunista de Colombia (UJCC). Pero era una época difícil. El país estaba sumido en el conflicto y los regímenes conservadores habían desatado una feroz persecución contra el PCC, que terminó ilegalizado por la dictadura de Rojas Pinilla. La UJCC tuvo alguna incidencia en el movimiento estudiantil, pero, como el Partido, se vio forzada a actuar en la clandestinidad.
Luego de la caída de Rojas, el PCC volvió a legalidad, lo que implicó una reorganización de su estructura juvenil, mandatada por el VIII Congreso en 1958. En aquel entonces, el movimiento estudiantil también venía atravesando cambios. Más jóvenes, más estudiantes y una relativa modernización de la universidad –en comparación con los primeros decenios del siglo XX–, se expresaron en una reactivación y radicalización del movimiento estudiantil. Y es entonces cuando un estudiante de derecho huilense decidió ingresar a la UJCC.
Miller nació en Guadalupe el 8 de marzo de 1939. En este municipio del Huila, transcurrió su infancia y adolescencia hasta que se trasladó a Bogotá para formarse como abogado en la Universidad Libre. Hoy, cuando pensamos en el movimiento estudiantil beligerante, pensamos en la universidad pública, pero, a mediados del siglo pasado, las universidades privadas como la Libre eran el reducto de los grupos más radicales. Chacón fue a dar a una institución en la que la Juventud Comunista se destacó y en donde estudiaron líderes de la organización, como Víctor Collazos y Humberto Oviedo, quienes fueron muy activos en la lucha contra la dictadura militar.
En la Libre, Miller ingresó a la Juventud Comunista, de la que terminó siendo secretario de organización. Durante los años sesenta, la Juventud se fue consolidando como organización, adelantó sus primeros congresos y se implicó en el movimiento estudiantil y la juventud trabajadora.
Pero no eran años fáciles, los gobiernos bipartidistas, que reemplazaron la dictadura militar, hicieron todo lo que estuvo a su alcance para limitar la democracia. Chacón sufrió persecución y varios carcelazos, y no era para menos, pues su liderazgo se iba destacando con los años.
Terminó ejerciendo la secretaría de organización de la JUCO y, posteriormente, fue enviado a Budapest como representante colombiano ante el buró de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, FMJD.
La labor editorial
De nuevo en Colombia, Miller fue electo al Comité Central del PCC y se desempeñó como gerente de la Editorial Colombia Nueva, la empresa editorial del PCC, que funcionó por casi cuarenta años.
Casi desde sus inicios, el PCC ha hecho un esfuerzo por difundir literatura revolucionaria, tanto de producción propia como de la tradición marxista mundial. Esta labor se cumplía con iniciativas como Ediciones Sociales, la editorial del centro de estudios económicos del Partido Socialista Democrático, y la Editorial Centauro. Pero, al arreciar la persecución durante el gobierno de Laureano Gómez ─1950-1953─, las imprentas fueron uno de los objetivos predilectos de la represión.
Tras la ilegalización del comunismo, decretada formalmente en 1954 por Rojas Pinilla, fue imposible la continuidad de la empresa editorial, aunque gracias al mimeógrafo el Partido hizo circular periódicos y hojas sueltas. Los impresos fueron fundamentales para el retorno a la legalidad, en este sentido, resultan simbólicos el periódico Voz de la Democracia y la revista Documentos Políticos. Luego de reconquistada la legalidad, el PCC reconstruyó su trabajo editorial, resultado de lo cual fue Colombia Nueva, que se encargó de la producción de Documentos y la impresión de VOZ.
Y, precisamente, el periódico marcó otro de los escenarios de la vida política de Chacón. En VOZ fue un colaborador recurrente, sobre todo desde mediados de la década de 1980. En las páginas del Semanario se dedicó al análisis de la realidad nacional y a los problemas organizativos del Partido. Igualmente, escribió con regularidad para la revista Izquierda –una revista creada por iniciativa del Partido, luego de la desaparición de Documentos y Estudios Marxistas–, la cual circulaba periódicamente con el Semanario VOZ y trataba temas de actualidad política.
La paz y la organización
Otro de los aportes de Chacón a las publicaciones partidarias fueron sus análisis sobre el problema de la paz. En sus textos de finales de los ochenta y principios de los noventa, Miller señaló la importancia que tenía la paz para el movimiento popular, pues la consideraba era un paso fundamental para avanzar hacia una apertura democrática. De esta forma, los artículos de Chacón dejaron plasmado el compromiso del Partido con la salida política negociada.
Chacón tenía claridad sobre lo que escribía. En 1989, pasó de la secretaría política del comité regional comunista de Bogotá a la secretaría de organización del Partido, en reemplazo del curtido líder obrero Teófilo Forero, asesinado por fuerzas paraestatales el 27 de febrero de ese año.
Como organizador, concentró todos sus esfuerzos en la recuperación orgánica del Partido para hacer frente a los graves impactos de la guerra sucia, que continuaba su marcha a pesar de los diálogos de paz.
A principios de 1992, fue un activo participante de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la insurgencia en Tlaxcala, México, y Caracas, Venezuela. A Miller lo movía la idea de que la paz abriría la posibilidad de lograr garantías políticas que significarían la democratización de las instituciones estatales. La paz era una forma de poner fin a la matanza en el movimiento popular y así facilitaría la ejecución de un programa político que avanzara en la construcción de la justicia social.
A pesar de las noticias sobre el “Plan Golpe de Gracia” y el rechazo del gobierno a las denuncias del PCC, Miller murió convencido en la salida negociada.