Nada bueno transitará por la capital

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Transmilenio, servicio obsoleto y contaminante de la ciudad.

Nuevamente el negocio de las latas, de unos pocos, por encima de la calidad del servicio y el buen vivir

Carolina Tejada
@carolltejada 

La polémica por el tipo de flotas que transitará por la ciudad, vuelve al ruedo con duras críticas. La pregunta es, ¿qué sabe la ciudadanía de las empresas que están detrás de la licitación para el cambio de flota de las fases I y II de TransMilenio, y el tipo de ciudad en la que tocará vivir?

Pocas personas conocen a profundidad el negocio redondo que se pretende hacer con los 1.133 buses que han sido adjudicados en la licitación para el cambio de flota de las fases I y II de TransMilenio, de los cuales, 672 estarán dotados con tecnología diésel Euro V, y 461 serán de gas natural Euro VI. La esperanza, como se había proyectado en anteriores administraciones de lograr incluir buses eléctricos en el entendido de la reducción en la contaminación ambiental, fue descartada en esta ocasión.

Desestimar un buen sistema de transporte a causa del negocio

Según algunos análisis estadísticos, el número de pasajeros que diariamente viajan en el SITP y Transmilenio, está por encima de los 3´717.178 pasajeros, los cuales sumados diariamente, invierten una cantidad superior a la de $6.972.962.600 al día. Lo que al sumar en días y meses le dejaría una ganancia anual a todo el sistema integrado superior a $2.510.266.536.000. Pero, esta suma de dinero no se ve reflejada en la ciudad, ni en las troncales de Transmilenio, ni en la calidad del servicio, y tiene una razón, este dinero va a parar a manos de las familias dueñas de Transmilenio, y tan solo el minoritario porcentaje del 5%, al distrito, y con este porcentaje debe financiar infraestructura, reparación de vías y estaciones, entre otros, lo cual le ha costado a la ciudad más de $15 billones de pesos.

La gran respuesta de por qué Transmilenio no mejora sus condiciones de servicio, es esa, la acumulación de las ganancias de un servicio público en manos privadas a costa de un pésimo servicio que se ampara desde la administración distrital, pues resulta más rentable mantenerlo que acceder a un sistema de transporte publico digno, como se planificó en etapas anteriores y que se resumía en el metro subterráneo.

El lodazal en medio de la troncal política

En estos momentos, la inversión que proyecta el Distrito para la adquisición de los nuevos buses se estima en 1,6 billones de pesos, fuera de la operación y mantenimiento, la cual supera los 5,5 billones de pesos a lo largo de los 10 años de vida útil que le proyectan a los vehículos.

En las últimas semanas y en diversos medios de comunicación la ciudadanía ha podido observar como a partir de una campaña de lodo sobre las anteriores administraciones del distrito, entre esas la de Gustavo Petro, han querido justificar la necesidad de renovar los viejos buses de Transmilenio y el SITP, asegurando que los altos niveles de contaminación, la calidad del servicio, etc., se deben al no mantenimiento de los buses en las pasadas administraciones. Lo que no explican los grandes medios, es que la no renovación de los mismos obedecía a la proyección del metro, y a la obligación que tienen los mismos empresarios dueños de Transmilenio, de asumir su mantenimiento y no adjudicarle esa responsabilidad al distrito.

Por otra parte, el tema de la contaminación del aire en particular proveniente de estos buses articulados, se explica en un artículo que ya hemos publicado en el semanario y que tiene que ver con el análisis que Eduardo Behrentz, experto en temas de movilidad, sostenibilidad, calidad del aire y urbanismo, junto a otro grupo de expertos han adelantado en función de valorar las acciones que se deben adelantar para que el uso de este tipo de vehículos con el combustible diésel, no tenga tantas implicaciones en la salud pública de la ciudad. Al respecto el analista mencionaba que los vehículos de carga pesada que utilizan diésel como combustible –volquetas, camiones, pero sobre todo el transporte público, los buses de TransMilenio, los del SITP-, tienen que estar equipados con lo que se llama tecnología de control de emisiones. Este mecanismo adicional se le tendrá que integrar a los vehículos que ingresen en la nueva fase de Transmilenio, un recurso adicional que trate de garantizar la protección al medio ambiente, pues hoy Bogotá, es rica en carbono negro gracias a este sistema sin control.

En pocas palabras, los grandes empresarios cobijados por el actual alcalde de la ciudad, han priorizado lo barato y malo, a consecuencia de la afectación al medio ambiente en la capital.