Ni desempleo ni precarización

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La juventud se movilizó y tumbó la reforma tributaria propuesta por el gobierno de Iván Duque. Foto Sophie Martínez

No es exagerado decir que la juventud de hoy es la generación sin futuro. El momento actual indica que no descansará hasta conquistar sus derechos. El paro nacional también es por trabajo digno

Yessica Arandia 

La imagen de un joven que se despierta debiendo el arriendo, sin alimento, quien no tiene más que un café y tal vez tostadas para desayunar, que se arregla y sale a buscar lo que todavía no sabe qué es, ¿un golpe de suerte?

Esta es solo una de las imágenes que componen ese gran retrato de incontables historias de jóvenes que sin ni siquiera salir de la secundaria, habiéndose graduado del bachillerato o siendo graduados de una carrera universitaria no cuentan con medios para subsistir, jóvenes que estudian y trabajan, a quienes esta realidad les obliga a acceder con salarios paupérrimos a empleos en los cuales no existen garantías para vivir, siendo a su vez el único mecanismo para poder estudiar, pues lo hacen o desean hacerlo con la firme convicción de mejorar su calidad de vida.

Seguramente lo anterior se ha difuminado por años en la cotidianidad abrumadora de todas y todos, hasta hace pocos meses, pues es en el marco del paro nacional que se grafica muy bien la alarmante realidad con la que sobreviven muchos jóvenes en el país, en el caso, por ejemplo, de quienes durante el actual momento integran las Primeras Líneas de Resistencia.

Privatización y flexibilización laboral

A la muerte del “Estado de bienestar”, le sucedió un modelo voraz, que ha profundizado la violencia y la pobreza en todos los aspectos de clase, género y razas en una lectura interseccional de las mismas.

El neoliberalismo finiquitado para Colombia con el Consenso de Washington de 1989, tuvo como premisa la flexibilización laboral y la privatización, en lo que los gobiernos nacionales desde la época han sido juiciosos, cumpliendo este mandato con la venta a intereses privados, sobre todo transnacionales, de un sinnúmero de empresas en otrora públicas, y con la promulgación de leyes como la 50/1990 y la 789/2002 (primer periodo de Álvaro Uribe), las cuales han quitado derechos como parte de los recargos nocturnos, la connotación laboral de los contratos de aprendizaje lo cual afecta directamente a la población joven (aprendices del SENA); así como la tercerización laboral y recientemente la apertura a diversos tipos de contratación que despojan de muchos de sus derechos.

Todo un contexto que ha permitido el aumento del desempleo juvenil, pues es este grupo poblacional el que se enfrenta a múltiples entrampamientos para acceder a un trabajo en condiciones dignas.

La anterior situación se exacerbó y visibilizó más con la pandemia por el Covid-19, donde los despidos masivos y el cierre de pequeñas y medianas empresas evidencian la crisis del sistema económico, así como el poco interés de los gobiernos por salvaguardar a la población más necesitada.

No es gratis, exagerado o erróneo, decir que las y los jóvenes de hoy son la generación sin derechos. El momento actual nos indica, sin embargo, con esperanza y ánimo que éstos mismos jóvenes no descansarán hasta recuperarlos. No por nada, el paro nacional frenó reformas como la tributaria y la laboral que quería imponer el gobierno de Iván Duque.

Fabián Hernández

Una tarea urgente

El pasado 10 de junio se realizó la audiencia pública convocada por el senador del Polo Democrático, Wilson Arias, denominada “Más empleo menos IVA, un programa público para crear empleo” que contó con la participación de las centrales obreras, organizaciones juveniles y la academia, y que tuvo como propuesta el “Programa público de empleo” que cursa en el congreso mediante el Proyecto de Ley 428 de 2021.

La redacción juvenil del semanario VOZ dialogó con Fabián Hernández, integrante del Colectivo de Jóvenes Trabajadores, miembro del Sindicato de Empleados Públicos del SENA, Sindesena, y dirigente juvenil, quien participó como ponente de dicho espacio.

¿Qué es necesario para generar empleo en el país?

-Lo primero es reconocer que la crisis del empleo, económica y social se ha generado por políticas de Estado, reformas laborales, tributarias y pensionales, la flexibilización implícita genera la precarización del trabajo y una brecha enorme para poder acceder al mismo. Quienes se benefician de un alto índice de desempleo que permite además las condiciones arbitrarias de contratación como los salarios bajos, las jornadas extensas, el no pago de horas extras, entre otras, no desean generar políticas que permitan superar esta situación; estamos hablando de un modelo económico del sistema capitalista cuya premisa de la cooptación máxima de las ganancias generadas por el trabajo sucede sin riendas, aquí el Estado además no tiene juego si no legisla en pro de estos intereses.

Necesitamos confrontar esa idea de que generar empleo digno o subir salarios amenaza a la economía, y para ello, como jóvenes necesitamos organizarnos y estudiar de dónde y cómo se generan las riquezas, para dónde van y por qué hoy luchamos por eso que llamamos trabajo digno.

En la audiencia, todos los puntos de vista coincidieron en la necesidad de generar una política pública, un programa específico de empleo juvenil, necesitamos esa diferenciación porque las y los jóvenes estamos expuestos a la precariedad desde antes de salir del colegio, y hasta después de estudiar un pre o postgrado, necesitamos además que esta política sea incluyente en términos de género, raza y diversidad, de capacidades diversas, necesitamos un Estatuto del Trabajo, que además es mandatado por la Constitución Política.

¿Cuál es la premisa fundamental de eso que ustedes llaman trabajo digno?

-Cuando un joven o una joven, tienen que irse para un semáforo a limpiar vidrios, a vender empanadas, o incluso, se lanzan a crear su propio negocio (que además está sobrevalorado por las nefastas políticas de emprendimiento que no están para nada apegadas a la realidad y son un lavado de manos que romantiza el sobreesfuerzo y la sobreexplotación), yo creo que todos concordamos en que esto es trabajar decentemente, sin hacerle daño a nadie.

Sin embargo, este tipo de trabajos no garantiza unas condiciones de vida digna, el rebusque es el ejemplo de que más allá de emplearnos por emplearnos, necesitamos garantías para vivir dignamente, para vivir con la tranquilidad de un techo, del alimento diario en las mesas, del derecho a la recreación, a la salud, a la pensión, estas son cosas que son impensables para un joven hoy, el trabajo digno es más que subir salarios, sobre todo porque tiene que ver con que como jóvenes nos juntemos y organicemos una propuesta, que si bien está clara en lo socializado en la audiencia, necesita contar con la mayor cantidad de voces posibles.