Nicaragua va a elecciones

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El Frente Sandinista ha iniciado una profunda transformación social en Nicaragua

Las del 7 de noviembre no son unas elecciones más. Se trata de defender un modelo de desarrollo y de elegir entre un proyecto de independencia nacional o uno de sometimiento a las políticas de Washington, entre la guerra contra la pobreza o la guerra contra los pobres

Ricardo Arenales

Del desarrollo económico y social de Nicaragua, los grandes medios de comunicación generalmente no se ocupan. En cambio sí, dedican páginas enteras a una sostenida campaña de descrédito del proceso electoral, hablando de forma manipulada del fraude que se vendrá, de la ilegitimidad del proceso y de la falta de garantías para que los ciudadanos participen en condiciones de completa libertad y democracia en los comicios de este 7 de noviembre.

Nicaragua lidera en estos momentos procesos de transformación social en materia de educación, salud, empleo y lucha contra la pobreza, entre otros aspectos que tienen que ver con el bienestar ciudadano. De esto, con cifras concretas, VOZ se ocupó hace unas semanas.

La campaña electoral que acaba de terminar, fue atípica por la situación de emergencia sanitaria debida a la propagación del covid-19. Pero se llevó a cabo en un ambiente de paz y tranquilidad, justicia, respeto y garantías ciudadanas. Además, acompañada de un protocolo de bioseguridad, que fue avalado por todos los partidos.

Índices de satisfacción

Pero hay además algunos datos curiosos sobre esa ‘dictadura’ que los medios corporativos nos venden cada día. La Procuraduría para los Derechos Humanos, enviará uno o varios delegados suyos a cada uno de los 3.106 centros de votación distribuidos por todo el país, para vigilar la transparencia del proceso.

De acuerdo a datos suministrados por la consultora independiente M&R, el 94 por ciento de los ciudadanos aboga por que se respete el resultado de las urnas, pues confía en las autoridades. Más del 71 por ciento de la población muestra credibilidad y confianza en la gestión de gobierno del presidente Daniel Ortega y de la vicepresidenta Rosario Murillo. El 72.1 por ciento de los ciudadanos se muestran satisfechos con el estado de las carreteras, la educación, la salud y el alumbrado públicos, el empleo, la lucha contra la pobreza y la seguridad.

Para el 25 por ciento de los nicaragüenses, lo más importante de la democracia es que se puedan celebrar elecciones. Para el 68.6 por ciento de los encuestados, lo más importante de la democracia es que el pueblo tenga oportunidades reales de mejorar su calidad de vida. En ese ejercicio ciudadano, el 83.8 por ciento de los consultados entiende que, si el pueblo lo decide, quien ejerce el gobierno puede ser reelegido sin ningún problema a un nuevo período. Un 13.8 por ciento considera que bajo ninguna circunstancia debe permitirse la reelección presidencial.

Dos modelos

En esas condiciones, las del 7 de noviembre no son unas simples elecciones. Se trata de defender un modelo de desarrollo. De escoger entre un proyecto de independencia nacional, o uno de anexionismo a las políticas de Washington. Entre la guerra contra la pobreza o la guerra contra los pobres. Entre la reducción o el aumento de la brecha social, entre una política social de derechos para todos o una de privilegios para unos pocos.

Se trata de escoger entre dos opciones opuestas. De un lado la sandinista, producto de la guerra de liberación contra la dictadura somocista, de un modelo revolucionario de distribución de la riqueza.

Y de otro lado la opción del modelo liberal de defensa de las estructuras latifundistas, de las jerarquías eclesiásticas retardatarias, de la derecha golpista, de la visión de un país con destino colonial.

El sandinismo ha salido fortalecido en las encuestas. Por eso Estados Unidos intenta socavarlo con las sanciones económicas y el terrorismo. Pero el 7 de noviembre lo más seguro es que el sandinismo fortalezca su posición. El sandinismo sabe que gobernar es gestionar, planificar, prever, organizar, y eso es lo que valoran los ciudadanos de ese país.

Hegemonía popular

La lista de candidatos a la presidencia de la república y a cuerpos colegiados, ya fue avalada por las autoridades electorales. Participan siete partidos y coaliciones políticas: El Partido Liberal Constitucionalista, la alianza Frente Sandinista de Liberación Nacional, el partido Camino Cristiano Nicaragüense, el partido Yapti Tasba Masraka Nani Asla Takanka, el partido Alianza Liberal Nicaragüense, el partido Alianza por la República y el Partido Liberal Independiente.

Algunos, sobre todo desde las toldas progresistas, se preguntan cuáles son las razones profundas que mueven a los Estados Unidos para buscar el aniquilamiento del proceso social sandinista. “El propósito expreso de Nicaragua ha sido desde un comienzo, el de organizar una economía mixta, partiendo de una hegemonía de las fuerzas populares, y es esto lo que resulta inaceptable a los intereses del capitalismo norteamericano y a la burguesía nicaragüense”, dice Julio Cortázar en su libro Nicaragua tan violentamente dulce.

El ambiente electoral previo a la jornada del 7 de noviembre se ha caracterizado por el incremento de los ataques de Estados Unidos, buscando reventar el proceso de elecciones, y de no conseguirlo, introducir unos elementos contrarrevolucionarios que lleven al desastre a la sociedad, al tiempo que aumentan las medidas de bloqueo económico, de asfixia. El juego es claro: estrangular paulatinamente al gobierno sandinista y frustrar su proceso de democracia verdadera y de raíz popular.